He escuchado algunos argumentos serios en contra de la aprobación del préstamo del Banco Mundial Crecer Sano por 100 millones de dólares estadounidenses destinado a reducir el altísimo índice de desnutrición infantil crónica, una de las peores vergüenzas nacionales de Guatemala. Por ejemplo, que no conviene aprobarlo ahora porque solo vendría a alimentar la corrupción voraz del gobierno de Jimmy Morales, que sería solo un paliativo o una medida aislada porque lo que en realidad se necesita es un programa amplio e integral para enfrentar un problema de raíces estructurales y que la erradicación de la desnutrición infantil debería financiarse con impuestos justos, no con deuda pública, entre otros.
Todos estos argumentos son motivados por preocupaciones legítimas y técnicamente sustentadas. Quienes estamos a favor de la aprobación de ese préstamo estaríamos dispuestos a encontrar soluciones técnicas para atender esas preocupaciones. Se podría aprobar ahora, diferir su ejecución para enero de 2020, al inicio del nuevo gobierno, y, al aprobarlo, lograr que los partidos políticos que compiten por la presidencia en estas elecciones de 2019 presenten propuestas específicas para las medidas que complementen el préstamo, así como conformar un plan nacional integral para la erradicación de la desnutrición infantil, reconocer que el préstamo permite disponer de recursos en el corto plazo, mientras que la obtención de recursos corrientes adicionales requiere tiempo, y definitivamente cambiar de gobierno. Soluciones técnicas hay.
En todo caso, la misma representante del Banco Mundial en Guatemala ha repetido hasta el cansancio que ese préstamo no es de esa entidad financiera internacional, sino de Guatemala. Como guatemalteco, debe ser el esfuerzo honesto por lograr un país libre de desnutrición infantil. Vergüenza nos debería dar en Guatemala que nos tengan que decir esas cosas, así como el hecho de que, si el Congreso de la República no lo aprueba antes del 22 de marzo de 2019, el préstamo se perderá.
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Pero ¿por qué en Guatemala no podemos corregir esta vergonzosa situación?
Ocurre que el préstamo está pendiente de aprobación, pero no porque haya elevados debates técnicos en los que se discutan preocupaciones legítimas como las mencionadas o sus soluciones. El préstamo no se aprueba porque el Congreso de la República controlado por el pacto de corruptos demuestra desinterés por él por ser una operación de crédito técnicamente diseñada y porque no les resulta atractivo a los diputados acostumbrados a pellizcarles algo a los recursos públicos.
Además, en el Congreso se tienen otras prioridades. Con sus descomunales y característicos descaro y desfachatez, el diputado Fernando Linares Beltranena nos lo mostró con claridad hiriente durante el programa radial A primera hora, de Emisoras Unidas, del miércoles pasado. Sin pudor alguno declaró que él cree que más importantes que la aprobación del préstamo Crecer Sano son las reformas a la Ley de Reconciliación Nacional, las cuales dejarían impunes a varios militares procesados o condenados por crímenes de lesa humanidad o por violaciones graves de los derechos humanos, o las reformas a la Ley de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo y al Código Civil, las cuales, al mejor estilo fascista, constituyen un ataque abierto a las organizaciones independientes y críticas del Gobierno.
Linares Beltranena nos ejemplifica la afición dictatorial más rancia de quienes dirigen hoy el Congreso de la República: un grupo de diputadas y diputados, afortunadamente no todos, pero por desgracia un grupo creciente y cerca de ser mayoritario para el cual lograr que los militares queden impunes de los crímenes de guerra que cometieron es más importante que empezar a erradicar la vergonzosa desnutrición infantil.
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