Después de ese período de aclimatación obligatoria viene el momento de sacar ventaja, de aprovechar las circunstancias para algo más. Si los de arriba roban, saquean el Estado, sacan raja de lo que se les pone por delante, ¿por qué no replicar con lo que se tiene al alcance? La estructura piramidal da para ello. Siempre hay unos arriba y muchos debajo. Para comprender el momento, ¿qué mejor que la astucia, la tendencia a aprovechar los recovecos, las rutas cortas?
Esa realidad se ha ge...
Después de ese período de aclimatación obligatoria viene el momento de sacar ventaja, de aprovechar las circunstancias para algo más. Si los de arriba roban, saquean el Estado, sacan raja de lo que se les pone por delante, ¿por qué no replicar con lo que se tiene al alcance? La estructura piramidal da para ello. Siempre hay unos arriba y muchos debajo. Para comprender el momento, ¿qué mejor que la astucia, la tendencia a aprovechar los recovecos, las rutas cortas?
Esa realidad se ha generalizado como muestra de la degradación social. Los actos antisistema tienden a resultar frustrantes, no generan valor agregado. Lo mismo ocurre con el desgano, con dormirse en los laureles. De esa pasividad se aprovecharán los pilas. El panorama se contagia, los aires se revuelven y es más difícil ver las partes. En la lucha por obtener ventajas se pierde la solidaridad. Todo tiene cara de billete, de negocio. Por ejemplo, solo así se entiende el nivel de deterioro de los sindicatos públicos. Con el ánimo de formar parte de la foto se han prestado a pactar con todo aquel que amplíe sus espacios de oportunidad, les otorgue recursos frescos y les garantice inamovilidad y altas dosis de impunidad. Los pactos colectivos son los instrumentos firmados con fuego que formalizan esas perniciosas relaciones. ¿A quién le importa que el costo de esos instrumentos se transforme en menos para medicinas, insumos, libros, nuevas escuelas, salud y educación al mínimo? Al fin y al cabo, ¿qué son unos cuantos millones para lo que terminan robando ministros y mandatarios, contratistas y empresarios?
Las muestras de degradación social son indicadores que hemos aceptado fácilmente, condiciones de subordinación consciente. Se trata de una disposición incentivada, comprometida y aceptada que busca irradiar para convencer a más personas. Degradación es cuando ahora no basta asesinar, sino sumar a mujeres embarazadas; cuando menores son testigos de esos hechos en lugar de estudiar. Las desigualdades son vistas como disfuncionalidades. Hospitales y morgues son sinónimos. La corrupción es una habilidad, sonreír una excepción y la felicidad una utopía.
Más de este autor