«No Makeup», de Matilde Band

Estoy hablando de No Makeup, álbum debut de la banda mexicana Matilde Band. El disco fue compuesto y producido por el grupo, que está formado por diez músicos.

Lo primero que hay que entender de este álbum es que necesitas tiempo para escucharlo. No es un disco para tener de fondo, no. Este disco merece tu atención.

El estilo de Matilde Band viaja por las complejas alturas del jazz y la atracción del pop. Y aunque suene contrastante, la fusión está perfectamente bien lograda. Las composiciones muestran imaginación, anhelo de búsqueda y experimentación, pero sin pretensiones. Se trata de un disco elegante y estimulante.

Enseguida se nota la habilidad y la calidad técnica de los músicos, así como el amplio rango vocal de su cantante, Mad Rapsodia, cuya voz, además de exhibir potencia, también llega a ser cristalina y tierna.

El álbum abre con la genial Stay Cool y desde ese momento engancha. Le sigue Corazones, primer sencillo del disco, que se pega gracias a un delicioso estribillo interpretado dulcemente por Rapsodia. Para este momento ya es evidente que se trata de un material diferente, lleno de matices, melódico y muy bien ejecutado.

El viaje musical transcurre sin prisa y con absoluto disfrute entre canciones en inglés, español y francés. Al llegar a Work It Out aparecen algunas pinceladas de soul y percusiones latinas, además de la voz de Alonso Lavín, uno de los saxofonistas de la banda, quien además hace un breve coqueteo con el hip hop. Simplemente una canción fantástica.

Dos canciones antes del final del disco llega Sinner Man, mi favorita, una pieza de casi nueve minutos de duración que hace una crítica a la humanidad y a sus fracasos y que concluye con un frenesí intenso, en el que la banda hace un despliegue completo de sus habilidades y provoca, al menos en mi caso, aquello que alguna vez escribí acerca de los orgasmos musicales.

El disco termina con la canción de 17 minutos It’s Raining, digno y complejo epílogo para el disco, en el que la banda improvisa para lograr un final único e inesperado.

Cuando todo queda en silencio, en lugar de levantarme de la silla y dejar aquel salón a media luz, vuelvo a darle play y me encuentro de nuevo frente a esta banda cuyo futuro, sin maquillaje, se presiente brillante.