En otros términos, Guatemala está así porque nosotros y nosotras, la ciudadanía de a pie, no cambiamos nuestras conductas y actitudes.
De esta manera, los autores materiales e intelectuales de este tipo de campañas mediáticas –gente ligada a las grandes corporaciones del país– pretenden con su discurso manipulador y acusador culparnos de la situación del país. Como si el talante “positivo” bastara para solucionar grandes problemas como la delincuencia, el narcotráfico, la ...
En otros términos, Guatemala está así porque nosotros y nosotras, la ciudadanía de a pie, no cambiamos nuestras conductas y actitudes.
De esta manera, los autores materiales e intelectuales de este tipo de campañas mediáticas –gente ligada a las grandes corporaciones del país– pretenden con su discurso manipulador y acusador culparnos de la situación del país. Como si el talante “positivo” bastara para solucionar grandes problemas como la delincuencia, el narcotráfico, la corrupción y la desnutrición. Es más, para la gran mayoría de connacionales, quienes a duras penas subsisten fajándose de sol a sol, sería injusto pedirles que den más de lo que ya dan: para muchos y muchas eso significaría la muerte. Una cuestión a todas luces irracional.
Por otro lado, actualmente muchas comunidades mayas, xincas y ladinas –a quienes les asiste el derecho a la nacionalidad guatemalteca– se encuentran defendiendo su territorio, donde han vivido por muchas generaciones, de las agresiones de compañías nacionales y transnacionales, que cuentan con la connivencia estatal, las cuales buscan apropiarse de sus tierras prácticamente a la fuerza –sin consultarles ni proponer alternativas de diálogo orientadas a la construcción de una agenda social y política que beneficie a las comunidades– para dedicarlas a actividades que destrozan el medio ambiente y atentan contra la vida –un derecho fundamental protegido por el artículo 3 de la Constitución– como la explotación minera, los monocultivos como caña de azúcar y palma africana, y las hidroeléctricas. Una situación análoga a la de la película Avatar, donde a los Na’avi no les quedaba de otra que defenderse de la invasión capitalista humana, si es que deseaban salvar sus vidas y su hogar.
Por ello resulta irracional, encubridor, injusto, manipulador e indignante el discurso que Silvya Gereda, Pedro Trujillo y compañía –voceros y voceras de las grandes corporaciones– se han encargado de propagar, llamando terroristas y desestabilizadoras a las comunidades que se resisten, con toda justicia –porque es una acción legítima en defensa de la vida y de la dignidad de las personas afectadas–, a la invasión de tales compañías. Irracional porque trata de justificar en nombre del “desarrollo” el uso de la violencia contra personas que nunca les han agredido, ni debido algún centavo, como para que sea posible definirlas de “criminales”. Encubridor e injusto porque hace parecer a las víctimas como las culpables, dejando en la impunidad a los verdaderos delincuentes: la élite empresarial. Manipulador porque intenta que el resto de la ciudadanía crea esta argucia. Finalmente, indignante porque se pone de lado de los agresores, de quienes no les importa cegar la vida de personas, plantas y animales si con ello logran su cometido: generar ganancias y acumularlas –el culto a la muerte en contraposición a la vida.
En suma, vemos como Guatemala está plagada de discursos tramposos que pretenden endilgar a las víctimas –la ciudadanía– la culpa de la situación del país, encubriendo de esta forma la responsabilidad de la élite económica en la mantención y reproducción de las estructuras injustas –coloniales– que hacen que este país condene a la mitad de su niñez al flagelo de la desnutrición. Del mismo modo, se busca que no nos percatemos de la urgencia de los cambios estructurales que este país necesita para cambiar, para dejar de ser una finca, para ser otra Guatemala. Una nación incluyente en la que todos y todas estemos representados.
Más de este autor