La primera, que el origen de la destitución del Presidente paraguayo tuviera únicamente raíces internas; la segunda, pareciera que Lugo tomó una serie de decisiones que lo convirtieron en “blanco de oportunidad”, es decir, él mismo habría contribuido a ponerse la soga al cuello, lo cual me parece un comentario siniestro, además se necesita dar más luz sobre los acontecimientos.
Para la puesta en marcha del golpe parlamentario se combinaron más factores y actores de los que uno imagina. En primer lugar, la tradicional oligarquía local, ampliada y potenciada con la presencia de los terratenientes brasiguayos (brasileños radicados en Paraguay), ambos convergiendo hacia las transnacionales del agronegocio. Este grupo no es para menos: el 85 por ciento de las tierras, unas 30 millones de hectáreas, está en manos del 2 por ciento de propietarios del país. Su actividad ha hecho que Paraguay sea el cuarto o quinto país mayor exportador de soja del planeta. Y cerca del 70% de este grano es producido en terrenos de brasileños.
Historia aparte de este selecto grupo son los subterfugios, para decir lo menos, con que han incursionado transnacionales como Monsanto, como el arrebato de tierras mediante la persecución de campesinos o la cesión de tierras fiscales bajo recursos legales altamente dudosos. Por hoy, se sabe que la mayoría de brasiguayos compró estos títulos, aun sabiendo su dudosa procedencia.
El arribo de las transnacionales de la biotecnología, como ha ocurrido en sucesivos países, ha sido acompañado de fricciones y una dosis de extorsión. En 2011, el Ministro de Agricultura liberó —sin contar con los dictámenes que la legislación obliga—, la semilla de algodón transgénico Bollgard BT de la compañía Monsanto.
Hubo protestas de rechazo particularmente de campesinos, pero la real movilización la hicieron las partes interesadas en el agronegocio. Con auxilio de los medios, se desacreditó aquellos funcionarios y las entidades que presidían, buscando su destitución; asimismo, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de Ley de Bioseguridad, cuyo contenido prácticamente omite las competencias de las entidades gubernamentales encargadas del manejo del tema transgénico (SENAVE; Ministerios de Salud y del Ambiente), ampliando la potestad del Ministerio de Agricultura.
Semanas antes del juicio sumario a Lugo, se dieron dos eventos que contribuyeron a alimentar esa atmosfera conspirativa. El primero es que, la transnacional Monsanto presentó —para ser aprobada—, otra variedad de algodón, doblemente transgénico: BT y RR o Resistente al Roundup, un herbicida fabricado por dicha empresa. El segundo se relaciona con la organización de una manifestación tutelada por la Unión de Gremios de Producción (UGP), de vínculos íntimos con el agronegocio, que se le denominó “el tractorazo” dado que se utilizaría maquinaria agrícola para cerrar las principales vías de comunicación del país. Este movimiento, como señala Méndez Grimaldi, buscaba la destitución de Miguel Lovera, responsable del Servicio de Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE), así como la liberalización de todas las semillas transgénicas para su cultivo comercial.
Las empresas transnacionales y nacionales involucradas en el agronegocio en Paraguay prácticamente no pagan impuestos y de sus ganancias tributan un porcentaje minúsculo de 0.08%: 5 millones de 6,000 millones de dólares de ganancia. Monsanto facturó el año pasado 30 millones de dólares (libres de impuestos) en concepto de regalías solo por el uso de patente de semillas. Aparte factura la venta de las semillas transgénicas. ¿De dónde proviene tanta condescendencia? Del mismo Congreso que se hizo cargo de largar al Presidente Lugo.
En segundo lugar, la lealtad de los partidos políticos tradicionales representados en el Congreso, que no son más que la caja de resonancia de los anteriormente mencionados, y herencia urdida desde tiempos de Stroessner. Del Partido Colorado basta mencionar a su mentor: el General Alfredo Stroessner que, bajo golpes y elecciones fraudulentas mantuvo la Presidencia durante 35 años, adjudicándose el record histórico latinoamericano de mayor permanencia de una dictadura. En cuanto al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) sus méritos, si es que los tiene, surgieron de una “existencia permitida” por la dictadura como oposición “blanda”.
Queda para la historia dilucidar qué razones tuvo Lugo y sus seguidores, para aceptar como candidato vicepresidencial al doctor Franco, hombre salido de la filas del PLRA, y que en el ejercicio de gobierno significó tener un alacrán en la espalda del Presidente.
Finalmente la correspondencia publicada por Wikileaks, da la oportunidad de conocer cuando menos a otros cuatro personajes macabros. Para empezar el Vicepresidente Franco y la Embajada de los Estados Unidos. El doctor Franco ya ¡desde hace cuatro años! se tomó la molestia de buscar al Embajador norteamericano para confesarle sus diferencias —casi diarias— con Lugo, y sus intenciones de desplazarlo de su cargo. Los mismos cables incluso mencionan conversaciones entre este Vicepresidente, el general golpista Lino Oviedo y el expresidente Nicanor Duarte, abogado y protestante, miembro del sempiterno Partido Colorado, para encontrar un modo de acortar el ejercicio del gobierno de Lugo. Dicho plan que incluía eventualmente la formula Franco-Oviedo en la toma de la presidencia, por lo visto ya no hizo necesaria la ayuda de un general influyente pero desacreditado en su país como fuera de él.
Así, Lugo se convirtió en una persona incómoda, pese a que no ha afectado los intereses económicos dominantes, aunque por ahí blande la posibilidad que en el futuro se lleve a cabo la prometida reforma agraria, hasta ahora congelada; de un temor de desplazar, a mediano plazo, la estructura de partidos políticos heredada de la dictadura; de una potencia y unas transnacionales que se sienten agraviadas, ya que las reglas siempre las ponen ellas. Quizás todas estas suspicacias explican mejor el aislamiento que señala Gutiérrez.
Lo del conflicto de tierras en Curuguaty que culminó en una trágica matanza, y excusa para desaforar al Presidente Lugo, no hace justificable la actuación del Congreso, sabiendo que el Presidente abogaba por una solución negociada del conflicto.
Al final, lo que queda claro es que la conspiración se inició el mismo día en que Lugo asumió el cargo.
Referencias
O Paraguai: de tropéis e tropelías.
Monsanto golpea en Paraguay: Los muertos de Curuguaty y el juicio político a Lugo.
Detrás del retorno de la mafia de Stroessner, la inteligencia norteamericana.
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