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ONU, incapaz de evitar tráfico de armas y drogas

Según el Sipri, el uso de contenedores no solo revolucionó el comercio internacional, sino que también brindó una fachada ideal para los traficantes.
El fracaso radica en dos motivos: primero, el hecho de que muchos estados no tienen la capacidad requerida, y segundo, que no hay suficientes sistemas de información compartida entre esos países.
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ONU, incapaz de evitar tráfico de armas y drogas

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Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU castiga a gobiernos con sanciones económicas y embargos de armas, sus 193 estados miembros tienen la obligación de implementar esas medidas. Pero un estudio divulgado este lunes 30 revela lo contrario.

El informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés), titulado "Maritime Transport and Destabilizing Commodity Flows" (Transporte marítimo y flujos desestabilizantes de materias primas), señala que más de 60 por ciento de los buques que se involucran en casos reportados de violación de sanciones o tráfico ilícito de drogas, armas y otros equipos militares, son propiedad de empresas de Occidente. 

Los dueños de los barcos son principalmente líneas navieras comerciales que pertenecen a países de la Unión Europea (UE), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). 

La investigación concluye que las embarcaciones que violan las sanciones proceden principalmente de Alemania, Grecia y Estados Unidos. 

Pero entre los 12 países que encabezan la lista también figuran Corea del Norte, Panamá, Irán, Noruega, Rusia, Belice, Holanda, Dinamarca y Japón. 

"Esto no significa que los dueños de los buques, o incluso sus comandantes, sepan lo que están llevando. Pero para los traficantes es relativamente fácil esconder armas y drogas entre las cargas legítimas", dijo Hugh Griffiths, coautor del estudio del Sipri. 

A lo largo de los años, el Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) ha impuesto sanciones económicas o embargos de armas a más de 25 países, entre ellos el ya desmantelado régimen del apartheid en Sudáfrica, así como Angola, Costa de Marfil, Haití, Iraq, Liberia, Libia, Ruanda, Sierra Leona, Somalia, Sudán y la antigua Yugoslavia, entre otros. 

Según el Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad, este recurre a castigos obligatorios como una herramienta para hacer cumplir sus mandatos "cuando la paz se ve amenazada y los esfuerzos diplomáticos han fracasado". 

La variedad de sanciones incluye medidas económicas y comerciales, y otras más específicas, como embargos de armas, prohibición de viajes, o restricciones financieras o diplomáticas. 

Según el Sipri, el uso de contenedores no solo revolucionó el comercio internacional, sino que también brindó una fachada ideal para los traficantes. 

De los muchos contenedores que llegan cada día a los puertos del mundo, solo puede inspeccionarse una fracción. Los dueños de los buques, e incluso los funcionarios aduaneros, a menudo simplemente tienen que confiar en que lo que hay en su interior es lo que dicen los documentos. 

"Ciertos embargos de armas de la ONU pueden resultar más efectivos si los estados miembros brindan mayores recursos e información para controlar los envíos por mar", dijo Griffiths.

El caso de Libia es un buen ejemplo, opinó, porque los estados patrullaron la costa de ese país e interceptaron envíos de petróleo y armas bajo el paraguas de un grupo que funcionaba en la órbita de la OTAN. "Esto realmente ayudó a cumplir el embargo", señaló. 

Sin embargo, medidas relativamente simples, como compartir la información sobre los actores marítimos entre estados miembros de la ONU y el aparato de sanciones del foro mundial, no existen en casos de otros embargos de armas a países de África, destacó. 

También está claro que hay diferentes grados de cooperación entre las misiones de paz de la ONU con los grupos de expertos que fiscalizan el cumplimiento de los embargos, reconoció Griffiths. 

Pero este es básicamente un asunto de los estados miembros, porque son los únicos que tienen los recursos para suministrar información y efectuar inspección de navíos. 

Según el informe, el gobierno del comercio marítimo fue siempre un asunto complejo. Pero se están perdiendo oportunidades de mejorar la vigilancia y de usar mecanismos ya existentes para erradicar el tráfico. 

"Sin dudas, no es culpa de los grupos de expertos de la ONU, ni de la Secretaría (General), responsable de apoyar el trabajo de los comités de sanciones", declaró Griffiths.

Esos organismos hacen un trabajo excepcional con recursos casi siempre muy limitados, agregó. 

El fracaso radica en dos motivos: primero, el hecho de que muchos estados no tienen la capacidad requerida, y segundo, que no hay suficientes sistemas de información compartida entre esos países. 

Esta información se refiere principalmente a los buques que se sospecha participan en el transporte de equipos militares destinados a regiones africanas o a actores sometidos a un embargo de armas por la ONU. 

Al ser consultado sobre si el Consejo de Seguridad debería divulgar los nombres de estas empresas navieras, Griffiths respondió: "Eso es asunto del Consejo de Seguridad, pero desde una perspectiva contraria al tráfico, pienso que sería útil si se hiciera saber a algunas compañías que pueden haber ayudado –inadvertida o deliberadamente– en un proceso de transporte que en definitiva condujo a una violación de un embargo de armas de la ONU". 

 

*Este artículo es parte de IPS y es reproducido con su autorización por Plaza Pública. 

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