Neopsicodelia

Y que en ese futuro, como ayer en la tarde, el tráfico se mueve lentamente mientras una tormenta inunda la ciudad y la radio elige a los Black Angels para recordarte que el infierno se puede sentir en la epidermis con solo mencionarlo y que la psicodelia está tan viva como cuando Syd Barret le cantaba a Emily.

Where do you go when heaven calls you?
What do you do? Who do you turn to?
How old will you be when they finally catch you?

La lluvia cede. El tráfico no. El sonido oscuro de The Prodigal Sun es el preludio de las noticias que desde el sur trae el teléfono y que alimentan tu relación amor-odio con una sociedad donde la crisis no cede y la enfermedad amenaza en las esquinas de una próspera revolución que quebró a un país solo porque podía expoliarlo.

Mejor dejar en paz a la izquierda que nunca se puede criticar y volver a la psicodelia. O a aquello que los especialistas de esta área denominan neopsicodelia. Algo que se incubaba en las fronteras del punk con bandas como Echo and the Bunnymen y The Teardrop Explodes.

Lo cierto es que la psicodelia no se agotó en la muerte de los sesenta. Goza de buena salud y no se reduce a una nostalgia por el diseño de las portadas multicolores que se asemejan el test de manchas para saber cuán psicópata podrías ser o a un continuo experimento sonoro de distorsiones de guitarra. Y para resaltar su vigencia, es mejor dejar a Science Killer hacer su propio punto:

Healing, in your chest.
If you can’t see it,
then it don't exist.

Para reforzar el discurso, la lujuria de un Mind Mischief, de Tame Impala, presenta sus propios argumentos:

I hope she knows that I’ll love her long.
I just don’t know where the hell I belong.

Esta maquila se proponía situarse en el futuro, como ayer en la tarde, porque seguramente hay alguna gran historia que espera ser contada al ritmo de Set You Free, de los Triptides, o Insides, de The Soft Moon. Por ejemplo, seguramente alguna de las dos canciones inspiró a dos personas que aseguran que van a intercambiar imágenes por textos y viceversa.

De seguro será difícil superar los estándares de un White Rabbit. Pero la psicodelia sigue allí. Y sin duda está inspirando historias que alguien podrá contar. Ojalá pronto.