Lo regional es una quimera

Con esa presentación queda claro que a pesar de la debilidad acumulada en materia de política exterior y donde la Cancillería tiene un papel secundario casi escondido, las aspiraciones del mandatario rebasan con creces las pocas posibilidades que ofrece la región.

Es evidente que en los últimos meses se han suscitado una serie de discrepancias que hacen ver que la posibilidad de concretar la integración centroamericana seguirá siendo un objetivo a la distancia, cada vez más distante. Cumbres presidenciales frustradas, realizadas a medio pelo; suspicacias por la presidencia del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) en manos del poco apreciado Daniel Ortega; visita del presidente electo de México convertida en bilateral, originalmente pensada como reunión de varios; rivalidades entre El Salvador y Guatemala, por ver quién logra hegemonizar la relación bilateral con Estados Unidos, donde el primero se ve desplazado de su posición privilegiada de los últimos años.

Eso me hace recordar los capítulos posteriores al llamado período de la independencia, donde las rivalidades y desconfianzas de las élites de las Provincias de Centroamérica echaron por la borda alternativas para conjuntar esfuerzos y enfrentar desafíos en forma conjunta. Ese capítulo se repitió en el proceso integracionista de los sesentas y parte de los setentas, después de períodos sostenidos de crecimiento económico, el motor se apagó en medio de causas externas no resueltas por una región donde sus partes miran a distintos lados, menos hacia dentro.

Contra todas las apuestas, la posición de Guatemala, en cuanto a promover nuevas alternativas en la lucha contra el narcotráfico, tiene más apoyo de Costa Rica y Panamá, que de los socios tradicionales (el resto del Triángulo Norte). Así las cosas, lograr el apoyo de toda la región no representa un objetivo político relevante. La convergencia con los mandatarios de México y Colombia no es una casualidad. Desde la Cumbre de Las Américas, se presagiaba que el planteamiento iniciado como una ocurrencia, tomaría forma hasta su forma actual. Mientras la agenda nacional atosiga la mente y agenda del Presidente y mira su día llena de demandas, presiones y clavos, muchos generados por su supuestos cercanos y aliados, la agenda internacional en ascenso es un espacio oxigenador, donde caben las propuestas, los apoyos de actores de ligas mayores; catarsis externa, en tanto lo interno camina lento.