Me dio curiosidad de leer el discurso completo al toparme con algunos extractos en las redes sociales, me dio curiosidad porque pensé que a veces eso de “sacar un texto de contexto es un perfecto pretexto”. Yo tan inclinada a los prejuicios empresariales. En todo caso, creo que fue peor para mí leer el discurso completo.
Quisiera ser respetuosa, porque si algo reconozco en el discurso y el acuerdo es que se llama al diálogo. Yo sé que muchos hemos llamado al diálogo en casos como el Polochic y Barillas, en el caso de los normalistas y Alaska, y aunque no se dio del todo, con el respeto que se debe dar, aprovecho la oportunidad cuando lo ofrecen aquellos que no siempre han creído en él, en aquellos que han alabado la militarización de los territorios y un Estado y un Gobierno que para poner “orden” no piensan en diálogo precisamente. Aún así, yo me animo a dialogar, finalmente no es crimen decir que es lo que una piensa, ¿o sí?
Sé y reconozco que la crisis alimentaria y nutricional que vive el país es terrible, sé que el poco acceso a la educación también lo es, que los jóvenes no están capacitados para entrar al mundo (chato) del trabajo. Sé que es necesario aportar para que estas realidades ya no sean día a día. Pero veo que sus causas han sido constantes por décadas en Guatemala, nada de esto es nuevo lamentablemente. Por eso no se puede “pasar la hoja” como lo pide el Presidente de Fundesa. No se puede porque en Guatemala se matan comunidades enteras de hambre cuando el único trabajo que hay es bajar en tiempo de cosecha, o de quema, o cuando se les obliga a migrar y a vender su tierra. En Guatemala esta situación llegó a límites tremendos, y aún con la Paz sigue habiendo hambre, niños que trabajan en vez de estudiar, jóvenes que aún estudiando deben entrar en el tenebroso infierno de la informalidad.
Porque las causas son históricas (aunque esta palabra huela a izquierda, a comunista, a terrorista…) veo que hay más de un actor en la conformación de esta realidad. El Estado no ha estado solo, ha tenido una élite económica a la par. O tal vez viceversa. Los problemas no los van a solucionar los políticos corruptos de los partidos de hoy. Es mentira, y no faltan pruebas diarias, eso de que “los representantes de los partidos (…) han estado trabajando con la idea de hacer una mejor Guatemala desde que decidieron hacer política”. ¡Ojalá fuera cierto porque confiaríamos en ellos! Pero nadie en Guatemala habla bien de ellos, todos saben que llegan a robar, a hacer negocios.
Si alguien tiene el poder de transformar rápidamente la realidad del país son los empresarios de Guatemala, aquellos que se juntan todos los años en un gran salón de lujo, de uno de los hoteles más caros de la ciudad capital, y le tiran la chibolita a un Estado corrupto y aliado, generador y parte de los negocios… Escuché hace poco una frase que me encantó, “en Guatemala se debe reconocer el valor del trabajo”, se debe saber que la ganancia no puede ser exorbitante, que debe repartirse a través de los salarios y de los impuestos, y que esto se llama “voluntad empresarial”, que junto a la “voluntad política” de los funcionarios públicos debe ser una fórmula con más probabilidades de éxito. Yo no sólo pido la voluntad política, pido la voluntad de los empresarios que parecen progresistas y hablan de dignidad y de desarrollo humano, que se presentan frente al mundo como aquellos mediadores entre la casta política que tenemos hoy.
Estoy de acuerdo, finalmente, con el Presidente de Fundesa. “No se pueden dar el lujo de fallar”, como empresariado guatemalteco que pretende cambiar el país. Confío en ustedes, pues.
Más de este autor