El informe era sobre asuntos militares, cuestiones financieras que incluían el botín de esclavos de los cuales la quinta parte pertenecía al Rey y el resto al invasor. Además, informar sobre futuros objetivos militares.
A diferencia de las crónicas indígenas que relatan también la invasión, a Alvarado no le interesan fechas sino la duración de la travesía en días. Tampoco le interesaban nombres de sus adversarios ya que desde los prejuicios coloniales estos eran «vasallos, traidores o esclavos», por eso no le interesó indagar y escribir sobre el que nombra como «capitán» de la resistencia K´iche´, muerto en el combate. Las crónicas indígenas lo nombran como Tecún Umán (ortografía actualizada).
Para los invasores, según Claudia García [1] tierra, territorio y población eran uno solo.
«En el imaginario de la conquista (sic), tierra/indios funcionaban como una unidad conceptual, ambos, eslabones indispensables en el proceso de extracción o producción de las riquezas que la Corona española esperaba obtener de los territorios conquistados.»
Otro objetivo de las cartas de Alvarado era exagerar las acciones de guerra a los pueblos –que traían su propio proceso civilizatorio e historia– pintándolas de heroísmo y con el afán de congraciarse ante el rey y obtener privilegios y riquezas. Las escaramuzas que libra antes de llegar a Xe Lajuj Noj (Quetzaltenango en otros idiomas antes de la invasión) son descritas como grandes batallas. Sin embargo, la definitiva que se libra en los Llanos del Pinar, Olintepeque y Llanos de Urbina, que fue la máxima resistencia de los pueblos, es minimizada para no valorarla en su justa dimensión y para no competir con el prestigio que pretendía. Brevemente, dice su carta:
«(…) aquí se hizo un alcance y castigo muy grande: en esta murió uno de los cuatro señores de esta ciudad de Utatlán, que venía por capitán general de toda la tierra, y yo me retraje a las fuentes, y allí asenté real aquella noche, harto fatigados, y españoles heridos, y caballos.»
Se aposentó en el lugar, no fundó ciudad alguna. Casi de inmediato parte a Utatlán.
Según las leyes españolas, fundar una ciudad era un proceso legal, burocrático y material, debidamente controlado. Los libros de cabildo eran la condición obligada inicial de una fundación. En las actas del primer cabildo [2] están legalizados los pasos seguidos en la primera fundación de la ciudad de Santiago (no es Quetzaltenango), siendo los más importantes:
[frasepzp1]
En octubre de 1527, el cabildo presidido por Jorge de Alvarado, ordena asentar la ciudad de Santiago y que se haga el trazo del pueblo y se den solares y caballerías a los que quisieran ser vecinos (indígenas no). Y que se buscara el sitio más conveniente para dicho asiento, que tuviera calidades y especialidades (recursos y mano de obra) para garantizar la ocupación y el control político.
El 21 de noviembre de 1527, se realiza la consulta a alcaldes y regidores y se elige el lugar, garantizando que tuviera recursos suficientes e indios cerca, para el servicio de los españoles.
El 22 de noviembre se legaliza el asiento de la ciudad de Santiago, haciendo el trazo de calles, señalando el lugar para la iglesia en honor a Santiago (que será patrón de la ciudad), para el hospital de la misericordia, una fortaleza para la seguridad, la casa de cabildo, la cárcel pública y los demás solares repartidos a los españoles. Se deduce que, en los primeros 3 años, vivían en asentamientos dispersos, aunque ya con autoridades constituidas.
Este proceso, común a todas las fundaciones de ciudades en territorios usurpados por España, no ocurrió en Quetzaltenango. La ambición colonizadora centró sus actividades en arrasar y atemorizar la tierra para poseerla y ocuparla. ¿Lo celebramos?
[1] GUATEMALA 1524-1532: Una lectura de la primera Carta de Relación de Alvarado y la Crónica Xajil. En INSOMNE PASADO. Lecturas críticas de Latinoamérica colonial. F&G editores. Guatemala, 2016.
[2] Libro Viejo de la Fundación de Guatemala. Tip. Nac. 1934.
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