Es la venta de políticas nefastas que nos hunden más y que muchos se sienten obligados a comprar, de discusiones que nunca llegan a tocar los temas de fondo. De plata nunca se habla. Es una política descarada, sucia, que nos escupe a diario, una política que me avergüenza.
En nuestro país la política es sinónimo de pobreza, de falta de hospitales, de ausencia de abono para la milpa. La política, en Guatemala, es muerte. Es cierto que existe otro tipo de política, pero solo estamos acos...
Es la venta de políticas nefastas que nos hunden más y que muchos se sienten obligados a comprar, de discusiones que nunca llegan a tocar los temas de fondo. De plata nunca se habla. Es una política descarada, sucia, que nos escupe a diario, una política que me avergüenza.
En nuestro país la política es sinónimo de pobreza, de falta de hospitales, de ausencia de abono para la milpa. La política, en Guatemala, es muerte. Es cierto que existe otro tipo de política, pero solo estamos acostumbrados a las mentiras, a los chantajes, al atropello, a la manipulación y la amenaza. Esa es nuestra política nacional, la que aparece en los periódicos y la que se atreve a decir que política solo se puede hacer de esa manera. Todo lo demás es crimen e ilegalidad. Calamidad es: política en Guatemala.
Estamos con Liza Noriega en Santa Cruz, Alta Verapaz. La pastoral de la mujer del lugar nos ha invitado a hablar sobre el panorama electoral. Alrededor de 50 mujeres poqomchies, de todas las edades, muchas de ellas sin saber leer y escribir, están reunidas para escuchar sobre las próximas elecciones. Mientras nos preparamos saltándonos las diapositivas que no sirven, me pregunto qué podemos decir. Acá no existe el “fortalecimiento de la democracia” o la “institucionalización de los partidos políticos”, como comenta Liza al salir del salón parroquial.
Decidimos simular una papeleta de votación. Hacemos ver cómo no un votar, cómo votar correctamente, para que sea válido el voto. Mostramos cómo anular su voto, porque muchas de ellas lo están pensando. Ya no creen en la política, ya no creen que deben confiar en alguien, y ya no se tragan el cuento que tienen que votar por votar. La política es burla.
Cuando la política es el porqué de estar cargando a un niño de pecho enfermo de neumonía por 15 días, las elecciones parecen absurdas. Cuando nos reprochan el soborno de un candidato a alcalde que les pasa por debajo de la puerta Q100 junto con su propaganda y ven al alcalde actual enriquecido por arte de magia, ¿qué podemos decir?
Una realidad incierta, a la deriva, construida por políticos aliados a inteligencias y agentes del crimen organizado, empresarios de mala saña y narcotraficantes, para toda una sociedad. La política de los partidos políticos y del Estado guatemalteco frustra en los mejor de los casos, pero arranca la vida a miles de personas. Para las mujeres de Santa Cruz, del caserío la Isla y Valparaíso, las elecciones no son la oportunidad del cambio, no son realmente trascendentes. Trabas, robos, más de nada, eso es la política. Hastío.
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