Este fenómeno no ha discriminado a ningún país de la región y, por lo tanto, se ha logrado infiltrar en todos, convirtiéndolo en una verdadera preocupación regional.
En encuestas realizadas en Latinoamérica, la violencia conforma uno de los problemas más importantes según los ciudadanos. Por ejemplo, en un sondeo realizado por Latinobarómetro, en 2007 “la delincuencia era un problema importante para el 17% de los habitantes de la región, frente al 9% que opinaban así en el 2004”. Este sentimiento de inseguridad se puede atribuir a la constante exposición de violencia que vemos dentro de todos los medios de comunicación. Sin embargo, la inseguridad no es solo un sentimiento, sino una realidad concreta que afecta al sector social como también al sector económico y al sector político de los países.
En los últimos años, se ha visto un incremento en los índices de homicidios, secuestros, asaltos, violencia juvenil, narcotráfico y crimen organizado. Según el economista argentino Bernard Kliksberg, “el índice de homicidios se ha duplicado desde 1980 hasta alcanzar niveles que podrían calificarse como epidémicos”. En un estudio realizado por Foreign Policy, en Caracas la tasa de homicidios se ha incrementado un 67% debido a la violencia del crimen organizado y del narcotráfico. Estos son solamente dos ejemplos de muchos que rodean a toda la region latinoamericana. Consecuentemente, en la mayoría de los países afectados por la violencia, este problema ha tomado prioridad dentro de las políticas públicas del Estado y en la agenda del Ejecutivo, ya que la inseguridad ha creado un sentimiento de anarquía dentro de la sociedad.
Descifrar la solución de esta problemática es poco plausible sin antes determinar las causas y los factores que promueven esta epidemia. Las causas que incitan la violencia varían entre los países. Sin embargo, hay ciertas causas que comparte la región. Como primer ejemplo, se señala a la economía de los países: en varios de los países se ha visto que cuando la economía es vulnerable la violencia incrementa. Dentro del tema de la economía, hay varios factores que afectan directamente la incidencia de la violencia. Por ejemplo, si la economía del país es inestable, existen índices muy altos de pobreza y desigualdad. Esto resulta en la exclusión de personas al sector productivo y laboral. Estas personas se ven vulnerables ante estos factores y buscan otras alternativas de supervivencia que, la mayoría de veces, resultan en actos delictivos.
Otra causa que comparte la región es la falta de educación o la pobre educación que reciben los ciudadanos. En muchos países de Latinoamérica los índices de analfabetismo son elevados y los sistemas de educación son muy pobres, dejando excluidos a grandes sectores de la sociedad. En un mundo de alta competitividad, el sector laboral es cada vez más complejo y en la mayoría de trabajos se requiere más que la educación mínima y, en consecuencia, esto resulta en la exclusión de muchas personas. La mayoría de estas son jóvenes. Según estadísticas, de cada cuatro jóvenes uno será excluido del sistema educativo y, consecuentemente, del sector laboral. En su mayoría, estos jóvenes serán vulnerables a participar en actividades criminales y a pertenecer a pandillas o maras.
Una causa crucial es la creciente presencia del narcotráfico y del crimen organizado dentro de las sociedades latinoamericanas. Con la creciente demanda de la droga, los mercados del narcotráfico se expanden cada día más y, por lo tanto, cuando crece la demanda la producción debe crecer a la vez de manera exponencial. Es tan grande el mercado del narcotráfico que ha logrado difundir y penetrar en todos los sectores de la sociedad. Al igual que el narcotráfico, el crimen organizado se ha incrementado en latinoamérica y se ha logrado infiltrar dentro de las sociedades de esta región. Sin embargo, lo más importante de estas dos problemáticas es que los poderes de estos han llegado a penetrar instituciones del Estado y, consecuentemente, han corrompido y desestabilizado estas.
En mi opinión, una de las causas más relevantes de la inseguridad es la presencia de la impunidad dentro de los sistemas de justicia. La impunidad no solo deja en libertad a la violencia y a sus diversas acciones delictivas, sino que también la condona y la transforma en una parte de la vida cotidiana de los ciudadanos. La mayoría de los países latinoamericanos han sido señalados por sus deficientes sistemas judiciales y por lo mismo su pobre institución policial. La impunidad promueve el sentimiento de inseguridad dentro de la sociedad, ya que los ciudadanos se sienten abandonados por las instituciones que por obligación deben protegerlos.
Los costos que provoca la violencia dentro de nuestra sociedad son graves, ya que no solo afectan las vidas humanas, sino que también el ambiente económico y el ambiente político del país. En el aspecto social, el constante papel que desempeña la violencia en las vidas de los ciudadanos crea sentimientos de inseguridad y victimizacion. Cuando las fuerzas del Gobierno no responden a la demanda de protección de parte de los ciudadanos, estos se ven forzados a tomar la justicia entre sus manos. Este fenómeno, entonces, promueve la creación de sanciones extrajudiciales, como los linchamientos y las ejecuciones. Al final, estas acciones paran creando una cultura de odio y de violencia dentro de la sociedad.
En una columna de periódico, Carolina Escobar Sarti establece que los guatemaltecos “estamos enfermos de violencia, nuestra niñez sigue presenciando linchamientos, asesinatos, violaciones y suerte de hechos que están normando una visión de mundo”. Los ciudadanos le reclamamos, cada día con más fuerza, a nuestros gobiernos que curen a nuestros países de esta epidemia de violencia que nos tiene atrapados. En mi próxima columna exploraré las diferentes medidas regionales y nacionales que han tomado países latinoamericanos al igual que entidades internacionales, para erradicar esta grave enfermedad.
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