Es impactante cuando la tarde de domingo uno abre el actualizador de titulares internacionales en línea y aparece Guatemala en todas partes. Uno se agarra la cara y se acerca a la pantalla en una reacción preocupación-negación al ver lo que está pasando en nuestro país. Masacre en la selva. 27 (otros decían 28 ó 29) muertos en una finca de La Libertad, Petén. Se atribuye a narcotraficantes. Los detalles de las muertes, las hipótesis de las causas y las declaraciones de los funcionarios se escurren entre la sangre y erizan la piel. ¿Será demasiada locura querer no haberse enterado de la noticia para creer que no está pasando?
Como diría Vargas Llosa en su narración de las barbaries en selvas del Congo, “La realidad lo ‘desvirga’ a uno (…) Ser testigo de las cosas horribles que ocurren a diario en este país. Que cometen los demonios negros y los demonios demonios blancos, a donde uno vuelva los ojos”.
La noticia aparece en todos los medios, da la vuelta al mundo y retumba con eco en todas las conversaciones.
En los medios nacionales, hasta ofende seguir leyendo las noticias de otras secciones. “Guatemala quiere ser centro logístico de comercio mundial”, “Nuevo ministro de Economía promete impulsar zonas francas, la generación de empleo y consolidar la Unión Aduanera en lo que resta del 2011”, “Transnacional estrena marca en Guatemala”. Lacera escuchar propuestas de ser centro de negocios, promesas de impulsar la economía o celebraciones por el engrandecimiento de empresas extranjeras en un país con semejantes titulares de violencia, inseguridad y salvajismo social.
¿Será demasiado efecto de choque sentirse realmente amargado, asqueado, desesperanzado y creer que nada es realmente bueno en el país?
¿Cuáles serán los efectos en la psique del guatemalteco de a pie cuando lee estas noticias? ¿Sembrará más miedo, más desesperanza, bloqueo mental? Peor aún, ¿reproducirá más violencia? Otros titulares del mismo día, como “Barbarie en final de campeonato de futbol”, dan algunas señales. Una señora me comentó la noticia de la masacre con una voz totalmente desesperanzada: “Pensé en todas estas personas muertas, pero sobre todo en los que los mataron. De la crueldad con la que actúan, de la falta de cualquier rasgo humano. Del monstruo que estamos haciendo crecer con tantos problemas sociales que generan una sociedad sin oportunidades, sin familia, sin valores. En esas condiciones, cómo nos sorprende que el mal crezca y se reproduzca de esta manera”.
Y, ¿cuáles serán los efectos en la psique del guatemalteco que vive en las zonas donde se generan estas noticias?
Carlos Mendoza, colega columnista de Plaza Pública, publicó data obtenida de la Policía Nacional Civil sobre los niveles de violencia en Petén. De 2000 a 2010 el nivel de homicidios de dicho departamento está arriba del promedio general del país. Está entre los 23 departamentos más violentos de la región centroamericana. Para 2010, las cifras de Petén mostraron un promedio de 326 homicidios al año. Con la cifra del domingo, uno prefiere no pensar las estadísticas del año 2011. Y lo que se viene.
Hace unos meses en un reporte institucional y en reportajes de cadenas de noticias internacionales se exponía que Guatemala estaba a punto de convertirse en un narco-Estado. Apunto: ¿Qué parte de “ya somos” un narco-Estado es la que no queremos reconocer? ¿Cuántas más masacres en la selva (y en la no-selva) debemos tener?
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