Dice el Instituto Nacional de Estadística que la principal causa de muerte en el país es la neumonía, seguida por los infartos agudos y la diabetes mellitus. En cuarto lugar encontramos las heridas ocasionadas por armas de fuego. Luego, la «exposición a factor no específico», la diarrea y la cirrosis. Finalmente, en su orden, la «muerte sin asistencia», el accidente cerebrovascular y la insuficiencia cardíaca para completar este macabro top diez.
Morirse es tarea y acto que a todos nos...
Dice el Instituto Nacional de Estadística que la principal causa de muerte en el país es la neumonía, seguida por los infartos agudos y la diabetes mellitus. En cuarto lugar encontramos las heridas ocasionadas por armas de fuego. Luego, la «exposición a factor no específico», la diarrea y la cirrosis. Finalmente, en su orden, la «muerte sin asistencia», el accidente cerebrovascular y la insuficiencia cardíaca para completar este macabro top diez.
Morirse es tarea y acto que a todos nos toca. Y no es deseable ni conveniente la vida eterna al menos acá en el planeta, como lo razonan los guardias que cuidan al condenado a muerte que se encuentra en capilla ardiente al principio de Hombres de maíz, de Asturias, o como lo aprendemos al recorrer los escenarios de Las intermitencias de la muerte, de Saramago. Quedarse para siempre en este mundo sería la peor de las condenas.
Pero lo que da cólera es que, sin pretender fijar cuál debería ser la duración media de la existencia en nuestro medio —porque al fin y al cabo resulta del promedio de la duración dada por las condiciones en las que ya nos encontramos—, sigan existiendo causas de muerte que deberían ser prevenidas.
Si los problemas de salud que moldean las estadísticas de las diez primeras causas de muerte nos indican que acá te matan tanto la pobreza como los malos hábitos de una vida cómoda y sedentaria, si está incluido en la lista el ya enraizado tema de la violencia, no nos resignemos a que nuevas causas pasen a ser parte de la cíclica contabilidad de muertos.
Ya se ha trabajado en visibilizar que la gente se mata en accidentes de tránsito o que también hay muertes prevenibles ocasionadas por disparos de bala al aire. Hagamos ahora una reflexión sobre cómo todos los años muere gente porque los deslizamientos de tierra la matan, así como sobre los resultados de la degradación del suelo y de su erosión como consecuencia de diversas causas, pero ante todo por la falta de un ordenamiento territorial, al que no se le pone atención.
Al inicio de esta semana se escucha la noticia de que han muerto dos niñas de 13 y 9 años como consecuencia de un deslizamiento de tierra. Puede parecer que la muerte de ellas no llama tanto la atención como otros hechos en los que los muertos se cuentan por decenas. Quizá son solamente dos personas y conmueve que sean niñas, pero ojalá fueran la gota que derramara el vaso y al fin hiciéramos algo para evitar este tipo de muertes.
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