Sus ojos los mantenía bien abiertos. Y su mirada se elevaba a un cielo que por siglos mantuvo, debajo de el, lo negro, sin ninguna radiación visible. La atención del niño estaba en el El Gran Jaguar. La principal construcción de la ciudad más grande del período maya clásico-tardío estaba iluminada debido a las celebraciones por la despedida al 13 Baktún.
El niño era llevado en brazos por su madre. Ambos eran parte del grupo Q’eqchi’ que llegó a Tikal para recordar las demandas de los pueblos indígenas del país. Alguanas iban plasmadas en pancartas. “Yo soy Maya” estaba escrito en una de ellas, afirmación que le dio a su portador el valor de exigir el ingreso a la plaza Mayor que permanecía custodiada.
Los manifestantes viven en aldeas de Petén, pero muchos de ellos no conocían el sitio arqueólogico. Sus miradas reflejaban su sorpresa.
En el centro de la plaza estaban colocados asientos para funcionarios de gobierno e invitados especiales. Entre ellos los lugares del presidente y su familia.
Después de negociar, el grupo pudo entrar. “Déjenlos pasar, sólo quieren besar la tierra y se van”, dijo un elemento de la seguridad. “Dejen sus ofrendas en el altar”, pidió alguien, sin imaginar que lo que iba dentro de los recipientes plásticos eran los tamales de maíz que llevaban para su cena. Se hincaron, y como entraron, salieron acompañados de las notas de una pequeña marimba.
Horas después iniciaron los actos oficiales. Salieron a escena grupos de baile y música. Fueron transmidos en directo por los canales nacionales. Luego de estos, los funcionarios se retiraron. “Ahora inicia la celebración”, dijo un líder religioso. “Acerquénse, aquí pueden entrar todos”, resaltó.
Encendieron las ofrendas que pasaron a ser fuego. “El fuego no es del infierno, el fuego es sagrado, dijo otro líder. Ya era 21 de diciembre.
El cansancio botó en sueño a algunos. Pero lograron despertar antes del amanecer. Guatemaltecos y extranjeros esperaban la salida del sol en diferentes puntos de Tikal. Sin embargo, el sol y sus rayos no se asomaron entre la selva petenera. Pero si salieron en otros sitios arqueológicos del país, en donde las distintas culturas llevaban a cabo al mismo tiempo una única celebración: el inicio de una Nueva Era, según los datos registrados en el calendario Maya.