1) Mayor inversión de tiempo, energía y recursos por parte de las hembras en el cuidado de la prole, con relación a los machos –es casi nula en estos últimos, excepto en un 95 por ciento de las especies de pájaros. 2) Alto nivel de competencia entre los machos para acceder a las hembras, que se expresa en interacciones agresivas, especialmente en épocas de apareamiento. 3) Las hembras discriminan, es decir, son selectivas respecto a la pareja; mientras que los machos copulan indiscriminadamente. 4) Además de las diferencias morfológicas, anatómicas, neurofisiológicas y endocrinológicas, hay otros parámetros biológicos bien conocidos como las tasas de mortalidad infantil, longevidad, fisiología, desarrollo y maduración, características sexuales secundarias, y habilidades físicas. Estas diferencias bilógicas están asociadas a diferencias en el comportamiento de ambos sexos, en ámbitos como la sexualidad y la agresividad. [i]
La sexualidad está íntimamente ligada con la agresividad. Ha sido bastante estudiado, por ejemplo, el problema de los celos por parte de los hombres en diversas culturas, en las cuales se establecen dobles estándares para juzgar y castigar la infidelidad, con gran desventaja en contra de las mujeres, pues los hombres aprovechan su mayor fortaleza física para someterlas. Así se han establecido, casi universalmente según Lévi-Strauss (1969), instituciones patriarcales que consideran a las mujeres como un objeto de intercambio, un commodity.[ii] Esta política del sexo, que tiene como objetivo principal controlar la sexualidad de las mujeres, existe o ha existido en la mayoría de sociedades, lo cual parece indicar que, efectivamente, hay procesos evolutivos que están en el origen de este fenómeno –primero biológicos y luego de evolución cultural. Según la psicología evolutiva, en las bandas de cazadores y recolectoras, los hombres sí participaron en el cuidado de la prole compartiendo el fruto de la caza, pero querían garantizarse que su inversión estaba orientada a favorecer sus propios genes y no los del vecino.
De acuerdo a la investigación de van der Dennen, y otros muchos estudiosos de las diferencias en el comportamiento de machos y hembras, uno de los puntos más sólidos es la persistente diferencia en cuanto expresiones de agresión y violencia. Entre hombres y mujeres, las diferencias se mantienen de unas culturas a otras. Por lo tanto, se puede concluir que, en general, “desde el hombre hasta el ratón, con pocas excepciones, el macho de la especie es más agresivo que la hembra, y con mayor frecuencia también es el objetivo [o la víctima] de dicha hostilidad… Los humanos no son la excepción a este principio zoológico”.[iii] Claro que esto contradice las explicaciones psicológicas que enfatizan la socialización como explicación de la violencia masculina, pues dicho enfoque presupone un potencial biológico idéntico de los sexos hacia la agresividad. No obstante, la abrumadora evidencia científica no favorece la hipótesis de la socialización, sino la de un substrato biológico. Uno de los principales mecanismos de estas diferencias en agresividad es el sistema endocrino de ambos sexos. Al respecto, se ha estudiado abundantemente el papel de la testosterona.
Todo lo anterior no constituye una ideología que intenta preservar el statu quo de nuestra sociedad. Por el contrario, para solucionar los problemas debemos entenderlos correctamente, conocer la raíz que los origina. Por eso, simplemente trato de cuestionar muchas de las visiones predominantes en las ciencias sociales, a partir de los aportes de las ciencias naturales, especialmente los recientes avances en genética que elevan a otro nivel nuestro conocimiento sobre la evolución biológica. Por ejemplo, la primatología ya no se limita solo a comparar comportamientos sino también los genomas que podrían estar explicándolos. Además, me interesan mucho las ciencias cognitivas porque son la puerta de entrada para un mejor entendimiento del origen y evolución de las culturas.[iv]
Espero, entonces, que quienes hemos sido formados en las ciencias sociales y las humanidades logremos superar ciertos prejuicios que nos impiden la fertilización cruzada con las ciencias naturales –parecemos especies distintas. Al respecto, vale la pena recordar lo que nos ha dicho el gran naturalista E. O. Wilson: “La sociobiología simplemente dice que los seres humanos tienen una naturaleza, tenemos instintos… En los 70´s, en las ciencias sociales se pensaba que todo estaba determinado por la cultura, la historia y las circunstancias del entorno donde las personas habían crecido, lo cual era evidentemente erróneo, incluso en esa época”.[v] Por eso también nos recuerda lo dicho por Arthur Schopenhauer: Toda verdad pasa por tres etapas. Primero, es ridiculizada. Segundo, es confrontada con violencia. Tercero, es aceptada como algo auto-evidente.[vi]
[i] Van der Dennen, Johan (1992). “Sex Differences in Sexual and Aggressive Behavioural Systems” in van der Dennen (ed.) The Nature of the Sexes, the sociobiology of sex differences and the ‘battle of the sexes’, pp. 107-124.
[ii] Lévi-Strauss, C. (1969). The Elementary Structures of Kinship.
[iii] Van der Dennen (1992: 114) cita a Moyer, K.E. (1987), Violence and Aggression: A Physiological Perspective.
[iv] Un tema interesante en este campo interdisciplinario es la aparición del lenguaje, posiblemente en respuesta a problemas de coordinación, que luego dio paso a lo que algunos denominan el “cerebro social” y a la transferencia del conocimiento de unos a otros. Recomiendo ver el capítulo sobre “The Social Brain” de la serie especial de Charlie Rose con Eric Kandel http://www.charlierose.com/view/interview/10820?sponsor_id=1
[vi] Yo no me considero poseedor de la verdad, pero sí me parece que el método científico es la mejor manera de alcanzarla. En este ejercicio de difusión científica estoy dispuesto a cometer errores, pues solo así se aprende. Por ejemplo, en el anterior artículo –que fue severamente criticado por algunos lectores–, menciono como algo característico de los humanos (implicando exclusividad) la llamada plasticidad del cerebro. Eso es incorrecto. Todos los animales tienen esa misma capacidad de aprendizaje, crucial para adaptarse al medio ambiente que les rodea, para todo aquello que es contingencia. Ver explicación de Eric Kandel al respecto, en esta entrevista (a partir del minuto 22): http://www.youtube.com/watch?v=rHx32Erpyfo
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