Al principio, imaginé que éste iba a ser el curso más sencillo que podría haber impartido en mis más de 15 años de docencia, ya que por alguna curiosa razón que no me explico ahora, imaginé que habría poco contenido práctico que dar en esa temática, y que la mayor parte de lo que encontrara, iba a ser únicamente a nivel teórico; para mi sorpresa, al pensar el programa y al buscar referencias sobre el tema, encontré una ruta segura para pasar del mero discurso a la práctica: aterrizar en los “...
Al principio, imaginé que éste iba a ser el curso más sencillo que podría haber impartido en mis más de 15 años de docencia, ya que por alguna curiosa razón que no me explico ahora, imaginé que habría poco contenido práctico que dar en esa temática, y que la mayor parte de lo que encontrara, iba a ser únicamente a nivel teórico; para mi sorpresa, al pensar el programa y al buscar referencias sobre el tema, encontré una ruta segura para pasar del mero discurso a la práctica: aterrizar en los “modelos” de gestión institucional de la ética pública, de manera que en el mundo académico se habla de la “infraestructura” institucional para el impulso de la ética pública, el cual comprende, según el modelo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los siguientes aspectos:
1) El compromiso político del más alto nivel,
2) Un marco legal adecuado,
3) Los mecanismos efectivos de responsabilidad,
4) Los códigos de conducta,
5) La capacitación y la socialización profesional sobre los aspectos éticos de la Administración Pública,
6) Condiciones adecuadas del servicio civil
7) Mecanismos efectivos de coordinación interinstitucional
8) La participación y el escrutinio público
Estas ocho condiciones se sintetizan en tres grandes funciones que deben estar instaladas en la administración pública:
- El control, que comprende la revisión del marco legal vigente para que permita la investigación y acusación independientes del poder político de todos aquellos que han sido acusados de comportamientos antiéticos en la administración pública, lo que también implica mecanismos administrativos efectivos para deducir la responsabilidad de forma individual, así como las mayores facilidades para la participación ciudadana, la auditoría social y los escrutinios públicos institucionalizados.
- La orientación, que comprende un compromiso público real al más alto nivel por parte de los líderes políticos, la formulación y difusión masiva de códigos de conducta aplicables para cada contexto, institución, Política Pública, proyecto o programa, y mecanismos de socialización profesional, que comprende la educación y la formación de los funcionarios bajo los parámetros de la ética.
- La gestión pública, que se sintetiza en condiciones sólidas del Servicio Civil y el manejo de recursos humanos, de manera que se proteja adecuadamente la profesionalización y la independencia de los cuadros técnicos de la influencia de los cuadros políticos dentro de la administración pública; el establecimiento de mecanismos de coordinación interinstitucional para evitar duplicidad de esfuerzos y fomentar la eficiencia y la eficacia en la administración pública, y en especial, el desarrollo de entes especializados en materia de ética pública, de desarrollo de la transparencia y de fiscalización.
Interesantemente, descubrí que el tema de la ética en la administración pública es todo un cuerpo de reflexiones, tan necesarias en la realidad guatemalteca, que sintetizan la idea de la reforma del Estado, pero enfocado en un tema de vital relevancia: ¿Cómo ganamos la confianza ciudadana en el ejercicio de la función pública?
(Continuará)
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