La Quinta Sinfonía de Beethoven

Criar un hijo, es un tema que requiere complicidades y sacrificios por parte de ambos padres; y enfrentar la paternidad por primera vez es toda una odisea, para la cual nadie está preparado. 

Cuando mi primera hija nació, fue una verdadera prueba de amor para nosotros.  Nos habían hablado de las malas noches, de cuando la bebé llorara y nosotros no supiéramos qué hacer.  Nos alertaron del mal rato que podíamos pasar al cambiar pañales sucios, de lidiar con ese fantasma llamado “cólico”, de pasar madrugadas enteras tratando de descifrar si la nena tenía frío, o quizás sueño, o si era puro aburrimiento.   Pero nadie nos había advertido de la tragedia que íbamos a tener que enfrentar a la hora de reiniciar nuestra vida sexual. Nadie se detuvo a contarnos de cuando el cansancio y el estrés conspiraran perversamente con la falta de lubricación vaginal.

Aún recuerdo aquellas escasas ocasiones en que los astros  se alineaban, el deseo traspasaba la barrera del cansancio y la niña se dormía.  Entonces nosotros, calladamente, nos deslizábamos bajo las sábanas, tratando de hacer coincidir el placer con la áspera realidad. En esos días, se imponía la dictadura de la vagina.

El primer tip para papá es comprender este hecho y lidiar con esta realidad. Pensar más en su pareja y en esta circunstancia temporal.  Con imaginación, paciencia y un buen uso de sus destrezas, todo volverá a su lugar. 

Poco a poco, las relaciones personales se reacomodaron y todos asumimos los nuevos roles.

En esta definición de roles, nos enfrentamos a un gran desafío.  Normalmente, y de seguro hay excepciones, un marido responsable puede optar por ser “un buen padre” y ayudar en las tareas cotidianas de cambiar pañales, vestir, bañar, alimentar, dormir y cuidar del bebé.  O puede, hacerse el desentendido, llevar el sustento a casa y dejar que la madre se encargue de todo.

Usualmente, se dice que la mujer es afortunada si su pareja es del primer tipo.  De esa extraordinaria clase, que “ayuda”.  Sin embargo, no creo que ese sea el verdadero rol del padre, puesto que el asunto no es ayudar, sino responsabilizarse.  Ambos padres deben asumir la responsabilidad de la crianza y el cuidado de sus hijos.  Por tanto, no se trata de que el hombre ayude a su esposa en lo que ella le pida y cuando se lo pida; sino que él mismo  sepa qué hay que hacer y cuándo se debe hacer. 

Si se acerca la hora de la comida, el padre al igual que la madre, tiene la responsabilidad de alimentar a su hijo.  Si el niño está enfermo, él también debe estar pendiente de la hora de la medicina.  Si le llega un olor a caca, no debe esperar a que la madre le pida, “de ayuda” que cambie el pañal, él tiene la responsabilidad de hacerlo, tanto como lo tiene la madre.

Asumir esta responsabilidad no limita que cada progenitor se dedique a ciertas tareas, previamente consensuadas con su pareja.  Lo ideal sería que cada uno se  especialice en lo que es más competente.  En mi caso, yo cedía las noches, porque me considero completamente disfuncional, una vez que caigo en los brazos de Morfeo. 

La receta es muy simple.  La máxima para papá es, ser mamá.  Cumplir ese rol que normalmente cumple sólo la mujer.