El Guasón del siglo XX era un antihéroe, es decir, «un personaje que, en una historia, exhibe conductas y características que no coinciden con las presentadas por los héroes convencionales. De esta forma, aunque sus acciones pueden ser consideradas heroicas, sus procedimientos y propósitos no lo son».
En ese orden, los antihéroes pertenecen a las obras de ficción y tienen el mismo rol protagónico de los héroes, pero no tienen las cualidades de estos. Podría decirse que son personas normales, con sus atributos y sus defectos, si bien hay algunas corrientes de investigadores cuyo enfoque del antihéroe está en orden a la persona que «crea su propio código de honor y actúa haciendo el bien según sus propios valores, que bien pueden ir o no en total acuerdo con las leyes convencionales».
He ahí la descomunal diferencia. El Guasón actual es un desquiciado mental con delirios y alucinaciones cuyo origen y desenlace son parte de los infernales entramados en la película.
El filme ha impactado como pocos, y estoy convencido de que los análisis que se deriven de sus enfoques sociológicos, antropológicos, psiquiátricos y criminológicos (entre muchos otros) solo contribuirán a engrosar un cuerpo de criterios de valoración moral que podrían servir (con fines formativos) en las aulas universitarias. Debe entenderse que la película es una denuncia social y pone a ojos vistas las falencias de nuestros sistemas políticos.
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Luego de ver la película, un amigo de infancia me dijo: «Si esto sucede en un país de primera categoría, ¿qué no acontecerá en los nuestros, que son de tercero o cuarto mundo?». Vino a mi mente entonces el año de 1975, cuando cursé una unidad del pénsum de tercer año de Medicina cuyo contenido era eminentemente psiquiátrico. La unidad se llamaba Angustia. En esta estudiábamos la génesis de la angustia existencial y, como parte de la práctica, teníamos que pasar no menos de un mes acudiendo diariamente al hospital neuropsiquiátrico de Guatemala. Nos prepararon psicológicamente, y a quienes teníamos alguna creencia religiosa nos sugirieron prepararnos (también) espiritualmente. Recuerdo que la teoría fue totalmente diferente a la práctica. Se nos dijo que el tipo de paciente con el cual habríamos de interactuar debía ser el mejor tratado. Se nos previno que, para su curación, ese tipo de enfermos tendrían que tomar medicamentos de la mejor calidad posible. Y se nos advirtió de la necesidad de afecto que ellos tenían y de que nosotros, en un momento dado, tendríamos que proveerlo. Al llegar nos dimos cuenta de que la cotidianidad allí era totalmente diferente. Conste que estoy arguyendo con relación al hospital neuropsiquiátrico de 1975.
Encontramos pacientes en total abandono por parte de sus familias y sometidos a un régimen de premio y castigo donde el electrochoque era la respuesta a cualquier conducta que el personal hospitalario considerara inadecuada. Notamos que se les exigía una normalidad que de suyo carecían.
De tal manera, cuando en algún momento de la película (versión 2019) el Guasón dice «no trates a un enfermo como alguien sano», no pude menos que recordarme de aquellos momentos y relacionar dicho apotegma con el aforismo de Viktor Frankl: «Ante una situación anormal, una reacción anormal constituye una conducta normal». Frankl (neurólogo, psiquiatra y filósofo) fue sobreviviente de los campos de concentración nazis, particularmente de Auschwitz y Dachau.
Así, la segregación por razones económicas, la falta de atención a la salud mental de la población por parte del Estado, el desprecio de la sociedad para con el enfermo psiquiátrico y otras injusticias de lesa humanidad como el abuso sexual en menores (que hace mucho tiempo sentaron reales en Guatemala) son puestas al desnudo en El Guasón, sobre cuya versión actual se debe reflexionar con mucha sensatez.
Recordemos que la cuestión de ser o no ser la arguyó William Shakespeare desde finales del siglo XVI con su obra Hamlet. Quinientos años después, nuestras sociedades y nuestros Estados la ignoran o soslayan.
Me pregunto: a causa de esas indolencias, ¿cuántos guasones en potencia habrá en Guatemala?
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