Con sus ojos vendados, sostiene una balanza griega en su mano izquierda y en la derecha empuña una espada con la que pretende castigar.
Sinceramente, ¿quién en su sano juicio le daría a esta figura el importante poder de hacer justicia? Veámoslo con frialdad. Los puntos a su favor son, que es mujer y por tanto, tiene la práctica de aplicar justicia en el hogar, siendo ella una negociadora por naturaleza. Es sensual y eso habla de que es una mujer segura de sí misma y con autoestima, lo cual la hace confiable y capaz. El problema es que es militar, no puede ver y está armada.
Para mi tranquilidad y la suya, Ana Messuti, una jurista argentina, hace un análisis de esta diosa romana. Aborda el tema explicando que en una alegoría, la imaginación recurre a la ficción para reafirmar otra cosa completamente diferente a la realidad. Por tanto, la Justitia Militans, no representa a la mujer del Renacimiento, excluida de toda actividad política y marginada de la vida social; sino que representa un sistema de posiciones antagónicas, mostradas en las virtudes y vicios que se le atribuyen al sexo femenino. En otras palabras, yo diría que es sólo una manera machista de decir que la justicia es humana, y como tal tiene virtudes y perversiones.
La señora Messuti también analiza la balanza que porta la diosa y que representa la equivalencia entre dos objetos. Sin embargo, dice la jurista, la balanza griega empleada en la imagen, es un instrumento que se presta a la falsificación y que deja abierta la posibilidad de la inexactitud. Por tanto, esa función de la justicia de equiparar el delito con el castigo es algo que puede generar suspicacias, por cuanto el instrumento que usa es inexacto, se presta a la falsificación o en el mejor de los casos, depende de la medida que el juez defina el castigo.
Figurativamente hablando, un juez puede decidir castigar con algodón a un delincuente o puede castigarlo con hierro, total, en la balanza, un kilo de algodón es equiparable a un kilo de hierro. ¿Les suena aquello de casa por cárcel para unos y prisión para otros?
Finalmente, la jurista debate el tema de la justicia ciega. La alegoría representa la objetividad, porque el juez no debe ver a los individuos en conflicto, sino los hechos. Esa es por lo menos la aspiración. Sin embargo, este principio también es cuestionado. Un caso concreto de inviabilidad de esta forma de hacer justicia es la justicia especializada, ya que la misma exige que el juez sea capaz de ver al individuo y juzgar de acuerdo con este contexto.
Un juez de femicidio y violencia contra la mujer, está en la obligación de analizar las pruebas y los hechos con enfoque de género y considerando que la víctima es una mujer sometida a relaciones desiguales de poder. Un juez de niñez y adolescencia también está obligado a contextualizar a la víctima y juzgar de acuerdo con este enfoque. No puede ser ciego, porque esta justicia requiere que vea a la víctima.
Guatemala está avanzando en la titánica tarea de quitar la venda de la ciega Justitia, sin embargo, falta mucho por caminar. Aún perduran las malas prácticas de algunos jueces que no merecen llevar ese título. Por suerte, son minoría, pero son los que opacan y deslegitiman el ejercicio de la justicia. Por tanto, es necesario depurar el sistema de todos esos jueces que son en esencia y en la realidad, esa Justitia Militans ciega, inequitativa y llena de vicios. Tal vez, ahora sí, vale la pena desenvainar la espada y cortar cabezas… alegóricamente hablando.
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