Nadie puede negarme

Se quiere dejar la niñez atrás, se intenta observar desde otras posiciones y explicarse problemas, causas, razones de lo que te rodea, se cuestiona, se debate, se vuelve una rebelde o indisciplinada. Es un proceso que todos experimentamos, y que muchos nos arriesgamos a llevar como filosofía de vida. La pildorita de la verdad se rechaza.

Pensar es descubrirse primeramente a una misma, es después encontrarse en los demás, y por último nunca dejar de buscarse en un contexto y un tiempo (con historia). Ya muy bien lo decía Juan José Arévalo en su tesis doctoral – “Adolescencia: evasión y retorno”- que luego fue publicada por la Tipografía Nacional en la década de 1940. Pensar es también tener la posibilidad de interrogar nuestra realidad, interpelar las relaciones humanas y todo aquello tangible o no que la humanidad ha construido desde que es sociedad y asumió el reto de convivir. Pensar es un derecho que nadie me puede negar, y quién se atreva…

Guatemala tiene que dejar de ser un país de niños y niñas miopes, debemos arriesgarnos a ser un país en el que reflexionemos, analicemos desde sus raíces históricas los problemas que tenemos, que trascendamos las superficialidades de nuestra situación. Debemos encontrar las razones y las lógicas de los procesos económicos y políticos que vivimos. El insulto y la descalificación no son buenas herramientas, nos hacen perder tiempo y energía. Pensar críticamente, reflexionar, analizar: nadie nos puede negar este derecho a pensarnos de manera diferente.

Hoy me reivindico como una mujer pensante. Nadie –ni empresa, ni Estado, ni moral bienpensante– puede imponer el cómo y el por qué de mi pensar. ¿Resentida, envidiosa, sin propuestas…? Sí, si eso significa que me quedo con lo mínimo, con una transformación cosmética. Yo asumo la guatemorfosis de individuos críticos que no se dejen burlar y que busquen la dignidad propia en la construcción de un país que nos involucre en procesos políticos a los hombres y mujeres de esta tierra. No a las empresas, a unas cuantas familias o a unos politiqueros corruptos.

Esto pienso yo. Nadie puede negarme mi derecho a pensar, porque quien se atreva se deberá enfrentar a alguien que defiende su vida y su futuro hasta las últimas consecuencias. Ay de aquel… eso sí lo asumo.