Es un derecho que nos vincula con el Estado, con la sociedad como miembros plenos, en un ejercicio político que, si bien en esta ocasión fue muy controversial y cuestionado, nos da voz en las decisiones nacionales. Con estas reflexiones comencé a marcar los nombres de los partidos que había elegido, mentalmente diciéndoles a cada candidato, a cada lista de diputados: «Te estoy otorgando mi voto. Haz tu trabajo si resultas electo».
Sin embargo, este derecho no pasa fronteras, pues la población guatemalteca en el extranjero (unos dos millones aproximadamente) todavía no está autorizada para votar a pesar de que la Constitución Política de la República garantiza el voto para todos sus ciudadanos. Al respecto he encontrado tres posturas en general. Por un lado, existen organizaciones y ciudadanos que demandan este derecho y han realizado esfuerzos por conseguirlo, tales como la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG), la Guatemalan Unity Information Agency (GUIA), SOS Immigration, Asociación de Guatemaltecos en el Exterior y otras. Por otro lado, no les interesa que se otorgue porque desconfían del sistema. Y por último, existen guatemaltecos que prefieren enfocarse en conseguir derechos ciudadanos en Estados Unidos porque allí radican.
La primera postura, la que demanda el voto, se ha hecho más visible en estas últimas elecciones, pues los guatemaltecos en Los Ángeles y otras ciudades estadounidenses se han organizado en un movimiento que denominaron No Votamos, pero Sí Contamos. Por medio de las redes sociales convocaron a unas votaciones simbólicas el sábado 5 de septiembre, a las cuales acudieron miles de hombres y mujeres interesados en expresar ese sentir cívico y sus preferencias sobre los candidatos. Este simulacro lo repetirán el 18 de octubre.
Solo 3 de 14 binomios presidenciales contactaron[1] en distintos momentos con la población guatemalteca en Los Ángeles[2], donde se encuentra el 21 % de los connacionales. Lo anterior muestra el olvido en que se encuentra la población migrante por parte de la sociedad en general, a pesar de que, si bien es cierto que de momento no puede votar, sí puede influir indirectamente con sus familiares y amigos.
El olvido del Estado es patente también a pesar de que las remesas que envían los guatemaltecos desde Estados Unidos representan un 10 % del PIB y de que la comunidad guatemalteca ha hecho esfuerzos por mantener sus vínculos con Guatemala de diversas maneras. Sin embargo, como ciudadanos no cuentan con derechos plenos más allá de las fronteras. Esto indica que la mirada nacional está enfocada en el propio territorio, y ningún partido o candidato ni el Estado mismo toman en cuenta que somos un país de alta emigración y que por tanto es necesario ampliar la visión al plano transnacional.
Las diversas organizaciones de guatemaltecos migrantes que han solicitado cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) han recibido negativas, dilaciones y respuestas ambiguas por parte de las instituciones de Gobierno (Tribunal Supremo Electoral, Ministerio de Relaciones Exteriores, Congreso de la República) en distintos momentos, antes de la crisis política que afrontamos tras la renuncia de Roxana Baldetti y de Otto Pérez Molina a los cargos de vicepresidente y presidente, respectivamente, por acusaciones de corrupción y por el caso de defraudación aduanera La Línea. Sin embargo, aprovechando la coyuntura actual, es importante que los guatemaltecos organizados en el extranjero formen un bloque para la acción conjunta, se dejen de individualismos y rencillas y de esta manera logren incluir sus demandas en las propuestas de reformas a la LEPP.
De acuerdo con Moctezuma (2011)[3], la migración crea un circuito transnacional que nos vincula más allá de las fronteras, por lo que es imprescindible que esa membresía política e identidad como guatemaltecos incluya a quienes por diversas razones radican afuera. No obstante, será necesario contar con procedimientos transparentes para formar el distrito electoral 24[4] en el futuro e ir cambiando poco a poco las condiciones de exclusión de una ciudadanía que reclama ser parte del ejercicio político nacional.
Votaciones del 5 de septiembre en el parque MacArthur de Los Ángeles. Fotografías de Walter Batres, de Inembousa/Mesa de Trabajo Comunitaria.
[1] Giovanni Bautista, La Voz del Inmigrante, Los Ángeles. Conversación personal.
[2] Walter Batres, Inembousa/Mesa de Trabajo Comunitaria, Los Ángeles. Conversación personal.
[3] Moctezuma, Miguel. 2011. La transnacionalidad de los sujetos: dimensiones, metodologías y prácticas convergentes de los migrantes en Estados Unidos. Colección Desarrollo y Migración. México: Miguel Ángel Porrúa-UAZ. Disponible aquí.
[4] De acuerdo con la ley electoral actual, existen 23 distritos electorales, correspondientes a cada uno de los departamentos más la ciudad capital.
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