Esos miles de guatemaltecos que no quisiéramos que hubiera elecciones nos vemos aún más frustrados con actitudes de ese tipo. Pareciera que para votar, al igual que para conectar, tenemos que usar plataformas virtuales y test de compatibilidad. Así es. A falta de conocer las ideologías (si es que existen) de los candidatos presidenciables mediante foros públicos o a través de su trayectoria tenemos que usar herramientas como ¿Quién es tu 1/2 naranja? (en candidatos.gt), ¿No sabes por quién votar? (herramienta del Movimiento Cívico Nacional —MCN—), Camino al voto y otras que, hago la acotación, no critico, pues son el resultado de esa desconexión político-ciudadana. El problema es que estas herramientas son limitadas y no hay nada como aprender de un buen debate político.
Lo que más me llamó la atención del debate fueron las respuestas que se dieron al tema del matrimonio igualitario. La homosexualidad, el aborto y la despenalización de las drogas son temas controversiales que nos permiten entender los valores de las personas y los partidos que pretenden gobernar. En elecciones anteriores todavía era válido contestar como lo hizo en esa época la señora de Arzú: que la homosexualidad era una abominación de Dios.
En esta ocasión ninguna de las respuestas fue de ese tipo. Eso sí, no faltó la mención de Dios tan típica de nuestros candidatos. Pero ya no son tan homofóbicos, al menos del diente al labio. Esto, probablemente porque la población de Guatemala, sobre todo la joven, no espera respuestas de ese tipo.
Los argumentos van por varios ángulos. Zury Ríos hace la aclaración de que nunca propuso nada parecido durante sus años en el Congreso, que el asunto es tema de esta entidad y que al final de cuentas cada quien con su cuenta con Dios. José Ángel López parte de la premisa de que en Guatemala hay homosexuales conviviendo y tímidamente considera que es un tema de derechos humanos. Luis Fernando Pérez considera que constitucionalmente el matrimonio es entre hombre y mujer. Miguel Ángel Sandoval considera que por Dios bendito el matrimonio homosexual debe aceptarse. Lizardo Sosa advierte que es un derecho y que por seguridad jurídica es importante que exista un contrato que lo respalde. Giammattei también repite que es una cuestión constitucional y propone una consulta popular. Gutiérrez admite que es un tema de tolerancia, pero considera importante separar la parte legal de la religiosa (es decir, no obligar a las Iglesias a celebrar matrimonios homosexuales). Mario David García argumenta que, bajo un punto de vista libertario, cada quien está en el derecho de hacer lo que quiera, siempre y cuando no afecte a terceros. Y Aníbal García también consideró que la consulta popular es el mecanismo para resolver este tema.
A mí me sorprende que Pérez, Giammattei y Aníbal García consideren que sea necesaria una reforma constitucional, más aún una consulta popular, para legalizar uniones homosexuales. En ningún artículo constitucional se establece que el matrimonio es una institución exclusiva para heterosexuales.
Artículo 47. Protección a la familia. El Estado garantiza la protección social, económica y jurídica de la familia. Promoverá su organización sobre la base legal del matrimonio, la igualdad de derechos de los cónyuges, la paternidad responsable y el derecho de las personas a decidir libremente el número y espaciamiento de sus hijos.
Artículo 48. Unión de hecho. El Estado reconoce la unión de hecho y la ley preceptuará todo lo relativo a la misma.
Artículo 49. Matrimonio. El matrimonio podrá ser autorizado por los alcaldes, concejales, notarios en ejercicio y ministros de culto facultados por la autoridad administrativa correspondiente.
El Código Civil sí lo establece de esa forma, pero este es una ley de carácter ordinario que para su reforma no necesita ni reformas constitucionales ni consultas populares. Los debates públicos nos sirven para evidenciar la ignorancia de ciertos candidatos en ciertos temas.
Puede que usted considere que el tema del matrimonio homosexual es irrelevante en esta situación política tan patética, pero no lo es. Los derechos de los homosexuales son derechos de minorías que no deben estar a merced de lo que sienta o piense la mayoría. Yo busco un candidato que entienda que los derechos humanos no son un tema exclusivo del Congreso, sino un tema de todos.
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