Agentes de la Central de Inteligencia Americana (CIA, por sus siglas en inglés) y miembros de las FFAA conspiraron durante varios meses, luego de acciones de sabotaje y entregaron el poder a la junta militar. Misma que se integró con los jefes de las diferentes ramas de las FFAA: César Mendoza, director general de Carabineros; José Toribio Merino, comandante de la Armada; Gustavo Leigh, comandante de la Fuerza Aérea; y Augusto Pinochet Ugarte, comandante General del Ejército, quien asumió el mando.
A partir de ese día se instaló una dictadura que durante casi dos décadas, 17 años, sumió al pueblo chileno, en particular a las expresiones del movimiento social y político democrático, en una feroz y brutal represión. El estadio nacional, en la capital Santiago, fue convertido en una gigantesca prisión en la que miles de personas fueron encarceladas, torturadas, desaparecidas y asesinadas.
Operaciones como la Caravana de la Muerte o los atentados internacionales en los que se asesinó a los exministros de Allende, Carlos Prats (1974) y Orlando Lettelier, junto a Ronni Moffit (1976), pusieron de manifiesto la maquinaria criminal instalada. Maquinaria que extendería su brazo a la construcción de la red criminal conocida como Operación Cóndor y que significó la coordinación de los ejércitos de América del Sur para ejecutar a opositores de los respectivos países, más allá de las fronteras. Así fue como personas de Chile,Uruguay, Argentina y Brasil, que buscaron refugio en países distintos al suyo, fueron detenidas, desaparecidas y asesinadas con la venia de los ejércitos nacionales.
La tenebrosa Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), generadora de las primeras acciones represivas, fue sustituida en 1977 por la Central Nacional de Informaciones (CNI) como policía política y organismo de inteligencia al servicio de la represión.
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Al conmemorarse medio siglo del golpe de Pinochet, muchos sitios de memoria serán recorridos por el arte de la música, la poesía, el teatro, la expresión plástica y la acción política. Desde el estadio hoy llamado Víctor Jara, en memoria del cantautor asesinado en sus instalaciones, la Villa Grimaldi, exclínica Santa Lucía, Londres 38, así como otros tantos sitios de memoria, verán llegar una vez más a quienes no olvidan. Homenajes como el de Illapu, Inti Illimani, serán parte de ese ejercicio de memoria colectiva que el pueblo chileno, en cualquier lugar del planeta donde esté, traerá a su memoria.
Chile y Guatemala han compartido historia y, sobre todo, solidaridad y memoria. En 1954, Chile salió a las calles en solidaridad con nuestro pueblo bajo la consigna, “en la buena y en la mala, Chile está con Guatemala”. En 1977, luego de 23 años del golpe del 54 y cuatro del golpe en Chile, la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), develó en el costado poniente del edificio de Ciencias Políticas el mural: “En la buena y en la mala, con Chile está Guatemala”, creado por la mano artística de Mauro Calanchina.
Ahora, cuando en Guatemala se disputa en las calles, centímetro a centímetro, el derecho a construir una nueva primavera, de nuevo coreamos con el pueblo de Allende y repetimos sus palabras: «Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos».
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