Cuando se trata de hallazgos científicos, lo que opinemos los que estamos observando es irrelevante. Que la persona cuya propuesta está siendo cuestionada llame imbécil o incompetente a su detractor, no cambiará en nada la veracidad o el error en sus resultados. No es cuestión de puntos de vista.
Las temáticas políticas, artísticas, literarias, religiosas suelen tocarse en muchos espacios que permiten mirar hacia dentro y participar. Estamos acostumbrados a observar, por ejemplo, los procesos con los que se postulan y eligen autoridades, con los que se hace política, con los que se hace gobierno, con los que se juzga personas, pero de la ciencia vemos los resultados, no los procesos, como si éstos fueran un espectáculo vedado para quien no se dedica a eso. Sin embargo, nuestra época nos ofrece una oportunidad de mirar cómo se hace ciencia desde un palco que las generaciones anteriores no tenían. Aunque aún es cierto que el corazón del debate científico nos puede resultar ajeno o ininteligible, la disponibilidad y acceso a la información nos permiten acercarnos un poco.
En marzo, un grupo de científicos anunció el hallazgo de evidencia que confirmaba el modelo inflacionario de expansión del Universo, al haber detectado la “huella” de las ondas gravitacionales predicha por dicho modelo. Mientras unos celebraban, otros revisaron los resultados. Por la razón que sea –para ofrecer una ratificación, para refutarlos porque contradicen una idea que otros respaldan, por curiosidad científica, por protagonismo– siempre alguien toma tus datos para escarbar tus resultados. Y la discusión comienza: el equipo del telescopio BICEP2 analizó los datos y parte del análisis consistía en eliminar cualquier forma de ruido de la señal detectada, por ejemplo, el efecto del polvo interestelar, el cual estimaron basados en datos de la sonda Plank. Lo que quedó fue interpretado como la polarización de la luz causada por las ondas gravitacionales durante la inflación. Dos equipos independientes indican que el efecto del polvo interestelar fue subestimado por el grupo del BICEP2 y que una mejor estimación –con datos más recientes de Plank– hace que la señal atribuida a las ondas gravitacionales prácticamente se desvanezca. Ahora están a la espera de datos actualizados de Plank y, ni modo, todo el mundo a revisar los resultados para ver en qué para la cosa.
Seguramente al equipo del BICEP2 se le retorcieron las tripas, son humanos. Pero aquí no vale patalear o insultarse. Por el contrario, aunque respaldan sus resultados, admiten que si en efecto hubo una subestimación, cabe la posibilidad de que su hallazgo no sea tal. Y esperan entonces los nuevos datos. Qué remedio, no siempre se obtiene lo que se quiere, pero lo que se obtenga le sirve a la ciencia: “you find you get what you need”. Nosotros decimos “casaca mata carita”, en la ciencia es “datos matan modelos”. Datos en carretadas a los cuales se trata de dar un sentido a través de un modelo, que luego debe ser confirmado.
Una lectura superficial de esta información puede llevar al típico “a los científicos no hay que creerles nada porque ni siquiera pueden ponerse de acuerdo”. Sin embargo, una lectura cuidadosa nos revela lo contrario: la seriedad de la ciencia, el escepticismo al que se sujetan todas las propuestas –aunque nos gusten mucho– y la humildad ante el peso de la evidencia. Al final, cuando la comunidad científica habla de un modelo consensuado debemos comprender que se trata, no de una verdad absoluta, sino de resultados que sobrevivieron que los destazara mucha gente, que han pasado por el fuego de la comprobación repetida y revisada. Siempre quedan preguntas, siempre cabe la mejora, siempre es posible el cambio, pero lo que se afirma dentro del consenso tiene el respaldo de la mejor información disponible hasta el momento, sea o no lo que nosotros queremos.
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En otro orden de noticias, el 9 de enero prometí contarles algo y aquí va: aprobaron el presupuesto para la Escuela no facultativa de ciencias físicas y matemáticas en la USAC e iniciará administrativamente en el segundo semestre de este año. Las celebraciones no se han hecho esperar. A veces, sí obtenemos lo que queremos.
* You can’t always get what you want, canción de la banda Rolling Stones del album Let it bleed (1969)
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