Los chapuceros de siempre

El psicólogo que la impartía arrancó la exposición con una sentencia lapidaria: “a lo que aspiramos en esta institución, es a formar jóvenes que no sean chapuceros”. Casi 22 años después recuerdo esta frase y la identifico como una de las mayores plagas que azotan a la nación y su sociedad. Nos hemos convertido en, o quizás siempre fuimos fanáticos de la chapuza, aquel trabajo mal hecho o deber mal cumplido que refuerza el círculo vicioso de la mediocridad y la espiral descendente de los valores y la vida.

Una obra de teatro que era presentada también en la década de los noventa, relataba jocosamente cómo en Guatemala se planificaba y ejecutaba el viaje de una nave espacial.  El final de la obra era perfecto al momento de describir el lanzamiento: durante el conteo regresivo irrumpe en escena un actor que grita para que detengan el proceso, ha descubierto un error en los cálculos y la nave fallará el objetivo de destino. Los otros actores que en la trama se encontraban a cargo del lanzamiento se miran entre ellos, hacen una pausa y exclaman: “¡así que se vaya!”. En el escenario es fantástico, en la vida real cuantas veces nos ha tocado presenciar situaciones similares que sobre lo real, pierden toda la gracia.

Y es que no se le puede encontrar gracia a ejemplos como la dársena del Puerto de Champerico, o el nuevo Aeropuerto Internacional “La Aurora”. No, no se detenga a pensar en la posible corrupción como argumento, concentrémonos en la chapucería de la ejecución y de la administración. En Champerico, las fallas fatales no son por robar en materiales o en comisiones, ¡son de diseño!; y en el Aeropuerto, podrá ser el mejor de Centroamérica pero nadie le da mantenimiento a los baños, al aire acondicionado o trata de que no existan rótulos pegados en hojas de papel bond.

Las tesis de grado en las universidades, los documentos informe de consultoría, las evaluaciones de impacto, estudios de factibilidad y demás documentos que se les ocurra; parece que son apreciados más por volumen que por calidad de contenido. No hay una cultura de excelencia que debería ser generada para y apropiada por las nuevas generaciones. En el tema de obra pública, hace casi cinco años me hizo el siguiente comentario un amigo español que vive en el país desde hace 15 años “cada vez que pregunto quién hizo algo que funciona o perdura en Guatemala, resulta que fue Ubico”.

Al fin de cuentas cada quien contrata lo que quiere contratar, pero que no nos engañen, como le sucedió a mi buen amigo Pavel Flores, quien llevó un par de zapatos para cambio de suela y pidió que le hicieran “un chapuz”. A la semana, la suela del zapato se zafó y al plantearle el reclamo, el zapatero respondió con toda propiedad “usted pidió un chapuz, y chapuz es chapuz”.