No se limitan a decir que es una mejoría de ingresos que permite a una familia adquirir los bienes que reflejan el estatus de la clase media urbana, como un carro, una casa y electrodomésticos. El contraste más fuerte se hace con las sociedades aristocráticas, como la inglesa, donde el hogar en el cual uno nace determina en gran medida su futuro. Se afirma que es factible escalar en la jerarquía social, aunque eso demore dos o tres generaciones.
En las campañas políticas norteamericanas se revisita continuamente este ideal de movilidad social y se dan ejemplos, como el del mismo Presidente Obama, hijo de un estudiante africano. En ambos partidos se presentó a las nuevas estrellas latinas, Marco Rubio y Julián Castro, como casos extraordinarios de la movilidad social para los inmigrantes que facilita el sistema político y la economía de los EE.UU. ¿Qué tan cierto es esto? ¿Se tratará de simple evidencia anecdótica?
Para verificar empíricamente la movilidad dentro de una sociedad se puede acudir a la genealogía y a la medición de la frecuencia de los apellidos, tanto en la población general como en prestigiosas universidades y en gremios profesionales que además de ingresos proveen prestigio social, tal es el caso de la medicina y el derecho. Eso es lo que ha hecho Gregory Clark y sus colegas para varios países: Suecia, Inglaterra, Estados Unidos, China, Japón, Chile e India. En el caso inglés es posible investigar hasta 10 siglos atrás gracias a los registros de Oxford y Cambridge. La data sugiere que el apellido en estas sociedades es uno de los mayores determinantes del estatus de una persona en la actualidad. Según estos estudios, hasta el 60 por ciento de nuestro nivel de bienestar hoy depende de nuestro linaje, es decir, de cómo le fue a nuestros antepasados.[i]
Si sus ancestros gozaron de un alto nivel socioeconómico en el pasado es mucho más probable que usted continúe disfrutando del mismo en el presente, y sus descendientes en el futuro. Incluso en un país como Suecia, su élite en el siglo XVIII sigue estando sobrerrepresentada hoy día, mostrando una tasa de movilidad similar a la de los EE.UU. e Inglaterra, lo que pone en duda el efecto de las políticas redistributivas de un Estado decididamente pro-igualitario.
Clark profundizó en el tema de los apellidos de la élite económica y política después de proponer su controversial argumento sobre la sociedad inglesa: esta elevó su nivel de vida promedio después de la revolución industrial porque los ricos desplazaron demográficamente a los pobres. Es decir que los pobres no mejoraron, sino que fueron eliminados por el rigor del cambio. Para este historiador económico, la Inglaterra pre-industrial gozaba de mayor movilidad social, aunque hacia abajo. Con la industrialización solo sobrevivió el más rico.
Clark no niega la posibilidad de la movilidad social, pero con sus estudios evidencia que toma siglos, o más generaciones que las pensadas previamente, y que la rigidez de las jerarquías sociales es similar en el tiempo y el espacio, al punto que esto no se trata únicamente de transferencia intergeneracional de riqueza, sino también de herencia cultural y genética. Los genes y los valores de los ricos tendrían, entonces, más probabilidad de sobrevivir en el largo plazo.[ii]
¿Cómo estaremos en nuestro país respecto a la movilidad social? Puede hacer el lector un repaso de la situación de sus ancestros y determinar si su familia está mejor ahora que hace un siglo.
Más de este autor