El inicio de la nueva gestión se presenta cuesta arriba. Primero, porque el profesional electo ha sido sujeto de cuestionamientos, que producen luces extras sobre sus movimientos y decisiones especialmente las de arranque. Segundo, porque es previsible que el estado de la institución sea desastrosa en todo sentido, lo que implica acercarse y conocer sus interioridades, reconstruir su estructura institucional, recuperar los márgenes mínimos de conducción y confianza. Esas son condiciones básic...
El inicio de la nueva gestión se presenta cuesta arriba. Primero, porque el profesional electo ha sido sujeto de cuestionamientos, que producen luces extras sobre sus movimientos y decisiones especialmente las de arranque. Segundo, porque es previsible que el estado de la institución sea desastrosa en todo sentido, lo que implica acercarse y conocer sus interioridades, reconstruir su estructura institucional, recuperar los márgenes mínimos de conducción y confianza. Esas son condiciones básicas previas al arranque de las acciones sustantivas. Es impensable poner en marcha nuevos proyectos sin antes reconducir el andamiaje de la procuraduría. Eso sería igual a prender un cerillo en una bodega de explosivos. Seguramente habrá luz pero no para cosas positivas, si no para generar una gran tragedia.
El proceso de transición será la primera etapa por encarar. Aprovechar al máximo las siguientes semanas para acercarse a la cruda realidad institucional será un paso delicado pero necesario. Ello significa constituir un equipo de emergencia, de puros bomberos, conocedores de las interioridades de la institucionalidad pública, con conocimientos en asuntos presupuestarios, recursos humanos, procesos administrativos, gerencia pública. Por supuesto, que ese equipo requerirá apoyarse en profesionales conocedores de derechos humanos, que permita conocer el estado actual de los casos/expedientes en curso, de los procesos paradigmáticos, de la situación de las defensorías y de las auxiliaturas.
Los primeros pasos son decisivos, no solo para medir el terreno, sino para delinear la gradualidad del proceso de conocimiento de la PDH. Querer ir en línea recta puede ser un craso error. Significaría improvisación y poco conocimiento de las tramas que abundan en instituciones que llevan tiempo de estar en la penumbra, con poca exposición pública a su quehacer.
Un aspecto esencial desde un inicio es marcar distancia respecto a las constantes amenazas que se han de cernir sobre el nuevo equipo. Diputados, operadores y oportunistas querrán comenzar a cobrar la factura por los supuestos “apoyos” que facilitaron la elección. La lógica del reparto del pastel está presente y no disminuirá sus claras intenciones. Al nuevo procurador y su equipo les corresponde bailar en una fiesta que comenzó tiempo atrás y donde no tienen mayor chance de cambiar la música ni el contenido del menú.
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