La protesta de los “niños”

No es solo un problema de escuelas e institutos públicos, los colegios privados no se escapan y pareciera que cobran más por el nombre que por las cualidades de análisis crítico y razonamiento argumentativo que puedan inculcar a los estudiantes. 

Se ha convertido en un círculo vicioso: profesores poco comprometidos con la educación formativa, estudiantes mediocres que no terminan de entender el porqué de pensar, nuevos profesores con una ética de estudiantes deplorable que dan clases a retoños recién entrados. No solo cuestiona nuestro sistema educativo y la mística del maestro (y de muchos profesores universitarios, ojo), sino nuestros fundamentos como sociedad. Seguimos entendiendo la educación –como no la vemos, no es concreta- como una mal necesario que con un poco de astucia se puede emplear para levantar un negocio o ser gerente del ajeno.

En un programa de televisión de análisis político, escuchaba cómo discutían sobre las protestas de los “niños”. Según uno de los panelistas, los estudiantes eran manipulados y desinformados por actores que no querían hacerles comprender que la reforma de la carrera magisterial era necesaria para el bien del país. “Además, los preocupados deben ser los padres de familia que van a tener que pagar más”, se atrevía a decir este analista. Ni niños, ni manipulados. Tienen el derecho de protestar y de ser tomados en cuenta. El hecho de atreverse a decir algo, a no ser indiferentes, a salir a las calles, en un país en donde los estudiantes han estado inmóviles por mucho tiempo, es ya una ganancia.

Los estudiantes que protestan hoy son jóvenes con menos oportunidades que muchos otros de su edad que estudian en colegios en las montañas, alejados del barullo céntrico y que se suben a un bus particular, religiosamente puntal para recogerlos y dejarlos frente a sus casas donde la empleada los espera para que no les pase nada en la banqueta. Son estudiantes que no piensan en el Bachillerato en Ciencias y Letras como única opción de diversificado. Ese bachillerato es el paso anterior a la universidad y muchos de ellos no la tienen asegurada.  

Además, pensar en la universidad y escoger qué estudiar luego de terminar su carrera diversificada, no es la única duda existencial. Hay una que urge más. El salir con un grado como perito contador, algún bachillerato en tecnología, el magisterio, son opciones que les permiten dos cosas básicas: ayudar a su familia y ayudarse en el caso de continuar sus estudios superiores. Es una juventud trabajadora, que debe entrar a la dinámica laboral pronto para ser apoyo en casa y mantenerse.

Claro que es necesaria una reforma educativa y una reforma a la carrera magisterial. Pero la situación va más allá y son las posibilidades concretas de los estudiantes para llegar a ser universitarios, es la escogencia de una carrera universitaria desprestigiada como la educación (frente a las carreras que nos venden el éxito) y entenderla en tanto que vocación, es la opción por encontrar un buen trabajo que nos permita estudiar y trabajar y además apoyar en la casa.