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Mi papá, que me vio en esos trances, una tarde llegó con un montón de libros usados, los colocó en la mesa y me dijo: «para que te entretengás”
Tipo de Nota: 
Opinión

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22 de Abril de 2022
Palabras clave

Eran las 11 de la noche y deambulaba por mi casa como suelo hacer a esas horas. Iba a mi habitación cuando de repente una especie de revelación se me instaló en el cerebro: «ya no me gusta Leer”. Fue un ramalazo que me paralizó el corazón y las manos empezaron a sudarme frío. ¿Cómo era posible aquello? ¿Sería, en verdad, cierto? Incrédula, estaba a punto de desmayarme. No era posible que, de pronto, Leer dejara de gustarme.

Claro, lo reconocí en ese instante, no fue una cosa que se diera de la noche a la mañana. Empezó con la pandemia, esa horrible plaga que nos impusieron a inicios del 2020. De eso hace ya poco más de dos años, las cosas han cambiado. Primero, fue dejar un libro por aquí, otro por allá, ambos luego de unas cuantas líneas. Me dediqué casi por completo a las plataformas en Internet tratando de atrapar fractales que me permitieran la sobrevivencia no solo del virus sino del miedo. 

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