Mi alegría fue enorme. Todo escritor o escribidor como nos hacemos llamar algunas personas que intentamos incursionar —profanamente— en la literatura, sueña con ganar un premio de esa envergadura. Quetzaltenango es con mucho la meca de los juegos florales en Centroamérica. Empezaron como Nacionales en 1916 y alcanzaron el nivel Hispanoamericano en 1984.
Los nombres de insignes personajes rondan la Casa de la Cultura Altense: Manuel Sáenz Mérida, Ezequiel de León, Pío Ripiele, Filadelfo Fuentes, Osmundo Arriola, Ignacio Sáenz, Gregorio Aguilar entre otros, hacen eterna guardia, como fundadores y propiciadores. Y desde aquel 1916, Werner Ovalle López y David Escobar Galindo, Maestres del Gay Saber y condecorados con el Collar del Poeta Rector, también hacen incorpórea pero segura presencia cada año junto a Maestres de la Narrativa, tales: José María Méndez y Marco Augusto Quiroa. Sin faltar a la cita los Maestres de la Dramaturgia: Manuel Corleto, Víctor Hugo Cruz, William Lemus, Rubén Nájera y Carlos Véliz.
Para mi novela, el momento no pudo ser más oportuno. Las razones se encuentran en el prólogo de la obra y para fines de este artículo, entrecomillo algunos fragmentos.
Del prólogo: «Su objetivo principal, es denunciar el deterioro ecológico de nuestro planeta y también anunciar diligencias que, sin lugar a dudas, pueden evitar su caos».
«Su tipología la sitúa en el género fantástico y, alejándose del cometido de la novela contemporánea, pretende inaugurar la ruta de un nuevo subgénero: el de la novela ecológica». Quizá sea éste el logro más importante: Abrir brecha literaria en la ecología.
«Su inspiración es latinoamericanista porque el sostenimiento de un entorno competente como el que más para favorecer el sustento de la biodiversidad y la oxigenación del mundo es casi exclusivo de este subcontinente. ¿Razones?, entre otras: Sus sistemas agroforestales son captadores y reservorio de lluvia, de humedad, de suelo y de carbono. Se posicionan así como ejemplo de conservación de la vida, en el modelo de preservación del paisaje —donde las áreas con bosques y selvas se complementan con grandes plantaciones— y como corredores biológicos que garantizan los procesos ecológicos y evolutivos».
Y justamente, todos esos paisajes y procesos ecológicos y evolutivos los tenemos al borde de la extinción porque los seres humanos no hemos sabido administrar la creación. Menos colaborar con ella.
Como ejemplo: «En Guatemala, el lago de Atitlán llamado por muchos turistas el lago más bello del mundo, está agonizando. La causa es el aparecimiento de cianobacterias en sus aguas desde octubre del 2009. Según los científicos encargados de estudiar semejante desastre, el surgimiento de las cianobacterias en dicho lugar se debe a tres factores primordiales: El drenaje de aguas negras; la construcción de carreteras, urbanizaciones y movimiento de tierras sin estudios de impacto ambiental; y, principalmente, el excesivo uso de agroquímicos organofosforados. Para que la bacteria se reproduzca tiene que alimentarse de fósforo».
«Difícil es creer y más dificultoso aceptar que la actividad forestal y agrícola no pueda realizarse sin alterar el orden de la naturaleza. El problema radica en que —aparentemente— habría que invertir más dinero para llevarla a cabo de esa manera. Con todo, la realidad es otra. El trasfondo de la clandestinidad de tales industrias: Tala sin reforestación, uso de plaguicidas sin control, evasión de impuestos y otras que tal parece, corresponden a los afanes no de cuatro sino de muchos jinetes del apocalipsis, está asentada única y exclusivamente en la ambición del ser humano, en el deseo insano de hacer dinero fácil y a corto plazo».
«Habida cuenta del anterior contexto, para alcanzar su objetivo que es la denuncia y el anuncio, la basa de la obra es el encomio de valores que ayudan a elegir propósitos de vida».
Y, si a valores culturales y propósitos de vida hemos de referirnos, no de balde el 12 de septiembre de 2008 el Parlamento Centroamericano declaró a Quetzaltenango como Capital Centroamericana de la Cultura.
Fusionando los tablados nacionales y los cosmopolitas, momento y lugar no pudieron ser mejores: Quetzaltenango y su tiempo infinito.
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