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Necesitamos salir de la trampa del empleo agrícola

El salario mínimo, particularmente cuando se argumenta como el mecanismo para lograr el acceso a la canasta básica, sólo involucra a un tercio de la fuerza laboral. ¿El resto? Excluido.
Parte del problema de por qué, como sociedad, hemos sido tan ciegos al interior de la República es que la calidad de la información para tomar decisiones es deficiente. Antes de este siglo no contamos con encuestas de empleo.
Los trabajadores del sector agrícola están expuestos a difíciles condiciones de trabajo.
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Necesitamos salir de la trampa del empleo agrícola

Historia completa Temas clave

La discusión sobre el salario mínimo diferenciado es más complicada de lo que parece. Tiene distintas aristas que necesitamos comprender. Es difícil, no sólo por lo escasa e inadecuada que ha sido la comunicación del Gobierno en el tema, sino también porque es un tema que levanta pasiones y, en el debate, la pasión tiende a ignorar la evidencia. En este ensayo se defiende la propuesta y se exponen los argumentos de por qué ésta puede convertirse en un motor de desarrollo y una posibilidad concreta para generar empleo fuera de las pésimas condiciones del sector agrícola.

El salario mínimo diferenciado para la industria ligera de exportación es, sobre todo, una propuesta pragmática donde coinciden los intereses de desarrollo del interior de Guatemala, los trabajadores informales y agrícolas de la provincia y el sector de manufactura ligera, donde es posible atacar los problemas de pobreza de manera sostenible.  En ese sentido, necesitamos movernos de la búsqueda de la utopía inalcanzable y caminar en el sendero de lo posible, como lo hiciese Cardoso y Lula en Brasil, por poner un ejemplo (Santiso 2006).  Lo que Guatemala necesita son opciones claras de empleo  y que abran el camino para mejores niveles de ingreso, impulsando mayores grados de urbanización y menores niveles de migración.  Ello implica comprender de manera más amplia la economía guatemalteca y las opciones que tenemos para desarrollarnos.

En este ensayo pretendo exponer una defensa del salario mínimo diferenciado para la industria ligera de exportación como un instrumento de política económica y cómo el mismo debe comprenderse dentro de su rol para generar desarrollo económico, reconociendo que la industria de exportación ha sido la respuesta a la generación de empleo y al logro de mayores salarios, desde Inglaterra en el siglo XVIII, a Alemania en el siglo XIX, a Japón y a Corea del Sur en el siglo XX y a China en el siglo XXI (Amsden 1992; Chang 2002; List 2011; Reinert 2008; Studwell 2013).  En ese sentido, el salario mínimo diferenciado para el sector industrial en el interior de Guatemala, como parte de una agenda más amplia, y muy cercana a los ideales que inspiraron a los economistas del Mercado Común Centroamericano, puede convertirse en un motor de desarrollo.

El salario mínimo: ¿instrumento o símbolo?

Cuando se discute el salario mínimo, pareciera que existe una división profunda entre quienes lo ven como  el un símbolo de un Estado autoritario que impone sus caprichos, y aquellos que lo observan como el emblema de un Estado bondadoso que busca construir un mejor país.  Yo lo veo como un instrumento de política económica y, por lo mismo, debemos tener cuidado de asignarle cualidades mágicas que no tiene.  Para ello, es necesario comprender los límites de su poder.

Primero, debemos comprender a quién aplica el salario mínimo.  Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos 2014, en Guatemala el 35.6% de la fuerza laboral son empleados de empresas del sector privado y 2.4% empleados domésticos.  ¿A quiénes no aplica la idea del salario mínimo? Por una parte, un 40.5% de la fuerza laboral está compuesta por cuentapropistas y trabajadores no remunerados (usualmente vinculados a trabajo familiar).  Por otro, un 11.8% son jornaleros a quienes les aplicaría el concepto de salario mínimo diario, pero dada la naturaleza errática de su trabajo, no debe asumirse que realmente trabajan todos los días del mes.  El resto son empleados de gobierno y propietarios.  ¿Qué podemos concluir?  Que el salario mínimo, particularmente cuando se argumenta como el mecanismo para lograr el acceso a la canasta básica, sólo involucra a un tercio de la fuerza laboral.  ¿El resto?  Excluido.

Segundo, debemos comprender cómo funciona el salario mínimo.  El salario mínimo en Guatemala responde a la realidad de la ciudad capital.  Ello no es algo sorprendente.  Esa ha sido la historia de cómo ha funcionado la política en el país desde tiempos coloniales.  Por ejemplo, en la Tabla 1 podemos ver cómo el salario mínimo no agrícola (para simplificar la tabla), se ubica siempre por debajo del ingreso urbano metropolitano, pero siempre por arriba de lo que ocurre en el resto del país.  

Tabla 1.  Ingreso laboral mensual y salario mínimo en Guatemala (2008-2015)

Año Ingreso laboral mensual Salario mínimo No agrícola
Urbano metropolitano Resto urbano Rural nacional
2008       1,609
2009       1,835
2010 octubre 2,383 1,405 1,216 1,956
2011 junio 2,558 1,523 1,376 2,190
2012 junio 2,768 2,511 1,835 2,037 1,379 1,055 2,321
2013 octubre 2,714 1,907 1,478 2,425
2014 3,031 2,399 1,345 2,533
2015       2,647

* Salario mínimo incluye Bono Incentivo.  Errores por redondeo en el número de días por mes.2008 y 2009: no hay datos disponibles. 2012: Ingresos laborales mensuales para 2012 y anterior muestra asalariados (arriba) e independientes (abajo). 2011: sector privado. Fuente: elaboración propia con datos del MTPS e INE, varios años.

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¿Por qué se da dicho comportamiento?  La Tabla 2 nos puede ayudar a comprender lo que sucede en Guatemala a partir de comprender lo que sucede con los salarios mínimos en algunos países de Europa, al menos durante el período 1995-2004.  Se aprecia allí que el salario mínimo se ubica por debajo del 50[1] % del ingreso promedio bruto.  No por arriba del ingreso promedio que perciben los trabajadores.  De esta manera se trata de resolver dos problemas.  Por un lado, hacer que el trabajo formal cubra a la mayor parte de la población, situación imposible si el salario mínimo se ubica por arriba del ingreso promedio. Por otro, al enfocarse en el segmento de la población con menores niveles de productividad, servir de piso salarial.  Lo que vemos en Europa de contar con un salario mínimo por debajo del ingreso promedio, en el caso de Guatemala sólo ocurre para el área metropolitana.  Por ejemplo, para 2014, el salario mínimo, incluyendo Bono Incentivo, era 83.6% del ingreso promedio en el área metropolitana.  Mientras tanto, para el resto de áreas urbanas, el salario mínimo representaba el 105.6% y para las áreas rurales el 188.3%.  Como se ve, para el resto del país no responde a la lógica europea.

 

Tabla 2.  Salario mínimo como proporción del ingreso en distintos países europeos

País Salario Mínimo como porcentaje del salario bruto promedio
1995 1998 2001 2002 2003 2004
República Checa 27 23 34 36 37 37
Eslovenia 41 40 41 42 42 44
España 42 - 35 - - 33
Francia 47-48 49 47-48 46-47 46-48 Na
Irlanda - - 51 49 na 51
Estonia 26 27 29 30 32 34
Países Bajos 48 46 45 45 - -
Polonia 41 40 37 35 36 36
Reino Unido - - 37 38 39 40

Fuente: http://eurofound.europa.eu/observatories/eurwork/comparative-information/minimum-wages-in-europe

 

¿Qué podemos concluir?  Que la política de aumentos de salario mínimo ha respondido a la realidad metropolitana y que ha ignorado al resto del país.

¿Cómo podemos explicar la evolución del salario mínimo en Guatemala?  ¿Por qué hemos dejado que el salario mínimo pase de ser un instrumento de política a un mero símbolo, particularmente cuando hablamos del interior?  Es un problema vinculado con la falta de información y la falta de compromiso a evaluar los resultados de las políticas.

No tenemos datos.  Parte del problema de por qué, como sociedad, hemos sido tan ciegos al interior de la República es que la calidad de la información para tomar decisiones es deficiente.  Antes de este siglo  no contamos con encuestas de empleo.  De los últimos 14 años, sólo contamos con ocho en los que se realizó una encuesta de este tipo.  En lugar de ser información trimestral para mejorar la toma de decisiones, en la mayoría de los años sólo se realiza una (parte de ese problema lo podemos ver en la Tabla 1).  Peor aún, las encuestas se realizan en meses distintos, lo cual genera problemas para comparar dada la estacionalidad de la agricultura, la construcción y el comercio en el país.  La información del IGSS es poco útil en ese sentido, ya que no llega ni a cubrir el 30% de la fuerza laboral.

La falta de información adecuada no permite comprender el impacto de las políticas.  Por ejemplo, llevamos más de una década con el programa de fertilizantes.  ¿Ha funcionado para algo distinto que para comprar votos?  ¿Cuál fue el año donde el sistema funcionó mejor?  ¿Para qué cultivos?  ¿En qué regiones?  ¿Es el problema que debiéramos dar más fertilizantes o que debiéramos dar semillas para nuevos cultivos?  Lo mismo ocurre con el salario mínimo.  Por lo mismo, nuestro conocimiento es imperfecto y poco sofisticado. 

Lanzo una pregunta para mostrar cómo a veces comprendemos el salario mínimo como un símbolo de nuestra bondad y no como un instrumento de política económica.  ¿Debimos haber subido el salario mínimo en las áreas más afectadas por la tormenta Agatha, haberlo bajado o habernos enfocado en otras políticas económicas?  Esa es una pregunta de naturaleza empírica y no teórica, porque va a depender de las empresas que hay en el lugar, el tipo de trabajador que hay y las condiciones de mercado en dicho momento. 

El salario mínimo: no todos los sectores económicos reaccionan igual

La discusión del salario mínimo no es teórica, sino empírica.  Es decir, bajo ciertas condiciones puede generar muchos beneficios para la población.  Bajo otras circunstancias, puede generar muchos daños.

Por ejemplo, no todos los sectores se ven afectados de igual manera ante políticas de salario mínimo.  Las empresas en los sectores de comercio, construcción y servicios para el mercado doméstico no se ven tan afectadas por incrementos del salario mínimo.  Pueden incrementar el precio de los productos finales para acomodar los incrementos en el costo y, a veces, incluso se benefician de una mayor demanda de sus productos.  Por eso, no todas las partes del sector privado se oponen al salario mínimo.  El sector industrial enfocado en el mercado doméstico puede hacer lo mismo siempre que sea mucho más competitivo que los productos que se importan o, de lo contrario, los productos importados se venden mucho más. 

En el caso de los productos de exportación, los aumentos al salario mínimo pueden llegar a ser mucho más problemáticos.  Por un lado, los precios están fijados a nivel internacional, así que no pueden ajustarse por unos cuantos productores guatemaltecos.  Más aún, dada la entrada de mayor número de países a los mercados internacionales, muchos productos han venido bajando sus precios (nosotros lo hemos visto en Guatemala, desde las televisiones y celulares hasta en la ropa).  Por otro lado, el tipo de cambio en Guatemala se ha mantenido estable, mientras la inflación sigue aumentando.  Esto hace que aumentos en el salario mínimo afecten de mayor manera a los exportadores.

En la Gráfica 1 se evidencia mejor esto.  Se muestra la evolución del salario mínimo como lo experimentan tres grupos distintos de productores en Guatemala.  La línea morada representa el impacto que ha tenido para los productores orientados al mercado local.  La línea azul representa el impacto que ha tenido para los exportadores de café.  La línea roja representa el impacto para los exportadores de vestuario.  ¿Qué nos dice esta gráfica?  Primero, que para los productores que venden en el mercado local, el salario mínimo ha generado un aumento en sus costos de 37%, cuando se toma en cuenta el incremento promedio de los precios en el mercado local pero que el mismo palidece con lo que ha ocurrido para los exportadores de café (158%) y mucho más frente a los exportadores de vestuario (225%).

Gráfica 1.  Impacto del salario mínimo en Guatemala en distintos sectores (Índice 1992=100)

Fuente: elaboración propia con información de BANGUAT, St. Louis Federal Reserve.

Los tres índices están ajustados para compararse con 1992, cuando los tres índices eran igual a 100.  Por lo mismo, a 2014, uno puede comparar la evolución de doce años.  puede observar que para los exportadores de vestuario el costo de salario mínimo, en términos reales se ha incrementado de 100 a 225, es decir, un 115%.

El salario mínimo para productores guatemaltecos orientados al mercado nacional está ajustado por el índice de precios al consumidor de Guatemala.  El salario mínimo para el cafetalero exportador está ajustado por: la devaluación nominal del tipo de cambio, el cambio de precios internacionales del café y los ajustes al salario mínimo para el sector agrícola.  Para el exportador de vestuario está ajustado por el componente de vestuario del índice de precios al consumidor de Estados Unidos. 

No todas las empresas son afectadas de igual manera dentro del sector industrial de exportación.  Una empresa que produce químicos y que sólo contrata ingenieros químicos no va a verse afectada por aumentos en el salario mínimo porque sus empleados ganan más que el salario mínimo.  Si es necesario algún ajuste, será para el personal de limpieza, por ejemplo, lo cual no generará problemas a la compañía.  Una empresa de exportación que depende principalmente de la contratación de trabajadores con primaria completa o menos, es decir igual al 60% de la fuerza laboral de Guatemala, sí se vería afectada por esta medida.  Dichos trabajadores, dado su nivel educativo tienden a estar involucrados en actividades con menores niveles salariales ya que su productividad tiende a ser menor.  En ese sentido, cuando se aumenta el salario mínimo en este tipo de empresa, un mayor porcentaje de los trabajadores se ven afectados por la medida lo cual implica mayores complicaciones financieras.  No sólo afecta el flujo salarial mensual, sino también el cálculo de prestaciones y muchas veces la escala salarial de toda la empresa, teniéndose que ajustar para arriba el salario de secretarias, mensajeros, etcétera. Un último componente de cómo afecta el salario mínimo a estas empresas es por la vía de la productividad.  En actividades donde es fácil medir la productividad y se depende mucho de actividades físicas, resulta que es más fácil pagar por productividad, lo cual hace que la empresa y el trabajador ganen más.  Sin embargo, cuando en esta situación se introducen mayores salarios mínimos, la empresa tiene problemas para ofrecer incentivos que atraigan a los trabajadores, lo que hace que los trabajadores se acomoden a producir sólo lo necesario para ganar el salario mínimo, a pesar que podrían producir más para que, tanto ellos como la empresa pudiesen ganar más[2].

Uno podría concluir: Bueno, enfoquémonos sólo en las exportaciones agrícolas o en el desarrollo del mercado interior y olvidémonos de las exportaciones industriales.  Para comprender el problema de dicha propuesta, necesitamos comprender la historia de Guatemala y la historia de desarrollo de Europa y del Noreste de Asia.  El enfoque en los tres grupos de productores descritos en la gráfica nos permite comprender igual número de potenciales futuros por los cuales puede caminar la economía guatemalteca y apreciar el impacto de nuestras decisiones.

¿Nos desarrollaremos a través de la agroexportación?

Guatemala lleva, desde el período colonial, impulsando su economía agrícola, particularmente la de exportación.  Lleva, también desde el período colonial, sujeta a sus beneficios y problemas.  El beneficio es que, en una tierra tan fértil, es relativamente fácil que crezca una variedad importante de cultivos valiosos, como lo ha sido el añil, la cochinilla (en realidad un insecto), el café, el algodón, el azúcar, etcétera.  No puede ignorarse que mucha de la infraestructura del país y la viabilidad de la nación dependió en el pasado de este sector.

Sin embargo, la estrategia agrícola en general, presenta tres graves problemas:

  • Primero, su fragilidad ante eventos climáticos y ante plagas.  Cabe señalar cómo el agro guatemalteco ha sufrido de manera repetida frente  a eventos naturales, desde el huracán Mitch y las sequías en el Corredor Seco a la reciente crisis de la roya en el café.  Todo ello ha afectado de manera negativa al área rural de Guatemala.
  • Segundo, este sector sufre abruptos cambios de precios debido al comportamiento de productores y consumidores en otros países.  El mercado de la cochinilla se vino abajo con el invento de los tintes artificiales en Alemania.  El café ha sufrido crisis constantes debido a aumentos de la oferta en Brasil y en Vietnam.  El algodón dejó de ser relevante ante los subsidios norteamericanos a sus cultivos. 
  • Tercero, este sector depende de acceder a abundante mano de obra barata (por eso el agricultor promedio ganaba Q.990 al mes en el 2014, según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos 2014,) con bajo nivel educativo (por eso el promedio educativo en el área rural es inferior a la primaria completa).  Ello implica que el sector no tiene los incentivos por expandir, de manera universal, el acceso a la educación secundaria y la educación técnica.  Es más, la idea marxista del “ejército de reserva”, donde una infinidad de trabajadores se encontraban desempleados para mantener el salario bajo aplica muy bien para el agro guatemalteco.  Nada mejor que la agricultura de subsistencia para contar con trabajadores dispuestos a migrar durante la época de cosecha.

Hoy, el sector agrícola ha sido un factor importante detrás de la migración hacia Estados Unidos, el bajo nivel educativo de la población y los problemas de salud del grueso de la población.  Por lo mismo, el futuro del desarrollo del sector agrícola en Guatemala estará atado a mayores inversiones, tanto públicas como privadas, en tecnificación y en investigación y desarrollo.  Es del interés de la nación que el sector agrícola dependa cada vez menos de mano de obra barata, por lo que es necesario impulsar la introducción de maquinaria y de técnicas que hagan esto posible.  Pero también de la introducción de distintos cultivos y el aprovechamiento de subproductos que permitan agregar más valor al agro y demanden más personal y más educada.  ¿Qué implica todo esto?  Pues que Guatemala, para poder desarrollarse pasará de emplear 34% de los trabajadores en el sector agrícola a menos de 7%, como sucede en los países desarrollados.  Así que el agro no puede ser una solución al empleo en el país. 

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¿Nos podemos desarrollar sólo con el agro?  No.  Sin embargo, este es un sector valioso, siempre que esté dispuesto a tomar el riesgo de implementar, con el apoyo del Gobierno, nueva tecnología e invierta constantemente en investigación y desarrollo.  El mismo puede volverse una fuente de empleo de calidad para una pequeña minoría, así como una fuente importante de insumos, divisas y tributos.

¿Nos podemos desarrollar a través del mercado interno?

La extrema dependencia en el sector agrícola y la dificultad de lidiar con sus problemas (fragilidad ambiental, fragilidad frente a mercados internacionales, poco impulso a la educación) ha llevado a plantear muchas veces la necesidad de impulsar el mercado interno.  La idea era impulsar la industria (para lograr mayor resiliencia ante plagas e inundaciones), impulsar a las empresas para expandir su mercado doméstico (para desacoplarse de los mercados internacionales) y la promoción de investigación y desarrollo en el agro y en la industria (para impulsar a que más empresas demandasen trabajadores educados). 

Dado el tamaño de la población y su distribución del ingreso, el mercado guatemalteco no ha sido favorable a esta estrategia.  Simplemente las economías de escala no son suficientes para poder competir a nivel internacional.  Ello sólo es posible bajo tres escenarios.  Ampliamos el mercado doméstico, incluyendo a América Central.  Cuando la empresa busca generar economías de escala mediante la exportación.  Y, cuando, en combinación con la idea anterior, se generan barreras a la importación de productos para así mantener precios elevados que permitan a la empresa local competir y obtener ganancias extra-normales para invertir en más tecnología.  Esta, más o menos, era la lógica del Mercado Común Centroamericano: construir barreras para que los países centroamericanos superaran su dependencia agrícola y pudiesen avanzar hacia el sector de manufactura con enfoque doméstico-centroamericano. 

Se lograron avances importantes durante esta época.  Guatemala experimentó sus mayores tasas de crecimiento económico en las décadas de 1950 a 1970.  El conocimiento de nuevas tecnologías y la demanda de trabajadores capacitados se incrementaron en este período de manera notable.  La estructura productiva se sofisticó.

Sin embargo, el modelo no era sostenible (Franko 2007; Reyes and Sawyer 2011).  Raúl Prebisch, quien fue el economista famoso por impulsar la industrialización por sustitución de importaciones, ya en 1963 se había dado cuenta de que el modelo a lo largo de América Latina había sido abusado y que no era sostenible (Prebisch 1963).  ¡Se dio cuenta 19 años antes de la crisis que arrasaría América Latina!  Dos problemas grandes limitaban la posibilidad de utilizar la sustitución de importaciones o el enfoque en el mercado doméstico.  Uno, se abusó de la protección arancelaria y, por lo mismo, las empresas domésticas latinoamericanas no tenían incentivos a introducir mejoras productivas.  Dos, dada la dependencia del modelo en endeudamiento externo y apreciación cambiaria, el modelo no era (no fue) sostenible en el largo plazo a menos que el sector industrial empezase a exportar. 

¿Nos podemos desarrollar sólo con el mercado interno?  Lastimosamente no es suficiente.  La buena noticia es que puede ser una apuesta favorable siempre que vaya de la mano de una estrategia de industrialización para las exportaciones para permitir la sostenibilidad de largo plazo.  Es más, la capacidad para poder multiplicar los beneficios de la industria de exportación, depende de la capacidad de desarrollar los mercados locales.  Mientras exista una mayor cantidad y calidad de vínculos entre las empresas de exportación y distintos proveedores y mercados domésticos (mientras mayor valor agregado se genere en el país por cada dólar que se exporta), mayor es la creación de empleo, mayores los incrementos a los salarios y se mejora la distribución del ingreso. 

¿Otras alternativas?

Otras alternativas, como bien señala un reciente ensayo de Jorge Morales Soberanis en Plaza Pública, es la agricultura de alimentos (yo me enfocaría principalmente en vegetales en dicho caso) y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas.  Uno podría agregar aquí la insistencia que ha existido en el tema de turismo.  Ahora bien, si uno presta atención a la evidencia internacional, este tipo de propuestas sólo han sido sostenibles gracias al motor del desarrollo de la exportación de manufactura.  Corea del Sur y Taiwán en un principio dependieron de la agricultura de vegetales, pero realmente fue la industria de exportación la que permitió su desarrollo y la generación de empleos y de mayores niveles de ingreso (Rodrik 1995; Studwell 2013).  Por otra parte, se puede señalar a Alemania y su “Mittelstand” de pequeñas y medianas empresas enfocadas en innovación y altos niveles de calidad, así como el caso italiano (Berger and MIT Industrial Performance Center 2006; Fear 1997; Piore and Sabel 1984).  Lo que debe recodarse es que las mismas están encadenadas a procesos de manufactura de exportación.  En el caso de turismo, es dudosa la creación masiva de empleo, más allá del empleo para meseros y mucamas.  Tal vez por ello, en la década de 1960, Singapur tuvo que optar por la industria de exportación, pues se dio cuenta que, si bien permitía generar divisas, la creación de empleo en el sector turismo no le permitiría desarrollarse, pues el turismo no dependía de la apropiación constante de mayores niveles de tecnología (Lee, 2000).

¿Nos podemos desarrollar a través de la industria de exportación?

Con la crisis de 1982 el enfoque de la economía guatemalteca cambió.  Pasamos de apoyar la industrialización mediante la sustitución de importaciones al modelo de promoción de exportaciones.  Primero, se redujeron de manera importante los aranceles.  Luego, se buscó aprovechar los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, otorgado por Estados Unidos.  Posteriormente, se impulsaron acuerdos comerciales para buscar mercados en el exterior.  Esto vino de la mano de otras reformas, desde una Constitución Política y la reinstauración de la democracia, hasta los Acuerdos de Paz.

El enfoque, enarbolado por el Banco Mundial, fue principalmente el de impulsar las exportaciones.  La discusión no se orientó hacia qué tipo de exportaciones, lo cual es un problema importante.  Por ejemplo, respecto a productos agrícolas, el principal enfoque ha sido expandir su producción y no el de agregar más valor agregado mediante procesos industriales.  Muchas veces, los mismos empresarios locales son los primeros en defender esta idea, argumentando que “Guatemala es un país eminentemente agrícola” o que “La ventaja comparativa de Guatemala no está en los procesos industriales”.  Éste ha sido un error, pues nos enfocamos en la parte donde las ganancias y los salarios son menores, por no estar dispuestos a asumir el riesgo de mayores niveles tecnológicos y de mayor innovación.  Y, por lo mismo, tampoco hay presión porque el Gobierno adopte políticas para compartir dichos riesgos que traerían beneficios para la población. 

Este es uno de los principales problemas que necesitan corregirse.  Guatemala asumió la idea de que, era suficiente con exportar para lograr crecimiento económico y desarrollo inclusivo .  Pero ello no es completamente cierto.  Si bien la exportación de productos agrícolas y productos mineros puede generar ingresos fiscales para pagar por educación y salud, ello no es suficiente.  La principal razón es que no generan empleo masivo que demande cada vez mayores niveles educativos y que esté dispuesto a pagar por ellos.  Lo que Guatemala no aprendió son las lecciones de las reformas económicas en Alemania en 1870, en Japón en 1870 y en 1950 y en Corea del Sur en 1960, las cuales se fundamentan en la idea de ventajas comparativas dinámicas, basadas en la fortalecer la industria de exportación del país de la mano de inversiones importantes en educación, tecnología e innovación (Amsden 1992; Chang 2002; Lin and Chang 2009; List 2011; Redding 1999; Studwell 2013).  Las exportaciones generan acceso a mayores mercados.  La industria forza a contratar trabajadores más preparados que los que se encuentran en el agro y en el comercio.  La competencia internacional obliga a la capacitación de trabajadores, a promover la adquisición de tecnología y a inversiones en investigación y desarrollo.

¿Nos podemos desarrollar de la mano de la industria de exportación?  Sí, éste es el motor que permite la sostenibilidad del desarrollo, al facilitar la creación de empleos y mejores ingresos.  Esa es básicamente la historia de desarrollo económico de la mayoría de los países desarrollados.  Esa es la historia que cuenta Friedrich List y que ha actualizado Alice Amsden, Ha-Joon Chang y Erik Reinert, entre otros.  Aquí es importante el rol del gobierno y la colaboración del sector privado.  El modelo de Corea de Sur permite comprender dos elementos importantes del proceso en el cual el gobierno se involucra en la política económica: impulsar una estrategia dual para generar empleos (industria ligera) y mayores capacidades productivas (industria pesada); e impulsar la incursión constante en nuevas categorías de productos cada vez más sofisticadas y de mayor valor agregado (y por ende que ofrecen mayores salarios).  También es importante reconocer el rol que tiene el vincular a estos exportadores con los productores locales para así multiplicar las redes de proveedores, el empleo y la transferencia de tecnología y mayores salarios a lo largo del país, lo que implica generar vínculos entre esta estrategia y los sectores mencionados en las secciones anteriores de este ensayo.

El rol del salario mínimo diferenciado

Dentro del contexto de lo presentado anteriormente, ¿cuál es el rol del salario mínimo diferenciado frente a esta discusión?

Primero, el salario mínimo diferenciado viene a incrementar el ingreso de los trabajadores en el área rural.  Si el ingreso de los agricultores es de Q.990 al mes y el ingreso en el área rural es de Q.1,345 (Instituto Nacional de Estadísticas 2014), el salario mínimo diferenciado viene a ofrecer oportunidades de empleo que, incluyendo el Bono Incentivo llevarían el ingreso mensual a Q.1,500.  A eso hay que agregarle el Aguinaldo, el Bono 14, las vacaciones pagadas, y los beneficios del IGSS, tanto en salud como en una futura pensión.  Así que el trabajador rural viene a ganar más que antes.  No sólo eso, lo hace de la mano de mayor atención del Ministerio de Trabajo y Previsión Social.  En cuanto al peligro de la migración de empresas de la capital al interior del país, en el corto  y mediano plazo es poco viable, dadas las diferencias en educación y en productividad de los trabajadores que se contrata en la ciudad capital.  En el largo plazo, se esperaría que la capital siga realizando saltos de productividad mayores para ofrecer mejores oportunidades de empleo.

Segundo, el salario mínimo diferenciado viene a corregir la falta de atención a la realidad del interior de la República.  Como el interior del país ha sido invisible, a los políticos no les había interesado si se generaba empleo o no.  Ante la creciente incapacidad para reducir la pobreza, los progresivos problemas de migración y la vulnerabilidad ante eventos climáticos, los políticos están reconociendo la necesidad de crear empleo no agrícola en el país, lo cual resulta difícil cuando el promedio educativo en el interior de Guatemala ni siquiera es de primaria completa.  ¿Acaso, no es gracias a la discusión del salario mínimo diferenciado que la falta de empleo en la provincia de la República se ha discutido más que en los últimos años?  El salario mínimo diferenciado viene entonces a dar la posibilidad de crear empleo afuera de la capital, fuera del sector agrícola y de las crisis constantes que tiende a padecer. 

Tercero, el salario mínimo diferenciado permite atraer empresas de manufactura en otros departamentos de Guatemala y contratar a trabajadores con bajos niveles educativos, sacándolos así del sector agrícola y del comercio informal que actualmente los ocupa.  De lo contrario, estas empresas ven mucho más atractivo invertir en capital y en mantener cada vez menor número de trabajadores, o emigrar a otros países.  Dada la falta de empleo, sería dispararnos en el pie ignorar esta situación.  Por eso, hay que aprender de Lee Kuan Yew, el famoso Presidente de Singapur.  Fue hasta que el país logró altos niveles de empleo que se dio el lujo de dejar que Mercedes Benz se fuera del país.  No necesitaba que Mercedes Benz se quedara en el Singapur, exigiendo altos niveles de subsidios mientras generaba empleo de baja calidad.  Con pleno empleo, Singapur empezaría a dar dichos subsidios sólo a compañías que ofreciesen mayores salarios y trajeran más tecnología (Lee 2000).

 

Cabe aclarar  que la preocupación del salario mínimo diferenciado para la industria ligera de exportación que ha esgrimido el Procurador de los Derechos Humanos (PDH) no aplica.  Me explico:

  1. La Constitución Política de la República establece claramente que es obligación del Estado tratar de lograr el pleno empleo (artículo 118).  Hoy, el Estado no ha generado pleno empleo.  
  2. Ofrecer salarios mínimos distintos denle el país no va en contra de la igualdad ante la Ley, ni atenta contra el Estado de derecho.  La regionalización de los salarios mínimos es una práctica común, como se ve en Estados Unidos, Japón y México. Los salarios mínimos se regionalizan porque se reconoce que las condiciones son distintas.  Cabe recordar que la Constitución establece que debe existir igualdad de salario cuando hay igualdad de condiciones (artículo 102); en el interior del país no existen las mismas condiciones que en el área metropolitana, ni en infraestructura, ni en educación.
  3. No puede utilizarse el argumento de derechos laborales adquiridos en la ausencia de empleo.  Si el problema fuese simplemente de incumplimiento de los derechos, la política sería distinta.  Cuando el problema es falta de empleo, primero hay que empezar por allí, para así entonces generar la relación laboral y poder hablar propiamente de derechos laborales. 
  4. La propuesta de salarios mínimos diferenciados no atenta contra los intereses de los trabajadores formales de las Municipalidades donde se ha propuesto implementar. Por un lado, porque la tasa de empleo formal en dichos lugares es baja. Por otro, porque no se permite cambiar el ingreso a los trabajadores formales.
  5. Por último, como ya señalé antes, el salario mínimo diferenciado viene a incrementar los ingresos de los agricultores y de la población rural, además que viene a ofrecerles la protección del Estado en materia laboral.

Conclusión

En un artículo que publiqué de manera reciente en Contrapoder indicaba que el salario mínimo diferenciado para la industria de exportación era una de esas pocas políticas en las cuales Jacobo Árbenz y el “Muso” Ayau habrían estado de acuerdo.  No porque compartieran el mismo modelo de desarrollo para el país, sino porque reconocían que la realidad de Guatemala requiere ir más allá de la teoría.  Árbenz reaccionaba ante los pocos resultados de la Revolución Liberal.  Ayau respondía a los pocos resultados de la industrialización por sustitución de importaciones.  La propuesta de los salarios mínimos diferenciados, de una manera u otra, es una reacción ante el hecho que el Noreste de Asia ha logrado desarrollarse más que América Latina y, sobre todo, a la necesidad de basar las políticas públicas en evidencia concreta.

Los mercados internacionales pueden ser valiosos para la creación de bienestar.  Sin embargo, los países con muchos recursos naturales (petróleo, cobre o tierra fértil) pueden caer víctimas de los requisitos de dichos mercados.  Si Guatemala simplemente aprovecha su ventaja competitiva en recursos naturales, particularmente el sector agrícola, no va a crear mercados laborales favorables al desarrollo económico.  Llevamos siglos dándonos cuenta que el modelo no funciona, pero no queremos reconocerlo.  El Gobierno debe actuar de manera decidida en empujar la economía fuera de dicho equilibrio, de manera que sea sostenible.  Ello es posible cuando se reconoce que los sectores de industria y de servicios de exportación presentan economías de escala y donde la adopción de tecnologías y la inversión en investigación y desarrollo pueden llevar a Guatemala a depender poco de sus riquezas naturales y más del conocimiento.  Esta idea, la de ventajas comparativas dinámicas, con amplia evidencia histórica, habla del importante rol que puede jugar el gobierno para desarrollar la economía de Guatemala. 

Es, dentro del marco conceptual de las ventajas comparativas dinámicas, que debemos pensar la promoción de la industria de exportación en el interior del país, que podemos comprender mejor el rol de los salarios mínimos diferenciados.  Al impulsar la industrialización del interior del país, y por ende su urbanización, estamos generando nuevas dinámicas económicas y también políticas. 

Al impulsar el salario mínimo diferenciado para la industria de exportación lograríamos generar empleo en el corto y mediano plazo.  Esto es importante, pero no suficiente.  Es necesario impulsar políticas claras de educación y de apropiación de tecnología y de investigación y desarrollo para crear la capacidad futura de altos salarios para todos. 

 

Referencias bibliográficas:
Amsden, Alice H. 1992. Asia’s next Giant: South Korea and Late Industrialization. New York; Oxford: Oxford University Press.
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[1] La cifra sale de dividir el salario mínimo por el salario bruto promedio y multiplicar por 100.  La idea de dicha operación es comprender cómo se relaciona el salario mínimo con la distribución del ingreso y de los salarios pagados. Como explica el texto, mientras más alto el porcentaje, se debiese esperar mayor informalidad, pues las empresas formales sólo contratar trabajadores altamente productivos.  Mientras más bajo el porcentaje, menor la informalidad, pero también puede se protege menos el ingreso del trabajador.

[2] El argumento está relacionado con dos ideas.  La primera se relaciona al comportamiento que usualmente asignamos a vendedores.  Una empresa puede tener el mismo presupuesto para pagarle a un vendedor, pero dos formas de hacerlo.  En la primera forma, la empresa paga un salario fijo alto y bajas comisiones.  En la segunda forma, la empresa paga un salario fijo bajo y altas comisiones.  Ambos extremos pueden ser negativos, dependiendo del tipo de trabajador.  Pero, en general, uno podría esperar mayores niveles de ventas en la medida que las comisiones son altas y el salario fijo bajo, pues el trabajador tiene los incentivos para hacerlo.  Lo mismo aplica si en lugar de ventas hablamos de producción. 

La segunda idea se relaciona con el tipo de incentivos.  Una empresa puede tener una misma meta y el mismo presupuesto a asignar en comisiones para pagarle a vendedor, pero dos formas de hacerlo.  En la primera forma, la empresa paga Q10 por cada zapato vendido (incentivo lineal).  En la segunda forma, la empresa paga Q.100 tras vender diez zapatos (incentivo no-lineal).  Si la meta de la empresa es vender 10 zapatos por trabajador, los incentivos no-lineales hacen que sus trabajadores busquen de manera más activa alcanzarla. 

¿Cómo se relaciona todo esto con el salario mínimo?  Pues al incrementar el salario mínimo, la empresa tiene menos “margen de maniobra” para establecer incentivos altos que sean no-lineales.  Esto termina generando trabajadores que se acomodan al salario mínimo, cuando podrían ganar más, y empresas que no logran incrementar su productividad.

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