A pesar de que se pueden tener objeciones respecto al porcentaje faltante, a la forma en que se recopiló la información y a otras cuestiones, en general es posible utilizar los datos para encontrar transformaciones en los 16 años que han transcurrido entre el censo de 2002 y el de 2018. En general, se esperaba que el resultado presentara una mayor población, particularmente entre los pueblos indígenas u otros que no fueran necesariamente ladinos. Es de resaltar que ahora se tomó en cuenta a la población «afrodescendiente», no necesariamente garífuna. De ahí que esa precisión permitiera diferenciar diferentes ciclos y circunstancias de llegada de población de origen africano. Pero, sin duda, la mayor sorpresa la dieron los xinka.
Los xinka han sido el pueblo originario de esta región ahora llamada Guatemala quizá menos investigado. Comparado con sus vecinos mayas, los xinka han estado relativamente al margen de las grandes narrativas históricas del país. O eso creemos, de nuevo precisamente por la poca cantidad de trabajos sobre ellos. Su población se asienta actualmente en la región suroriental del país y, al igual que los poqomam, más que en un territorio continuo, están establecidos en una serie de islas étnicas. Durante mucho tiempo se dio por sentado que este idioma estaba relacionado con los nahuas, dada la cantidad de préstamos léxicos que posee del náhuatl centroamericano (Romero, 2017). Otras veces se asumió que se trataba de un idioma emparentado con las familias lingüísticas centroamericanas. La poca importancia dada a este grupo, además, supuso que se trataba de un idioma xinka.
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El trabajo de Chris Rogers (The Use and Development of the Xinkan Languages, 2016) analiza el patrón histórico y dialectológico del xinka y determina que este es una familia (xinkana) que consta de cuatro idiomas diferentes. Y esta familia, a la vez, es una que al parecer no está emparentada con las otras centroamericanas, la utoazteca o la maya, aunque de estas últimas dos posee bastantes préstamos. Al parecer, los xinka poblaron amplias extensiones de terreno durante los siglos anteriores y hasta en tiempos recientes, dada la abundante toponimia en esos idiomas en el oriente y el centro del país. Además, hubo (¿o hay?) población xinka en varias aldeas o caseríos de las cumbres de las Pinulas, al oriente de la ciudad de Guatemala, y más hacia el norte, hacia San Pedro Ayampuc y la cuenca del Motagua. En Twitter varios colegas aportaron su conocimiento sobre microcontextos xinka o sobre toponimias.
En 2002 los xinka eran 16,214 personas, mientras en el de 2018 se autoidentificaron como tales 268,223, un crecimiento mayor al 1,600 % en 16 años, el más impresionante de todas las identificaciones etnolingüísticas. Después de los acuerdos de paz comenzó un lento proceso de recuperación de la identidad xinka, el cual se aceleró con la llegada de una mina al lugar y el argumento de la no existencia de población indígena en los alrededores. La organización social, la toponimia, los títulos comunales y la historia local, más que la vestimenta y el idioma, fueron los marcadores más sobresalientes y nos recordaron que la identidad étnica no solo debe definirse por un conjunto mínimo y específico de rasgos, sino que —como las culturas— es un proceso variable y particular. Dary (2010) resume muy bien algunos de estos últimos años de etnogénesis o resurgimiento de lo xinka.
Los xinka tuvieron mucho que ver en el surgimiento de la República de Guatemala. Fue precisamente en la intersección entre comunidades poqomam y xinka (la Montaña de Jalapa y alrededores) donde Rafael Carrera construyó su núcleo militar y organizó la toma de la ciudad de Guatemala entre 1837 y 1839, con lo cual le puso fin al proyecto federal centroamericano y edificó el republicano. Sin duda, los xinka tuvieron mucho que ver en ello, pero solo un análisis detallado de las milicias locales (Sarazúa, 2013) y de los patronímicos quizá ayude a recuperar el papel fundamental de dicho pueblo en las grandes transformaciones de la primera mitad del siglo XIX. Por otro lado, ¡felicidades a los xinka por su reconstitución etnolingüística!
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