Ya sea que trabajen en alguna organización o que lo hagan de manera individual o grupal, o bien desde sus investigaciones y escritos, desde su arte o desde su trabajo anónimo pero perseverante de años, son ellas quienes han mantenido un esfuerzo sostenido y continuo para que hoy gocemos de algunas ventajas que hace décadas no teníamos.
Por mi lado, me consta que, a pesar de todos los obstáculos, están siempre allí cuando se trata de luchar por los derechos de las mujeres. Tienen una fu...
Ya sea que trabajen en alguna organización o que lo hagan de manera individual o grupal, o bien desde sus investigaciones y escritos, desde su arte o desde su trabajo anónimo pero perseverante de años, son ellas quienes han mantenido un esfuerzo sostenido y continuo para que hoy gocemos de algunas ventajas que hace décadas no teníamos.
Por mi lado, me consta que, a pesar de todos los obstáculos, están siempre allí cuando se trata de luchar por los derechos de las mujeres. Tienen una fuerza interior admirable. Muestran su coraje y tenacidad allí donde la mayoría decide abandonar. Su fortaleza interna resiste las pruebas de agua de cielo, de golpes de tierra, del fuego que intenta apagarlas. Ellas actúan porque simplemente ya han vencido el miedo.
Aunque muchas personas aún las insultan y tratan de descalificarlas en su dignidad como mujeres, ellas han aprendido a sobrellevar esa carga de discriminación con valentía y dignidad. Y, sobre todo, han aprendido a defenderse. Y, mejor aún, nos han enseñado con su ejemplo.
Cuando se trata de apoyar la creación de alguna ley de protección y de igualdad para su género, las mujeres que tejen redes para apoyar a otras mujeres están allí.
Cuando se trata de apoyar a un grupo de mujeres cuyos derechos han sido violados, estas mujeres están allí.
Cuando se trata de apoyar a una sola mujer cuyos derechos han sido vulnerados, estas mujeres también están allí.
Solidarias y alegres, comprensivas y abiertas para dar su amor y apoyo, ellas están allí.
Por ello agradezco a la vida por haber puesto a algunas de estas excepcionales, bellas y extraordinarias mujeres en mi camino. Porque me han apoyado sin preguntas ni cuestionamientos, porque me han abierto su corazón y sus brazos cuando he sentido desfallecer, porque me han enseñado con su vida y con sus acciones, con sus palabras y con su orientación. Porque sé que puedo contar con ellas como ellas ahora pueden contar conmigo: mis hermanas, mis amigas.
Porque ahora, a pesar de la sordidez perversa y empecinada de algunos, empieza el tiempo de la cosecha.
Sobre todo para Carmen, Ana Silvia, Paula y Eva. Ellas saben por qué.
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