Sin embargo, acepté la regularidad de publicar quincenalmente. Martín Rodríguez, el director de Plaza Pública, me invitó a hacerlo a finales de diciembre del 2012. La culpa es mía, por andar distribuyendo a mis amigos/as por correo electrónico textos sobre lo que pienso y a la vez mantenerlos al tanto de mis andanzas -aunque nos separen miles de kilómetros. Era una práctica muy propia, cuasi privada hasta que uno de esos textos cayó en las manos de Martín, quien ni lento ni perezoso empezó a bombardearme cual Mafalda con la petición de la TV a su progenitor. (Sólo te faltó el método guerrillero, Martín, el que Mafalda aplica entre las matas de su amado padre).
Inicié en enero, queriendo poner una obra de Junichi Nakamura como foto de perfil, lo cual no pudo ser aceptado. Luego intenté con una foto con unos anteojos enormes y finalmente sugerí mis pies. Nada de eso estaba previsto en el estilo de las columnas. "¿Y los/las que tenemos estilo propio?" -inquirí. Nada, que no es el formato adecuado -me respondió con humor y una sonrisa electrónica el genial Dennys Mejía. Tendrá que trabajarse ese punto, digo yo, porque no son lo mismo mis delicados pies que la barba de Alejandro Flores o los anteojos oscuros del escritor Julio Prado.
Saqué entonces una foto de la manga y se utilizó como "profile picture" (es que suena como más chic en inglés) con una pequeña desventaja: la Madre Superiora de mi congregación familiar no la aprobó al 100%. Pero, en fin, nadie es perfecto. Ni siquiera un o una Ponciano Castellanos.
Pasadas las primeras dos columnas de iniciación (hago un pequeño paréntesis porque ahora que lo veo, no hubo ritual iniciático: grave ausencia. ¡Lo pensaremos pa' la próxima!), me enfrento con LA duda existencial: ¿qué fregados hago yo escribiendo en un medio digital?
A ver... si algo aprendí en mi casa es que cuando los retos lo apantallan a uno, pues hay que tirarse al agua con todo y ropa (eso sí, tire primero un salvavidas por aquello de los temblores). Así vino la revelación -aunque los cielos no se abrieran: "está interesante esto de sacar los trapos sucios al sol (propios y ajenos) tratando de hacer un ejercicio coherente de escritura crítica". He aprendido muchísimo. Tanto que pienso que cualquier investigador/a debería hacer el intento porque no sólo ayuda a ordenar los argumentos sino a experimentar con ideas puntuales. La realidad te interpela: siempre he pensado que al hacer investigación social si no existe una interrogante de partida que despedace o al menos problematice los esquemas con los que has venido trabajando, el trabajo carecerá de pertinencia.
Vuelvo al párrafo inicial: el teclado me aterra. A veces más (¿será posible?) que la página en blanco. Me aterran las frases que salen, me aterra lo que se da en las frases que salen. Igual lo sigo haciendo.
Las columnas no encajan en el género de la columna de opinión. No soy experta en nada, en realidad. La investigación antropológica te da herramientas para explicar procesos sociales. Pero no lo es todo. Por eso es tan necesario salir de la compartimentalización de las ciencias sociales y construir equipos. Ése es el reto que tengo ahora: formar un equipo sólido, ojalá de largo aliento. Así como no hay palabra impoluta, no hay investigación inmaculada ni neutra. ¿Puede ser desapasionada? Quizás… Pero nunca sin un interés definido.
Dan ganas de salir corriendo de Guate, no lo niego. Nunca lo he negado. Más si tienes hijos pequeños. Es tan irritablemente odioso este apego al ombligo guatemalteco, que no podés explicarlo si no es por una marca. La marca de Caín. El guiño no es casual: es un guiño a aquellos jóvenes (no tan jóvenes, pero un poco más que yo) que me hicieron releer Demián. Hay toda una generación marcada “cainosamente” que me hace pensar en el título que tocó ponerle al espacio que amablemente me cedieron en PzP: “Kanskje imorgen”/ Tal vez mañana.
Lo escribí en diciembre del 2012. Y pensaba en
Palabras llenas de mañanas
¿Y qué es un mañana
Sino palabras que aún no existen
Horas que aún no existen
Sueños que aún no son
Pero que pueden ser?
Pueden…
Y con eso
El mañana
“Mi mañana”
Es más pleno
Que cualquier otro mañana.
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