Los días muertos

Histórica y actualmente, la muerte aparece por todos lados. Y aquí hablo de la muerte violenta, inoportuna, cruel. Esa muerte que en este país a todos nos ha tocado sentir, a veces de cerca, a veces, con suerte, de lejos.

Este primero de noviembre, visité el Cementerio de Chimaltenango, para llevar flores al mausoleo donde están los restos de familiares lejanos. Los cementerios en estas fechas, no son tan tristes. Familias enteras cargadas de flores, comida, arreglos cada vez más extravagantes, barriletes. Adentro, un señor con un micrófono y un par de bocinas da mensajes de bienvenida “a los hermanos chimaltecos que vienen el día de hoy a visitar a sus seres queridos que descansan en el profundo sueño eterno” con música tropical de fondo.  Y afuera, los que no pierden el tiempo, dos futuros candidatos a alcalde, de los partidos TODOS y Lider, haciendo de las suyas. Calendarios 2014, para los que no caen aún en el sueño eterno. Y barriletes morados con el logo del partido, para los niños. En el camino, las piedras aún son evidencia pura y dura de la campaña anterior. Al regresar a la ciudad, las caras de otro par de políticos aparecen por todos lados. “La solidaridad es el camino” y “Echemos punta!”, dicen. Echemos por la borda la ley Electoral, también.

Mientras esas caras maquilladas y retocadas se asoman, queriendo parecer amigables, honestos y confiables, los miedos y los muertos también se asoman en la ciudad. A la muerte parece no importarle si faltan 2 años más para que alguien diferente venga a ofrecernos erradicar su presencia. A la muerte no le inmuta las pretensiones de chalecos de colores ni de luces navideñas anticipadas. Los muertos de todos los días, los choferes, las mujeres, los niños, los jóvenes que han sido detenidos en seco por balas, no están para escuchar que vamos para adelante.  Parece que la fórmula más sencilla, aquella de dejar que tus acciones hablen por ti, no existiera. Lo pintado, lo superficial, el discurso, es la regla.

Y en medio de todo, al principio del penúltimo mes del año, el día de muertos nos permite reclamar un poco de aquello que no podemos controlar. Porque los colores y las canciones, los calendarios y las sonrisas de cartón no sirven ante esto. El día de muertos nos hace sentir que tenemos un poco de conexión, de sentido sobre lo inexplicable. Y nos aferramos a lo que nos ofrece un poco de estabilidad y fiesta, a lo que nos da un poco de unión frente a la miseria de todos los días.