Ni las autoriades de la Policía Nacional Civil (PNC) ni las autoridades de la USAC rindieron cuentas por haber permitido la presencia de elementos de seguridad para estatal en las instalaciones del Parque de la Industria. Menos aún, por haber lanzado gases lacrimógenos contra quienes adversaban la ilegalidad, en las cercanías del hospital para pacientes con COVID-19.
Esas y las subsecuentes acciones que derivaron en la anómala juramentación de Walter Mazariegos como rector, han detonado las movilizaciones y la resistencia al fraude. De tal suerte que las instalaciones del campus central de la USAC, así como diversos centros universitarios regionales han sido ocupadas por la resistencia estudiantil que alza la voz contra la arbitrariedad. A dichas voces se han sumado cuerpos de docentes y personal de la Universidad, en demanda de la repetición de elecciones a rector.
Esta resistencia, sostenida por casi tres meses ya, ha sido acompañada por diversos sectores como la Cocina Indígena Campesina. Esta iniciativa que nace de la Asamblea Social y Popular y de la Convergencia Maya Waqib’ kej, es una de las manifestaciones de respaldo a quienes objetan la acción fraudulenta del CSU. Otras han sido las visitas del maestro y líder indígena Bernardo Caal Xol. También las movilizaciones de respaldo a la resistencia que han incluido a grupos de niñas organizadas como la Asociación Coincidir y su batucada.
[frasepzp1]
No es casual este apoyo social y popular. La USAC es la única universidad estatal en Guatemala. A lo largo de sus más de 300 años de existencia, ha sido un baluarte en la educación superior. En los años más difíciles de la represión contrainsurgente, la brutalidad del terror estatal se ensañó contra esa casa de estudios. Con asesinatos, desaparición o exilio, la USAC perdió a miles de personas, estudiantes, docentes o integrantes de su personal.
La USAC emergió de la noche del terror y no ha logrado recuperarse pues fue asaltada por tropas de la corruptela que con el fraude cometido intentan sellar la cooptación de la misma por el pacto de corruptos.
En esas condiciones, sostener un movimiento de resistencia en los tiempos actuales no es una tarea fácil. Las presiones para poner fin a la ocupación y forzar el retorno a clases han sido constantes. Hay denuncias de docentes que señalan a las autoridades que les exigen empujar al estudiantado a que abandone la resistencia. Desde la amenaza con la pérdida del semestre académico hasta la cancelación del registro estudiantil, entre otras medidas, el cuerpo dirigente de la Usac busca obligar a dar por finalizada la ocupación y, con ello, el reclamo que la sustenta: repetir las elecciones para asegurar un proceso limpio y ordenado.
Se necesitan más cocinas populares de respaldo, más presencia acompañante, más mensajes de apoyo a la demanda y rechazo a los fraudulentos que han entregado la soberanía y llevado a un prevaricador como Héctor Hugo Pérez Aguilera a la Corte de Constitucionalidad.
Que la resistencia estudiantil, docente y laboral, dignamente sostenida hasta ahora logre su cometido depende no solo de quienes se encuentran en sus instalaciones. Depende más bien de la disposición ciudadana de dar la batalla por su casa de estudios. La digna resistencia no solo es un acto estudiantil sino una necesidad social por defender la educación superior pública y de calidad.
Más de este autor