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“La gente que no tiene dinero puede buscar apoyos y consigue; el que quiere, puede”

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“La gente que no tiene dinero puede buscar apoyos y consigue; el que quiere, puede”

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DANIA ALEXANDRA LÓPEZ PÉREZ

Estudiante y surfista
Puerto de San José, Escuintla
Edad en el momento de la entrevista (2017)/ 18
Lugar más lejano al que ha viajado/ “He viajado a un torneo en Panamá. Siempre he querido ir a Estados Unidos, a Huntington Beach, California”.

 

Surfista desde los 11 años de edad, Dania ocupa el segundo lugar en el ranking nacional. “Para mí el surf es como la vida”, dice. “Me siento triste cuando no voy a surfear. Necesito el mar”. Vive en Escuintla para practicar el deporte; también estudia Ingeniería Industrial. Su papá es delegado de la SAT y también da clases de surf, su mamá es ama de casa. Estudia jueves, viernes y sábado en Escuintla, pero se va a trasladar a la sede de Villa Nueva para poder estudiar de lunes a viernes. “No hay muchas oportunidades de crecimiento en Guatemala, el equipo de surf es muy pequeño”, dice. Por eso, quisiera algún día trabajar en una de las terminales del puerto. Para eso estudia: cree que en la educación está la clave. En el puerto hay muchos niños que no tienen la oportunidad de estudiar, y ella no piensa desperdiciar la suya. “Que en Guatemala no haya apoyo no significa que uno no quiera esforzarse por salir adelante. El equipo para hacer surf es caro, pero la gente que no tiene dinero puede buscar apoyo y conseguirlo: el que quiere, puede”. Lo mejor de Guatemala son sus playas, porque son cálidas. Lo peor, la pobreza cultural, porque “la gente bota la basura donde sea”.

 

 

ABNER DANIEL LÓPEZ CHÁVEZ

“Solito aprendí, nadie me enseñó”
Trabajador de la SAT, profesor de surf
Puerto de San José, Escuintla
Edad en el momento de la entrevista (2017)/ 41
Lugar más lejano al que ha viajado/“Competí en California, Perú, Chile, Costa Rica, Nicaragua. Lo más difícil es ganarle a los hawaianos”

 

Abner trabaja en la SAT, en el área de control de combustibles.  También es profesor de surf (le dicen tío Dany), y practica ese deporte desde hace 30 años. Es siete veces campeón nacional. Trabaja desde los 13 años, cuando murió su papá. La familia alquilaba casas para adaptarlas como hoteles para turistas. Tiene 22 años de casado y tres hijos; dos de ellos surfean. Le ofrecían varios trabajos pero él rechazaba las ofertas, porque lo que le gustaba era surfear. Al final, “no le quedó de otra”. “Mis hermanos dominaban el surf desde muy pequeños y yo me les pegué, primero con body surf hechas con cualquier cosa que flotara (pedazos de duroport, restos de hielera, porque en ese entonces casi no había tablas, era muy escaso eso). Solito aprendí, nadie me enseñó”. Empezó surfeando con los salvavidas locales, luego llegaron algunos de la capital. Casi ninguno extranjero. “Ahora somos aproximadamente 600 surfistas a nivel nacional, y seguimos creciendo. Estoy entre los primeros cuatro lugares”. Sus dos hermanos se fueron a vivir a Estados Unidos buscando el sueño americano. “Cuando tuve la oportunidad de ir a competir allá, pude reencontrarme con ellos”, cuenta.

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