Sin embargo, y tomando en cuenta el incremento de estas acciones dañinas en medio de una pandemia que nos conmina a encerrarnos, cabe preguntarse cuál es el verdadero significado de dicha palabra, dado que podría tomarse como una que les resta importancia a ciertas situaciones o acciones machistas.
Si bien el machismo se entiende como la manera de pensar y posicionar al hombre por encima de la mujer, esa conducta es reproducida tanto por hombres como por mujeres. Y es por ello que un juego de micromachismos en una relación entre pares puede llegar a generar un daño imperceptible, que imposibilite la visibilidad de una conducta que establece relaciones de poder.
La división de roles ya no está bien vista. Asignar tareas a hombres y a mujeres por condición de sexo ya no es una práctica que se considere normal. El movimiento feminista, a lo largo de la historia, ha generado una agenda con temas inherentes a las mujeres, y con el tiempo se ha logrado identificar que estos mismos temas también inciden en los hombres. Es por ello que con el paso del tiempo se han ido cuestionando y modificando patrones sociales que se consideraban, y se consideran aún, erróneamente parte de un aspecto cultural naturalizado. En consecuencia, aprender a identificar estos hechos como machismos es fundamental para vivir una vida libre de violencias.
En las relaciones de pareja, de amistad y laborales se presentan muchas de estas actitudes y acciones machistas, que lamentablemente aún se toman como patrón cultural. Sin embargo, cuando estas se presentan, demarcan relaciones de poder tan imperceptibles que no se logra ver a simple vista el daño que puedan causar en las personas. En las relaciones de pareja se da el caso de normalizar conductas o roles sexistas o por condición de género que limitan emocional, física o económicamente a una de las partes.
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Ante esta situación, las mujeres presentan una mayor vulnerabilidad, ya que en esta asignación y división de roles y estereotipos sexistas se les ha impuesto un papel que ignora sus derechos en muchos espacios y ámbitos de la vida, a los que los hombres, por el solo hecho de ser hombres, sí pueden acceder. Como ejemplo de ello, recordemos la limitante que tuvieron las mujeres en casi todo el mundo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando no tuvieron derecho a sufragio, a educación básica y superior, a emitir opinión o a pedir el divorcio.
Actualmente, los llamados micromachismos, como bien se dice, pueden presentarse en las relaciones de pareja, en el ámbito laboral, en el académico o en cualquier interacción que exista entre las personas. Algunos ejemplos de ello son «solo a las mujeres se les puede regalar chocolates y flores», «los hombres no lloran», «las tareas del hogar son para mujeres», «los hombres son los encargados de proveer en casa», «las mujeres son las responsables del cuidado y la educación de los hijos y las hijas», «los hombres pueden salir y hablar con quien quieran, pero las mujeres no pueden hacerlo por ser mujeres», «las mujeres deben ser recatadas», «los hombres pueden hacer lo que quieran de la puerta de su casa para afuera», «las mujeres son las encargadas del cuidado y la alimentación de las demás personas en su entorno», etc. Todas estas frases se traducen en acciones del diario vivir que deben ir siendo identificadas como machismos por mujeres y por hombres para cambiar esos patrones dañinos.
Estas conductas afectan y desgastan a las personas emocional y psicológicamente, al punto de generar diversos tipos de patologías. Es por ello que los micromachismos no son más que conductas machistas en su más amplio sentido que debemos aprender a identificar y subsanar.
En el fondo, tratar de micromachismos sin conocer realmente el sentido del concepto no hace más que minimizar las acciones y actitudes englobadas en él.
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