Operaciones encubiertas

El anuncio de la concesión portuaria, la llegada del nombrado presidente del seguro social, la oficialización de las dos primeras licencias de explotación minera.  Esas decisiones eran de esperarse, tarde o temprano se harían realidad para la complacencia de unos y la insatisfacción de otros. Lo que está claro es que el gobierno no sabe medir su timing político para que esas decisiones, de por si polémicas, se plantearan con la menor sombra posible. Si no hay nada escondido, por qué anunciarlas tras bambalinas, de maneras que solo dan lugar a dudas.

En el caso del IGSS, la llegada del operador presidencial que hará las veces de su delegado ante su máximo órgano, pareció salida de una película de rambo. Solo faltó que bajara de un helicóptero, recordado su pasado kaibil y que en lugar de 15 guardaespaldas, fuera acompañado por igual número pero de efectivos de esas fuerzas “especiales”. ¿Por qué no llegar en pleno día y con el perfil de funcionario público deseable para el puesto al que fue nombrado?  De qué le sirve llegar como si se tratara de una operación militar de altos vuelos? El colmo, cambiar chapas como si eso fuera su estilo de aquí en adelante, o como si ese cambio representara un símbolo de mesa limpia.

Ese es mal inicio. El primer capítulo fue consumado de mala manera. El siguiente ha sido conseguir una correlación favorable en la junta directiva para dejar en evidencia a los detractores, el delegado del CACIF y la del sector laboral.  El Presidente está en su derecho de modificar la correlación de actores en esa institución. El asunto está en hacerlo bien, y que las decisiones no se presten a dudas, manipulaciones, influencias inadecuadas. ¿Cuáles son las razones para exponerse  más de la cuenta y generar ruidos extras? ¿Se trata de malas mediciones, o son manifestaciones de prepotencia para que nos quede suficientemente claro quién tiene la conducción, las manijas del asunto? La autoridad del más alto nivel no se demuestra así, de las maneras más burdas y salidas de caricaturas; se pone en evidencia mediante decisiones que contribuyan a agregar valor, a generar respuestas a demandas ansiadas y pendientes.  ¿O será que el margen de maniobra se ha reducido tanto, que se requiere llegar al show para hacerse evidente?