¿Acaso hay alguien que crea que la porquería que embarra al futbol internacional no tiene una expresión guatemalteca? ¿Qué acá no tenemos empresas corruptas que apoyan el deporte y a nuestros propios Blatter y Platini, cada vez más cerca de ser procesados penalmente por corruptos y ladrones? ¿Habrá alguien que se sienta complacido con los 447 millones de quetzales que en 2016 malgastarán el Comité Olímpico Guatemalteco y la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala, recursos de los cuales se forrarán los corruptos que plagan esas instituciones y de los cuales nuestros atletas y deportistas apenas si verán pocos centavos?
¿Y qué se está proponiendo para recuperar el apoyo legítimo a nuestros atletas? Hace un año, en este espacio denuncié la intención de aprobar la iniciativa de ley de creación de fundaciones para el fomento, la financiación y el seguimiento de deportes de alto rendimiento, identificada con el número de registro 4538. En esa oportunidad expliqué que en realidad esta propuesta no tenía nada qué ver con beneficiar a atletas y deportistas y que no es más que la misma porquería de siempre: intentar eludir el pago de impuestos bajo la sombrilla de un propósito aparentemente noble.
Me indigné mucho cuando, en octubre de 2013, los impulsores de este adefesio legislativo tomaron a Erick Barrondo y a un grupo de nuestros mejores atletas cual títeres y los pasearon por todo el Congreso para que fueran ellos quienes pidiesen la aprobación. Barrondo y sus compañeros y compañeras son héroes nacionales por ser líderes mundiales en sus disciplinas deportivas, pero no tienen por qué entender sutilezas técnicas como la diferencia entre una deducción y un crédito del ISR ni tampoco darse por enterados de que las empresas que se beneficiarían de la ley ya gozan de deducciones del ISR por las donaciones que realizan. Lo que saben es que necesitan apoyo legítimo. Pero los abogados al servicio del grupito de empresas que impulsan esta propuesta sí que lo saben y hacen de su conocimiento técnico un arte perverso y deshonesto.
O sea, Barrondo y compañeros no tenían —y posiblemente no tienen— idea de que al apoyar esta iniciativa están siendo perversamente manipulados para que un grupito de empresas y bancos se forren al dejar de pagar impuestos. Probablemente tampoco entienden que dicha iniciativa aleja la posibilidad de solucionar el problema estructural del deporte federado y olímpico en Guatemala: la corrupción.
Hace un año pretendí provocar al pedir por favor que no fuéramos «babosos» y que no nos dejáramos engañar por algo que me parece mezquino e hipócrita. Propuse un reto: si las empresas privadas quieren apoyar a los atletas, que lo hagan con honor y honestidad, no manipulando perversamente a algunos de nuestros jóvenes más valiosos para continuar forrándose a espaldas de otros.
Sin embargo, los hechos son que la iniciativa original fue presentada el 19 de julio de 2012, luego dictaminada favorablemente el 18 de septiembre de 2014 y la semana pasada (martes 6 de octubre de 2015) colocada en la agenda de aprobaciones prioritarias del Congreso.
Quiero pensar que la mayoría de empresarios que participaron en el Enade y apoyaron este y su discurso contra la corrupción son honestos y rechazan esta iniciativa mezquina e hipócrita, que se sumarán a impedir su aprobación, ya que, de lo contrario, el Enade no sería más que una mentira barata, propia de cualquier corrupto.
Por tanto, veamos con atención, en realidad y al margen del discursito demagogo y fácil quién es quién cuando se trata de frenar el abuso y la corrupción.
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