En el último terremoto del siglo pasado se habló hasta la saciedad de “reconstruir”, afirmación que líderes como Manuel Colom Argueta cuestionaban, pues insistían en que era la oportunidad para construir una nueva sociedad. Los criollos de 1773 optaron por la huida, cargando los costos del traslado en los mestizos, indígenas y afrodescendientes.
Manteniendo el símil, bien podemos decir que el sistema de justicia no puede ya ser reconstruído, siendo urgente la construcción de un nuevo sistema de selección, promoción y organización totalmente independiente de los poderes Ejecutivo y Legislativo, basado sí y sólo sí en la calidad e independencia de sus miembros. Y esa construcción no puede beneficiar sólo a los poderosos de siempre, sino funcionar de manera rápida y certera para todos, sea en casos de tortura y exterminio, corrupción, delitos contra la vida o la propiedad privada.
Los militares que nos gobiernan, que hasta para cumplir con sus tareas castrenses han demostrado haber sido mal entrenados y educados, al grado que se roban entre ellos los pertrechos de guerra, le asignan tareas de control de aduanas y de calles a sus colegas, haciéndolos quedar mal pues a todas luces se ha demostrado su fracaso en ambas actividades, para nada responsabilidad de las fuerzas armadas, han manoseado de tal manera el sistema de justicia que son directamente responsables de los daños sufridos.
La justicia independiente es elemento indispensable para que una sociedad se fortalezca y desarrolle. Ponerla al servicio de un sector o grupo no solo la corrompe, sino al final de cuentas perjudica hasta a los que en un primer momento creen ser sus beneficiarios. Hoy las cortes están a merced de quienes quieren sanciones solo para sus adversarios y absolución de todas sus faltas, sin embargo, ¿que sucedería si en el conflicto López Bonilla – Lima Oliva, este ganara el control de jueces y pusiera tras las rejas a su rival? La ruleta puede parar donde menos se lo esperan y sin justicia efectivamente independiente todos estarán a merced de sus temporales enemigos que, evidentemente, como sucede en toda disputa entre carteles y familias, surgen de entre ellos mismos como consecuencia de la disputa de los despojos de sus saqueos y tropelías.
Es por ello que resulta más que importante resaltar la figura del juez Carlos Barrios, ese desconocido especialista en marcha que hace apenas una semana debió eliminar, a su pesar, a su compatriota, el esforzado medallista Erick Barrondo. Los aficionados y los nacionalistas a ultranza le han acusado de todo, llegando a afirmar que por el simple hecho de ser connacionales debía haberlo apoyado. Sin embargo, el excelente marchista guatemalteco en la emoción de la competencia cometió los errores suficientes para hacerse merecedor a la sanción. En ese deporte, las tarjetas de amonestación se cuentan por el país del juez que las emite, por lo que al tener las de tres jueces de países diferentes la eliminación debía ser ejecutada, así fuera a pocos metros de la meta. Nuestro paisano sumó amonestaciones de México, Venezuela y Puerto Rico, por lo que el juez Barrios no tuvo más que decretar su eliminación.
Carlos Barrios actuó con independencia, basado en los criterios y las normas de su especialidad, y lo pudo hacer porque todos los demás exigían de él una actuación al margen de su nacionalidad y simpatías. Porque estaba allí no porque Barrondo o amigos de él lo llevaron. Pudo actuar con independencia porque además de que es un deportista honesto, estaba allí para arbitrar y no para favorecer a los amigos y paisanos. Nadie le dijo antes que favoreciera a uno u otro, tenía las normas y reglas y actuó de acuerdo a ellas y, además, Barrondo y su esposa, otra gran atleta nacional, no opinan ni opinarán sobre qué jueces nacionales deben participar como tales en futuros eventos. Barrios podrá seguir o no haciéndolo sin necesidad del apoyo de los atletas.
Imaginemos por un momento a los miembros de las salas, CSJ y CC ante situaciones como la descrita: Para cualquier fallo, los poderes fácticos (grupos de golpistas, alianzas neo fascistas y poder económico) dirán de antemano cómo fallar, los que les escogieron lo hicieron para cobrarles favores y no por sus calidades profesionales, y para permanecer en el cargo –ser reelectos– deben quedar bien con los que siendo parte de esos poderes forman parte de los grupos seleccionadores. ¿Podrán ser independientes y honestos como lo fue Carlos Barrios? Difícilmente.
Para tener un sistema de justicia en el que los Carlos Barrios del derecho puedan construir un país donde se aplique la ley a todos, sin distingos, es necesaria la construcción de un nuevo sistema de justicia, que pasa por otorgarle total independencia y basar sus procesos en una carrera judicial completa.
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