Los estudiantes de la Universidad de San Carlos han decidido hacerle la guerra a una mafia institucionalizada a base de miedo y amenazas. Desde el año pasado, de manera tácita, la batalla que seguramente viene fraguándose desde hace mucho ha continuado. La instauración del Consejo Facultativo, con más de 10 asociaciones diferentes, es una articulación importante que permitirá hacer presión para unas elecciones retrasadas autoritariamente.
Este rescate es, ante todo y esencialmente, una...
Los estudiantes de la Universidad de San Carlos han decidido hacerle la guerra a una mafia institucionalizada a base de miedo y amenazas. Desde el año pasado, de manera tácita, la batalla que seguramente viene fraguándose desde hace mucho ha continuado. La instauración del Consejo Facultativo, con más de 10 asociaciones diferentes, es una articulación importante que permitirá hacer presión para unas elecciones retrasadas autoritariamente.
Este rescate es, ante todo y esencialmente, una demanda sancarlista. Lo es porque para los sancarlistas tiene un papel diferente en la dinámica universitaria y estudiantil. Son los representantes de cada uno de los cuerpos facultativos, tienen voto en el Consejo Superior Universitario y hay voz que se puede y debe escuchar. Esta lucha cuestiona a las otras organizaciones estudiantiles, es decir, a los estudiantes organizados en universidades privadas de Guatemala. Las privadas han construido sus propias dinámicas de organización, algunas ciñéndose a lo que los propios reglamentos brindan, pero otras no, lo cual se vale. Tomar la AEU encara un reto dentro de las casas de estudio no públicas: ¿qué desean ser las agrupaciones estudiantiles, por ejemplo las de la Landívar? ¿Qué función deben tener? ¿Mediar entre las autoridades de las facultades y los estudiantes, como dijo Martín Berganza en una columna en Brújula? ¿Cuáles son las demandas de la asociación de la Universidad del Valle? ¿Se puede tener, al igual que en la pública, un rol que atender para la toma de decisiones?
Pero la lucha por la AEU no solo es una lucha universitaria. Es, además, retomar un papel histórico de propuesta, de crítica, de oposición a las lógicas del poder que mantienen el país en la situación en la que estamos. Es entonces una lucha de país, en tanto la AEU es un espacio desde el cual se habla de Guatemala. Regreso a las universidades privadas para preguntar. Es importante, dada la coyuntura, responder si existe o no un papel de las organizaciones estudiantiles frente a la sociedad. Y si la respuesta es positiva, ¿qué pueden aportar desde sus pasillos, desde sus aulas, desde sus espacios de acción?
Así que termino preguntando si la lucha por la AEU no es, en varios sentidos, de todos los universitarios: por un lado, porque plantea una discusión universitaria independientemente de dónde se estudia; y por otro, porque es una lucha de país a la que no se puede ser indiferente —y me refiero a tomar postura, a estar de acuerdo o no—, sobre una AEU que debe resignificarse en este país con los problemas de siempre. Creo plenamente que las organizaciones, las asociaciones elegidas, los estudiantes a título personal, los docentes y ojalá todas las universidades privadas apoyen a quien hoy está trabajando por una nueva AEU. Es una demanda de los sancarlistas para todo el país con repercusiones para otras comunidades universitarias.
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