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Los Zetas y su manifiesto de guerra en Guatemala

“No quiero que publiquen eso. Nos van a calentar la plaza y se los va a llevar la chingada”, le dijo a Quitzé.
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Los Zetas y su manifiesto de guerra en Guatemala

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El conflicto entre grupos mexicanos de narcotráfico tiene ya un nuevo escenario: Guatemala. Periodistas, expertos e investigadores consideran que al unir las pistas parece que los Zetas están preparando el terreno para un conflicto con sus rivales fuera de las fronteras de México.

Quitzé, jefe de redacción de un periódico del Saltillo, recibe una llamada mientras está en el D.F., según él lejos de dónde trabaja y sobrevive a las balas de bandas del narcotráfico.

Balas que especialmente ponen los Zetas, que tomaron el control de lugar por la fuerza y casi no reciben resistencia. La llamada, dice,  es del “comandate”. Lo dice tan natural y con un dejo de respeto a una  autoridad.  Como cuando se le habla  a un alcalde o a un diputado. Pero es el mandamás del Los Zetas en Saltillo.  Lo llama para recordarle lo básico si se es periodista y quiere sobrevivir en estas ciudades mexicanas: no se debe decir nada sin tener la certeza que no incomodará a ningún líder de las bandas del narcotráfico.

“No quiero que publiquen eso. Nos van a calentar la plaza y se los va a llevar la chingada”, le dijo a Quitzé.

El Comandante pedía que no se publicara nada sobre granadas que lanzaron a un centro comercial y que había dejado heridos.

“Así es la cosa, así es con ellos (Zetas)”, dice Quitzé resignado. “Sino haces caso te levantan (secuestran)”.

En Guatemala el pasado fin de semana llegó la primera amenaza, supuestamente de este grupo en Guatemala, advirtiendo a los medios de comunicación para que “le bajaran” en la cobertura. “Prensa bájenle a tanta mamada antes que la guerra sea contra ustedes” decía la manta que fue colocada en Xelajú Quetzaltenango.

Además justificaron el asesinato de los 27 campesinos explicando que trabajaban para alguien que surtía de droga al Cártel del Golfo; antes aliados y ahora enemigos de los Zetas.

“La guerra no es contra la población civil, ni con el gobierno, mucho menos con la prensa así que llévenla tranquila, es contra aquellas personas que trabajan con el (cártel del) Golfo y la contra (grupos de cárteles unidas contra los Zetas). Otto Salguero es uno de los más importante surtidores de cocaína del Golfo y los que pagaron sus vidas son trabajadores que le mantienen su organización”.

Mantas similares aparecieron por primera vez en México en el 2004.

“Eran iguales, amenazando a periodistas y explicando el por qué de algunas muertes”, dice Raymundo Pérez, periodista mexicano que cubre las balaceras. Incluso fue secuestrado por una célula del Cártel del Golfo para torturarlo y mandar un mensaje: no querían periodistas cerca que informaran sobre la sangre.

¿Es un mensaje anunciando una guerra? “Pues ya lo tienen. En México todos están contra los Zetas: el gobierno, los otros grupos de narcotraficantes a quienes llaman La Contra,  los ciudadanos.  Sus formas no son bien recibidas porque extorsionan y expulsan a las personas de sus ranchos”, explica Pérez.

En Guatemala ya hay registros en Alta Verapaz que los Zetas han expulsado de sus fincas a los dueños, arrebatándoles dinero y ganado. También lo hicieron con narcotraficantes locales, a quienes les arrebataron todo como una especie de botín de guerra.

A su imagen y semejanza

Pérez cree que el conflicto entre las bandas ya fue exportado a Guatemala.

Eduardo Buscaglia, consultor  de la ONU sobre crimen organizado, declaró que hay diferencias bien marcadas entre Los Zetas y el Cártel de Sinaloa, al que los narcos guatemaltecos se habían aliado desde los años noventa para el tráfico en el país.

“El cártel de Sinaloa le da libertad a los grupos que están con ellos para que funcionen como crean conveniente. Pero los Zetas buscan que sus grupos actúen como ellos, que sean a su imagen y semejanza. Claro, utilizando la violencia extrema”, dice Buscaglia.

Es por eso que la violencia que utilizan en México la replican en Guatemala. De hecho en México llaman a los Zetas de forma despectiva (y cómo una estrategia de comunicación de los otros grupos criminales): los mataniños.

Entre el 2008 y 2009 el líder de los Zetas en Guatemala era Raymundo Almanza Morales, alias El Gori o el comandante “Ray”. En esa época fue cuando los Zetas desafiaban abiertamente a las autoridades en Alta Verapaz: atacaron a policía, secuestraron a policías y les arrebataron carros militares al Ejército. Una demostración de poder.

Diego Osorno fue quien escribió el libro “El Cártel de Sinaloa: Una historia del uso político del narco”, explicó que el cártel de Sinaloa no trata de demostrar poder sino más bien lo copa. “En Guatemala seguro que está desde hace mucho tiempo. Pero ellos son (en comparación con otros grupos) más quirúrgicos para trabajar. Pues usan al Estado por medio de sobornos, de compra voluntades. Y si usan violencia la es selectiva, con objetivos definidos”.

Según Osorno, el cártel de Sinaloa pertenece a la “vieja escuela”, porque son un grupo de “estirpe” del narcotráfico, en comparación con los emergentes Zetas, exmilitares, que están empezando y necesitan ganar espacio a la fuerza, como sucede con cualquier mafia ascendente.

“Es cómo que una empresa telefónica llega a una ciudad a tratar de imponerse. Serán agresivos con ofertas, campañas de comunicación y e incluso con desinformación; se crea una guerra comercial. Si pasas eso a la lógica del narcotráfico  habrá violencia porque ellos (Los Zetas) necesitan ganar espacios”.

En Guatemala ya lo están haciendo. Primero están desplazando al cártel de Golfo, su antiguos aliados. “Están matando a quienes ya conocían. Tomando el control de la ruta del Caribe, Izabal, Verapaces y parte de Petén. Además intentan ingresar a Chiquimula”, dice un investigador antinarcóticos.

Agrega que la verdadera “guerra” será cuando intenten copar espacios en Santa Rosa, la costa Sur y San Marcos, que históricamente han sido territorio del cártel de Sinaloa.  “Antes de intentar ocupar más lugares deben asegurar su espacio propio. Parece que casi lo lograron. Después podrían intentar llegar a la Costa y será cuando se vea fuertes enfrentamientos”, explica el agente.

¿Cuándo? “Esperemos que nunca”, dice. “Si lo hacen Guatemala sería un Estado más de México para la narcos”.

*La semana pasada, Plaza Pública publicó siete columnas y un editorial sobre la masacre en Petén. Colocamos los enlaces a continuación:

 

Editorial: Juzgar a los asesinos (17.5)

Se busca Leviatán, por Roberto Antonio Wagner (17.5)

Masacres de la Selva, Petén 2011, por Karina García-Ruano (17.5)

Y llegaron, por David Martínez-Amador (18.5)

Lo que pasó en Petén nos horrorizó, por Sonia Pérez (19.5)

Tiempo, subjetividad e impunidad, por Alejandro Flores (19.5)

Misericordia y terror, por Ivan Briscoe (19.5)

Cría kaibiles y te crecerán Zetas, por Iduvina Hernández (20.5)

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