Estoy a favor de mantener nuestra independencia y rechazar la intromisión de otros países en nuestros asuntos internos. Pero promover el derecho internacional, en particular el respeto a los derechos humanos, o la aplicación de la justicia por crímenes de lesa humanidad, es otra historia.
Así, la perorata de Pérez Molina en contra de la Ley de Asignaciones y Compensaciones de los Estados Unidos de América con relación a las adopciones y los crímenes asociados a la hidroeléctrica de Chixoy, requiere análisis. Dejando de lado la falta de credibilidad que ya aqueja al Presidente, creo que si quería reaccionar ante la posición del gobierno de Obama, mejor hubiese sido considerar innecesarias las presiones, y responder con sustento, reiterando su compromiso por llevar a juicio a los responsables de los crímenes, no sólo los de Chixoy, sino cualquiera.
Pero no, el Presidente, y luego la Vicepresidenta Baldetti, descartaron con retórica nacionalista la posibilidad de resarcir a las comunidades afectadas. Primero, y lo más grave, esta reacción hepática de falso nacionalismo atenta contra la dignificación de las víctimas de los crímenes de Chixoy, que denota lo poco que a los mandatarios actuales les importa resarcirles.
Pero segundo, aún si se aceptara que el Presidente y la Vicepresidenta se comportaran como pragmáticos desalmados, atacar de manera imprudente a los estadounidenses puede que termine siendo dolorosamente contraproducente para este gobierno. Y es que, parte de las sanciones que el gobierno de Obama podría imponer, es usar sus votos en los directorios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM), para vetar préstamos para Guatemala.
Entonces, el discurso de Pérez y Baldetti en contra de la presión estadounidense por resarcir a las víctimas de Chixoy podría ser desalmado, pero pragmáticamente conveniente si estuviese en una situación financiera cómoda y anunciar que no recurrirá al BID o al BM a solicitar préstamos. Pero según declaraciones de funcionarios del Ministerio de Finanzas Públicas, nuestro gobierno a través de esa cartera está haciendo exactamente lo contrario, ya que corren desesperadamente para avanzar en la gestión de un nuevo préstamo de US$ 200 millones, precisamente con el BM, y consideran un empréstito de igual monto con el BID.
A ver, ¿estarían conscientes el Presidente y la Vicepresidenta que al lanzar ante los medios sus encendidos discursos antiestadounidenses, al mismo tiempo la Ministra de Finanzas se prepara para ir de rodillas ante los directorios del BID y el BM a suplicar los préstamos que requieren para financiar el presupuesto para 2014? En particular, ¿a suplicar que, pese al voto de los Estados Unidos, el resto de miembros de esos directorios le conceda a Guatemala un préstamo?
Y es que la situación luce políticamente muy grave para Finanzas. Por un lado desafiaron al Congreso al empezar a colocar bonos del Tesoro sin la aprobación legislativa expresa (como sí se hizo en 2010, el último año en el que tampoco se aprobó el presupuesto). Con un Congreso despechado, ¿cuáles son las expectativas de lograr la aprobación de más préstamos? Así que ahora, además del Congreso, tienen a los directorios de los bancos en contra.
Esta situación recuerda peligrosamente lo ocurrido en 2013: en vez de concentrarse en la aprobación de los préstamos que se requerían, el gobierno perdió tiempo con la torpeza de los bonos para la deuda flotante. Ahora, escupen al rostro de a quien luego buscarán para suplicarle un voto para préstamos…
Parece que a los mandatarios hay que explicarles qué pasa cuando se escupe al cielo.
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