El proyecto Remhi involucró a la casi totalidad de la iglesia católica del país pues únicamente la diócesis de Zacapa quedó fuera del mismo. Mediante un esfuerzo de enorme magnitud, la iglesia católica puso su estructura nacional al servicio de las víctimas sobrevivientes o familiares de víctimas y comunidades, de cualquier denominación religiosa, para recoger sus testimonios. Las voces de víctimas individuales, familiares y comunidades fueron recogidas por el personal del Remhi, el cual incluyó profesionales de la investigación social que aportaron análisis de contexto e interpretación histórica y antropológica.
El trabajo de la vasta intervención de la iglesia se plasmó en el informe Guatemala: Nunca Más, presentado el 24 de abril de 1998, dos días antes de la ejecución del Obispo Gerardi Conedera. El día de la entrega del informe, la Catedral Metropolitana se llenó a reventar con víctimas sobrevivientes o familias de víctimas que acudieron a escuchar el resultado del encuentro entre la memoria de las víctimas y el análisis del equipo de investigación. Entre estas se encontraban Rigoberta Menchú, la familia Molina Theissen y Marylena Bustamante. Vale destacar que el médico veterinario Emil Bustamante, detenido desaparecido en 1982 no aparece en el registro del Remhi, a pesar de que el testimonio de este hecho fue aportado por su hermana Marylena.
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El propósito del esfuerzo del Remhi también era aportar al trabajo de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) la cual un año después entregó el informe: Guatemala, memoria del silencio. Ambos textos dan cuenta de la arquitectura estatal de represión contrainsurgente que significó el asesinato mediante ejecución extrajudicial de más de 200,000 personas y la desaparición forzada, mediante capturas ilegales o secuestros, de más de 50,000. También da cuenta de la tortura, violación sexual o exilio forzado de cientos de miles más, identificadas por parte de las fuerzas de seguridad como enemigo interno.
En su afán de aportar a la verdad para la justicia como camino para la reconciliación, el Obispo Gerardi Conedera dedicó los últimos años de su vida al esfuerzo del Remhi. Lejos estaba de imaginar el ahora conocido como «Obispo de la memoria», que esa dedicación y entrega le costaría la vida. Con la ejecución de Gerardi, los perpetradores de graves crímenes y violaciones de derechos humanos buscaron venganza por difundir la verdad.
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Han pasado 24 años desde la presentación del informe y desde la ejecución extrajudicial del Obispo Gerardi. Los autores intelectuales del crimen en el que se dio la complicidad del sacerdote Mario Orantes, también párroco de San Sesbastián, siguen en la impunidad pero no en la obscuridad.
Se sabe quiénes y por qué asesinaron al Obispo Gerardi. No fue un hecho aislado sino una gran operación de inteligencia militar preparada con tiempo y recursos disponibles desde el Estado Mayor Presidencial (EMP). El mismo ente que estuvo involucrado en la ejecución de la antropóloga Myrna Mack, en 1990.
Para encubrir la ejecución el aparato criminal invirtió tantos recursos como los utilizados para prepararlo y perpetrarlo. Sin embargo y pese a la persistente acción de ocultamiento, el ángel de la verdad que ilustra el informe del Remhi ha gritado a los cuatro vientos los datos de los responsables. Mismos que tarde o temprano también rendirán cuentas por el asesinato de un hombre bueno cuya sonrisa amplia y sincera sigue brillando para iluminar la verdad y conservar la memoria.
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