Hasta antes del viaje, todo hacía suponer que él, más que su antecesora, tendría amplios espacios para asumir el liderazgo de la integración subregional, pues si bien Costa Rica es la puerta ancha para los diálogos con China, y el estorbo que hacen las relaciones de los otros países con los “regala cheques” de Taiwán, complica construir relaciones regionales con las grandes potencias, un presidente costarricense visionario entendería que los micro países ya no se salvan solos, así los chinos les construyan grandes estadios. Pero resulta que también Nicaragua tiene ya abiertas puertas con China, y en algunos casos parecen más amplias y altas, por lo que la suma de esfuerzos de dos micro países es más que indispensable para un mejor relacionamiento con grandes potencias y, juntos, hilvanar relaciones que potencien a todo Centroamérica.
Sin embargo, don Luis Guillermo no actuó con mirada centroamericana sino, por lo que parece, con el corazón americano que en alguna medida se le construyó a su paso por las aulas maiamesas. Haciendo caso omiso de la importante frontera común que con Nicaragua tiene Costa Rica, optó por girar imponente la cabellera y pasar de largo por el cielo vecino. Visitó a todos sus otros futuros colegas regionales, dejando claro a quien le preguntase que con Nicaragua la relación continuará fría, dadas las demandas territoriales levantadas internacionalmente por su vecino y que con Ortega no habla, ¡no y no!
De esa cuenta, Solís muestra que no representa nada nuevo en el escenario político regional, donde los dirigentes responden a las miradas cortoplacistas y miopes de sus oligarquías. Nicaragua es un importante vecino para Costa Rica, y enfriar las tensiones habría sido la misión principal de un estadista. Pero como el nacionalismo a ultranza ha sido el instrumento de los sectores conservadores para mantener su control, el electo presidente costarricense no se quiso salir del guion.
Obediencia que se hace más que notoria cuando en la composición de su gabinete ministerial, entre los primeros nombres propuestos, la tercera parte ya ocupó carteras en anteriores gobiernos. Nada de cambios abruptos. Más bien parece que, como dicen sus críticos, se cambió para no cambiar.
Y la película parece más que clara cuando en el proceso de composición de la Mesa Directiva del próximo Congreso, el grupo de Solís quiere tener el control, cuando no cuenta con la mayoría necesaria.
Hábiles, en cambio, los que responden a Araya han declinado tener puestos en esa Mesa, actitud que también ha asumido el Frente Amplio, con lo que serán los partidos pequeños los que dirijan el Congreso, necesitando negociar siempre con estas dos fuerzas opositoras que, siendo las más importantes, aún se miden y observan para saber hasta dónde pueden lograr que Solís, aunque sea más de lo mismo, no lleve más al país por el despeñadero. Porque en el juego de ‘quien se pone la túnica verde’, tal parece que Solís ‘sin querer queriendo’, cada vez más se aproxima en las palabras y las obras a los Arias, causas y razones de la crisis social y económica que vive la Costa Rica de hoy.
Para muestra, el botón hermoso que dejó en su visita a Guatemala: Sabiendo que la única carta importante en política exterior del régimen militar guatemalteco es la liberación de las drogas (y tal parece que no sólo los estupefacientes), llegó y con voz clara y dura dijo que eso no va con él, y que el combate a ese ejemplar libre negocio se lo deja a la fuerza y la violencia, sabiendo que en Costa Rica las condiciones para un combate frontal son mucho más limitadas que las guatemaltecas, y más que enterado que Costa Rica es ya parte importante en el trasiego de las drogas. ¿Para qué venir a Guatemala si vendría a desairar al gobernante vecino al despreciar el único tema novedoso de su propuesta exterior? Su viaje más que posicionar a una Costa Rica centroamericanista, lo que hizo fue ratificar, desde antes de llegar al poder, que será un peón dócil de la política exterior norteamericana.
Nada nuevo, pues, se puede esperar en el proceso integrador centroamericano con los nuevos gobernantes costarricenses. Tendremos promesas, palabras, abrazos, pero ausencia total de acciones concretas que permitan el libre tránsito de personas y productos por fronteras que hacen cada vez más micro nuestras economías. Tal vez por ello el viaje lo hizo sin haber nombrado a su futuro(a) canciller, quien tendrá que ser alguien que dentro o fuera del partido acepte a pie juntillas la agenda que el Departamento de Estado ha impuesto ya a la subregión, entre cuyas cuestiones principales está el debilitamiento del régimen orteguista y el combate al mercado de drogas sólo con la represión violenta de los comerciantes e intermediarios, pero la solapada aceptación de productores y consumidores. Ningún gesto efectivamente centroamericanista se producirá, pues, durante la gestión de Solís y esto sí es la pérdida de una valiosísima oportunidad.
Por esto, y muchas cosas más, causa extrañeza que columnistas internacionales que suponen conocer la región continúen imaginando a don Luis Guillermo como un representante de las izquierdas latinoamericanas, y le pidan diarias y constantes demostraciones de que no tocará el imperio Arias e impondrá el libre mercado a ultranza que todos pregonan pero nadie practica. Las dificultades económicas del país hacen que intente acciones osadas, las que no podrá realizar si permanece atado al pasado y a discursos privatistas que sólo enriquecen a pocos.
Recuperar la calidad de vida de la mayoría de la población no es sólo consecuencia sino, en las actuales condiciones del país, una causa importante para retomar el crecimiento y el desarrollo, lo que implica un Estado co inversor y protector férreo de los derechos ciudadanos. La salida de los call centers es sólo la muestra que este tipo de empresas son tan golondrinas como las maquilas, y que ninguna economía seria se puede sustentar en su presencia. El retiro de la transnacional Intel no es sino la muestra, también, de que si en la producción no entran altos componentes de conocimiento y capital nacional, maquilas como ésas también vuelan cuando ya no necesitan esa mano de obra barata. Ambos hechos son consecuencia de algún temor porque el futuro Presidente tiene en su biografía algunos chisguetes de izquierda.
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