En la antigüedad, se le ocurrió a Aristarco. Sin embargo, el modelo geocéntrico prevaleció incluso después de que Copérnico propusiera el heliocéntrico en el siglo XVI. Se requirieron las confirmaciones de Galileo y que Kepler le diera la forma matemática correcta –con órbitas elípticas– en el siglo XVII, para que finalmente lo aceptáramos.
En el mismo siglo, el arzobispo James Ussher de la Iglesia de Irlanda, basado en la Biblia y otros documentos históricos, concluyó que la Tierra había sido creada el 23 de octubre del año 4004 antes de nuestra era. Los geólogos no lo tomaron en serio, era una afirmación totalmente desprovista de evidencia. En el siglo XVIII, hubo propuestas infructuosas de Halley y Leclerc, entre otros. Este último estimó la edad de la Tierra entre 75,000 y 168,000 años. Casi lo excomulgan. En el siglo XIX, Darwin calculó que ciertos procesos geológicos habrían tardado 306.662,400 años. Le pareció tan descabellado que desapareció el dato de sus futuras publicaciones. Kelvin hizo sus propios cálculos con resultados muy diversos que, al final, quedaron en 24 millones de años. Con el descubrimiento de la radiactividad, finalmente Patterson logró ponerle edad a la Tierra: 4,550 (+- 70) millones de años.
Los primeros mapas del mundo muestran una visión de la Tierra como un planeta violento y poderoso: terremotos, volcanes y tormentas inexplicables. Era el catastrofismo, un mundo esculpido por eventos cataclísmicos.
En el siglo XVIII, se buscaba explicar la presencia de fósiles marinos en las cimas de las montañas. Los neptunistas decían que se habían depositado en períodos de inundaciones globales y que las montañas sólo cambiaban durante estos períodos. Los plutonistas preguntaban a dónde se había ido toda el agua. Observaron que los terremotos y las erupciones volcánicas transformaban la faz de la Tierra sin la intervención de tales inundaciones, pero no podían explicar los fósiles. Hutton observó los procesos de erosión y sedimentación y concluyó que a lo largo de muchos años, dichos procesos habrían suavizado la superficie terrestre hasta convertirla en una esfera lisa. Como hay montañas y otras irregularidades, supuso que había algún otro proceso sumamente lento que levantaba montañas nuevas para mantener el ciclo. Era un pésimo comunicador, pero un amigo expresó mejor sus ideas en una publicación póstuma que sirvió de base a los trabajos de Lyell. Entonces la disputa dejó de ser entre plutonistas y neptunistas, y pasó a ser entre catastrofistas y uniformitarianistas, quienes planteaban que los cambios en la Tierra eran graduales y ocurrían muy lentamente.
En 1912, Wegener presentó las ideas básicas de la deriva continental, que establecían que los continentes habían estado antes unidos en un solo supercontinente. Presentó evidencia paleobotánica y paleoclimática, pero la falta de un mecanismo físico que explicara el proceso hizo que su idea fuera desechada por la comunidad científica. Cuando murió, se estaba levantando la topografía del fondo marino.
Heezen y Marie Tharp produjeron los mapas que mostraban que había cordilleras y cañones en el fondo del mar, que éste parecía estar fracturado y, al unir esta información con los datos disponibles de los epicentros de los sismos, había una coincidencia impresionante. Holmes propuso mecanismos de convección bajo la corteza terrestre y Hess armó con esta información una teoría en la que el suelo marino se separaba ensanchando el océano, que los volcanes submarinos producían corteza nueva y, la corteza oceánica era empujada de vuelta al interior de la Tierra en trincheras al borde de los continentes en un proceso llamado subducción.
Una versión mejorada de esta teoría, confirmada por el descubrimiento de que el campo magnético de la Tierra ha cambiado su polaridad varias veces, dejando una huella magnética simétrica consistente con la creación de nueva corteza en el fondo del océano, es lo que dio el mecanismo de base a la deriva continental para producir lo que hoy conocemos como tectónica de placas. Explica las montañas, los volcanes, los terremotos, los fósiles…
Del centro estático del Universo a la tectónica de placas, se necesitó mucho tiempo y mucha gente. Aprender es un proceso largo, pero la humanidad lo ha logrado a través de la ciencia. Encuentra el camino, las respuestas, confirma o refuta hasta dar con la mejor aproximación, el mejor modelo. Y no se detiene, lo pone a prueba e incorpora los nuevos descubrimientos.
Estar habituada a estos procesos, lentos pero seguros, me da la esperanza de que quizá la justicia puede funcionar igual. Para pasar del genocidio al reconocimiento honesto de los hechos, la condena de los culpables y, gracias a esto, al resarcimiento y la reconciliación, quizá pasará mucho tiempo. Habrá que mantener los pies en la Tierra, la dignidad, la firmeza. Quizá algún día pesará la evidencia. Algún día.
* Earth below us, fragmento de la canción Major Tom (coming home), de Peter Schilling, en el álbum Error in the System (1983).
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