Un grupo de esa caravana, conformado por diez amigos de Taulabé que huían de la pobreza y la inseguridad de Honduras, avanzaba por el Anillo Periférico de Guatemala el jueves 11 de abril. Era la primera vez que salían de su país, salvo Odwen Padilla, que ya lo había intentado antes y los había convencido de seguir directo hacia Tecún Umán. Cuando pasaban por la colonia Cuatro de Febrero (zona 7), fueron víctimas de un ataque injustificado. Una moto con dos personas a bordo los pasó. Entonces, el pasajero de la moto se bajó y disparó a los migrantes a mansalva. Esta expresión es de origen militar y significa disparar a mano salva, con la seguridad de que la mano del que dispara está a salvo, impune.
Cuatro de ellos fueron heridos de gravedad y llevados al hospital San Juan de Dios. Uno de ellos, Evin, de 19 años, ingresó en coma. Murió una semana después, en Jueves Santo, a la misma hora en que había sido baleado. Su padre, don Javier, había venido desde Honduras a acompañarlo en el hospital. Le hablaba, pero Evin no respondía. Sin embargo, don Javier vio en esos días alguna lágrima correr por el rostro de Evin, que no tenía corona de espinas, pero que estaba desfigurado como el de un nazareno por dos balas en el cráneo. Ese mismo día miles de guatemaltecos estaban en las calles contemplando las lágrimas esculpidas en los rostros de los numerosos nazarenos de las procesiones populares.
A don Javier le tocó en Viernes Santo acompañar a su hijo ya muerto en el frío de una morgue y, como la losa del sepulcro, no podía realizar ningún trámite porque la Policía no les había entregado los documentos y objetos que había resguardado desde el día del ataque. Fuimos al Ministerio Público en varias ocasiones, pero solo cuando se fue el último, José Andrés, devolvieron parte de los objetos.
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La solidaridad de sus parientes y vecinos, como la de José de Arimatea, pagó el traslado de Evin al sepulcro que le esperaba en Taulabé. Los otros tres heridos, Selvin, Rony y José Andrés, fueron regresando a su país a medida que les daban el alta. Regresaron sin el sueño americano, pero con balas americanas. De Estados Unidos vienen la mayoría de las armas con las que se mata en Centroamérica. Las mismas balas que los amenazan en Honduras si se quedan y en México si lo transitan, como les pasó pocos días después a tres hondureños migrantes asesinados en Tabasco. Sin explicaciones. A mansalva. Las mismas balas que los amenazan en Estados Unidos con los paramilitares de la frontera o con las nuevas tropas que Trump envió para defenderse de los migrantes.
Hay interés en detener las caravanas por parte de los mismos que saben usar el terror para controlar movimientos sociales. O para hacer crecer la xenofobia a través del miedo al identificar al migrante con el delincuente. Por eso lo que nos dijo la fiscal encargada del caso nos causó mayor estupor. Preguntó si el ataque no fue sino una balacera entre mareros que venían en el grupo y otros de la zona 7. Ninguna nota de prensa había dicho semejante tergiversación. Es el trumpismo cultural, que se nos mete en los huesos desde que el Ejército de Guatemala logró durante el conflicto que, ante las ejecuciones selectivas de civiles, los vecinos de la víctima dijeran: «Algo habrá hecho». De Jesús no se podía pensar eso. Sus discípulos tenían bien claro que su maestro se la había pasado «haciendo el bien». Hasta Pilato dijo: «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
Pero los que atacan a los migrantes, igual que los que mataron a Jesús, lo hacen a mansalva, con la seguridad de que no les pasa nada. La Policía requirió las cámaras de seguridad de algunos negocios que estaban en el lugar de los hechos. Esperemos que este crimen no quede en la impunidad.
El domingo 21 de abril nos llamaron desde Honduras para informarnos que acababan de enterrar a Evin en el cementerio de Ocomán (Taulabé). Eran las cuatro de la tarde. Domingo de Resurrección. En Guatemala seguían las procesiones… y las caravanas de migrantes que pasan en busca de otra vida. Pascua quiere decir paso de Dios. Por eso nos alegra que el papa Francisco haya apoyado para cargar en esas procesiones y que la red Clamor muestre un mapeo donde más de 500 obras de la Iglesia acompañan esa cruz en el continente. La gran tarea es, como decía Ignacio Ellacuría, bajarlos de la cruz.
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