Parece una pregunta poco común, pero de hecho, es una pregunta de gran relevancia para el país, porque: hoy en día, el 71% de los trabajadores del interior del país cuentan con 6to primaria, por lo que debemos empezar a generar oportunidades hoy; además, en los últimos 5 años, el interior de la República solo ha creado un 14.8% de los empleos formales del país, siendo la ciudad capital el gran ganador.
Según la ENCOVI 2011, apenas un 6% de los trabajadores del interior, con 6to primaria o menos, logran un empleo formal. Es decir de 2.778,138 trabajadores del interior de la país, solo 171,421 logran un empleo formal.
La situación se va a volver más complicada. Un nuevo comunicado de la Organización Internacional del Trabajo señala que el desempleo juvenil seguirá creciendo en el mundo los próximos cinco años. Y de hecho, que la tendencia en América Latina y el Caribe es a contar con un desempleo juvenil superior al que se sufre en promedio a nivel mundial. ¿Qué vamos a hacer en Guatemala para evitar esto?
Para generar empleo, hay una serie de problemas importantes que deben ser abordados. Por un lado, la baja competitividad del interior de la República, al no contar con la infraestructura necesaria para que el transporte sea rápido y las instalaciones cumplan con estándares internacionales; a lo que se suma la energía eléctrica, que es carísima y no siempre es confiable. Por otro, la mano de obra no solo es poco calificada, sino además, dado el nivel del salario mínimo, resulta que es muy costosa para lo poco preparada que está.
Hoy, el precio de la productividad laboral de un trabajador promedio del interior, es artificialmente demasiado alto. Mientras su ingreso promedio es inferior a los Q.1,047, el salario mínimo (incluyendo bono incentivo) se encuentra por los Q.2,135. Con razón casi no se crea empleo formal allí, según demuestran los datos. Por eso se crea más empleo en la Capital, donde no solo hay más infraestructura, sino además el nivel educativo promedio es superior a 3ero básico.
¿Entonces? Pues lo que debe hacerse es adecuar el salario mínimo a la realidad del interior del país, tomando en cuenta los ingresos que realmente gana la gente en dichos lugares. Es más, el mecanismo para reducir la pobreza en Guatemala es crear más empleo formal, no incrementar el salario mínimo.
No podemos seguir con la lógica heredada por el expresidente Alfonso Portillo, quien elevó el salario mínimo porque era buena publicidad, pero NUNCA hizo una encuesta de empleo para saber el impacto real que tenía en la población.
Esta propuesta no agrada a muchas personas. Por eso es importante discutir sus argumentos.
Se habla que adecuar el salario mínimo a la realidad del interior, es una pérdida de una conquista laboral. En ese sentido, como dijo el Dr. Eduardo Velásquez, en un evento reciente en ASIES: el capitalismo guatemalteco ha sido tan mediocre que ni siquiera genera empleo. Y es verdad, pues solo un 36% de los trabajadores guatemaltecos son asalariados. Es decir, cuando la mayoría de los guatemaltecos no gozan de salario, la prioridad debiera ser generar empleo.
Algunos argumentan que una pequeña mejora no es suficiente, o sea, ganar prestaciones laborales y gozar del IGSS, sino que debe aspirarse a salarios muchísimo mayores. Este argumento pelea con la realidad. Es poco creíble que de un momento a otro, la economía guatemalteca genere empleo con salario de organismo internacional para gente que no cursó más que 6to primaria. Si eso se pudiera hacer fácilmente, seguro solo se podrían generar unas cuantas decenas de empleos, no los más de 200 mil empleos que necesitamos cada año.
Hay quienes fundamentan que la economía campesina es la salvación para el interior de la República. Yo lo dudo, no todo el interior tiene buenas condiciones para cultivos altamente rentables. De hecho, un empleo formal puede ser una mejor opción que tener tierra. Por ejemplo, si el salario mínimo en Jocotán llegara a ser de Q.1,150, a eso habría que agregarle 43% de beneficios adicionales en términos de: bono incentivo, aguinaldo, bono 14, vacaciones pagadas e IGSS. Parece poco, pero si ese fuera el salario de un padre, en una familia de 5, esa familia ya no estaría en pobreza extrema rural. Para lograr algo parecido, muchos campesinos tendrían que incrementar SEIS veces la productividad de su tierra, sin tomar en cuenta el riesgo al mal clima o el cambio abrupto en los precios de su producto.
Reconocer que es necesario adecuar el salario mínimo a la realidad del interior del país, es un paso importante en la dirección de generar empleo hoy. Los números lo evidencian.
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